En la Escuela Primaria Cuauhtémoc del Fraccionamiento Los Álamos en Tijuana, los padres de familia ya no saben qué hacer. Ni maestros ni directora atienden sus súplicas de poner orden y disciplina en el plantel donde los niños han llegado al colmo del hostigamiento –o bullying, como le llaman– contra otros menores. Han encontrado chamacos enteipados en el baño, agresiones verbales y físicas son cotidianas, pero lejos de ser los adolescentes amonestados y adoctrinados en el respeto y la tolerancia, directivos y profesores prefieren terminar los enredos con un “pidan disculpa y ya, no pasa nada”. Pero lo que dicen los padres, es que los hostigamientos han ido subiendo de tono, a grado de copiar prácticas del crimen organizado como sujetarlos de brazos, piernas e impedirles hablar con cinta adhesiva. Ojo, es una escuela estatal.