El marido baja a desayunar antes de irse a su trabajo. No acababa de sentarse a la mesa cuando su mujer le dice en un tono que presagiaba “peligro”: – Supongo que tendrás presente qué día es hoy, ¿verdad? De reflejos rápidos (luego de años de casado) el hombre contesta: – ¡Por supuesto, mi amor!, ¿cómo crees que podría olvidarlo? Y velozmente en una “retirada estratégica”, abandona el desayuno, mientras sale apresurado de su casa. Ya durante el viaje a la oficina hace memoria de todas las “fechas” relevantes… que el aniversario… el cumpleaños… el primer beso… nada se le viene a la memoria. Sin embargo, dispuesto a evitar conflictos matrimoniales (y de los complicados) se traza un plan de crisis. Aproximadamente a las 10 de la mañana suena el timbre en la casa, la mujer va a atender y un repartidor le entrega un gigantesco ramo de rosas rojas con una tarjeta que dice: “¡De tu adorado esposo, en esta fecha tan especial!” Cuando la señora regresa de hacer las compras ve la luz titilante del contestador telefónico, al activarlo escucha: – ¡Mi amorrrr… tu querido esposo en este día para decirte que te quiero mucho! Justo en ese momento vuelve a sonar el timbre… al abrir se topa con tres hombres vestidos de frac que empiezan a entonar: – Tu..tu…tuba, tuba tu…, en este día tu marido que te ama te envía esta canción…tuba, tuba, tuba tuuu. Finalmente al atardecer regresa el marido al hogar y ni bien abre la puerta su esposa, saca un estupendo estuche de su bolsillo y dice: – ¡Para mi amorcito en este día tan especial! –mientras enseña la lujosa gargantilla de perlas que hay en su interior. – ¿Qué te parece mi vida?… ¿me acordé o no de nuestra fecha?, pregunta con la esperanza de que su mujer, rendida de agradecimiento deslice el “gran secreto” y le evite una pelea. – Realmente, mi amor –dice ella– el día de hoy ha sido una sorpresa detrás de otra y ya me explicarás “qué” estás celebrando… ¡pero por lo pronto no te olvides de llevar a vacunar al perro antes que cierren la veterinaria, hoy teníamos cita! *** Un cura recién ordenado se confiesa por primera vez con su obispo: – Dime, hijo mío, ¿qué tal has llevado los votos durante ésta, tu primera semana? – Verá, eminencia, en cuanto a la pobreza he regalado mi hábito y me visto con uno que ya se había desechado, mis sandalias están rotas y llenas de agujeros y doy la mitad de mi comida a los pobres que vienen al comedor. – Muy bien, hijo mío, muy bien, continúa. – En cuanto a la obediencia hago cualquier cosa que me mande cualquier otro padre sin pensar en si es justo o adecuado, dando gracias al Señor por tener el privilegio de obedecer. – Muy bien, hijo mío, excelente, excelente. – Finalmente, eminencia, esta semana a 37 mujeres les he enseñado el verdadero significado del amor carnal. El obispo casi se cae de la silla y con los ojos desorbitados pregunta: – Pero… ¡Hijo mío! ¡¿Y el voto de castidad?! El curita, asustado y con cara de perplejidad responde: – Pero… pero… ¿Qué no era de cantidad? Autor: Un marido que toma Ginko Biloba.