Sin haber comprobado siquiera su entrada por Tijuana, Christopher Jordan Dorner trastocó la relación transfronteriza. Su pesquisa paralizó los cruces fronterizos y alertó a la población bajacaliforniana sobre la supuesta presencia el ex policía angelino acusado de cuatro homicidios. La oficina de Aduanas y Protección Fronteriza confirmó que sus agentes y oficiales colaboraron en la búsqueda con las autoridades policiacas. Por tal motivo, instalaron puntos de revisión en la entrada hacia México desde el viernes 8 de febrero y hasta el martes 12 de febrero por la tarde, día en que la búsqueda terminó con un incendio en la cabaña donde se atrincheró el prófugo. El fuego consumió por completo la vivienda –los policías tenían prohibido controlar el incendio– y al extinguirse, dejó los restos calcinados de una persona en el sótano. El Sheriff del condado de San Bernardino confirmó el jueves 14 de febrero por la tarde, la identidad del cadáver. Desde el 12 de febrero, los retenes colocados a la salida de Estados Unidos, tanto en la garita de San Ysidro como en la de Otay, para tráfico vehicular o paso peatonal, fueron retirados. La búsqueda del veterano de la Naval de los Estados Unidos y ex miembro del Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD, por sus siglas en inglés) se extendió hasta Baja California. Todo indica, que Dorner no abandonó el área de Los Ángeles. El jueves 7 de febrero, tras enfrentarse a tiros con agentes de la policía de Riverside, Dorner fue responsabilizado de la muerte de uno de ellos. Ese día, se emitieron comunicados para alertar sobre la posible presencia del homicida en Nevada, San Diego-Tijuana y en las cabañas de Big Bear, en San Bernardino. Fue el último de estos sitios donde permaneció durante cinco días y en un cobertizo a 300 metros de la comandancia de policía. Luego de amagar a las dos personas que se encontraban en la vivienda, Dorner salió el martes 12 de febrero en el carro de los rehenes, una de ellas realizó la llamada al número de emergencia para reportar la situación y declaró que el sujeto tenía un parecido con el hombre que desató una cacería en la LAPD. Tras enfrentarse con alguaciles de la zona, robar un segundo vehículo, estamparlo contra la nieve y huir a pie hacia la montaña, el veterano de la Naval se refugió en una vivienda abandonada, el sitio perfecto donde la policía situó un perímetro para evitar su huida. Después de varios altercados entre las fuerzas del orden y el ex policía, dos agentes resultaron heridos, uno de ellos murió en el hospital donde fue atendido. Entonces y de acuerdo a las versiones policiacas, se le solicitó a Dorner salir de la cabaña mediante un megáfono, al no recibir respuesta, agentes rompieron las ventanas y lanzaron granadas de gas lacrimógeno. Así inició el fuego que ardió durante siete horas. Por la noche, los restos fueron encontrados y enviados a las oficinas forenses para su identificación. En el último vehículo que utilizó se encontraron un rifle de francotirador con un silenciador, una pistola, varias granadas de humo y un equipo de supervivencia. Un oficial no identificado declaró a los medios de comunicación que una cartera con la licencia de Dorner fue encontrada en el sitio del incendio. “¿Qué harías para limpiar tu nombre?”, escribiría Dorner en su manifiesto, su nombre ocupó la atención de medios de comunicación y de la sociedad californiana durante más de una semana, luego del hallazgo de una pareja asesinada el domingo 4 de febrero. Mónica Quan –hija de un policía retirado– y su comprometido Keith Lawrence fueron ultimados a tiros. La conexión fue casi inmediata, el padre de la fallecida es un capitán en retiro de la LAPD y quien representó a Dorner durante la audiencia que resultó en su expulsión del cuerpo policiaco y hecho, que de acuerdo a las declaraciones del acusado, desencadenó la guerra que declaró a la corporación policiaca por considerarla un sistema corrupto. En su manifiesto de más de seis mil caracteres y publicado en Facebook, Dorner amenaza a 50 policías, ex agentes y personas vinculadas a la LAPD, así como a sus familias de ser las próximas víctimas de su venganza personal. Christopher Dorner se desempeñó como policía de Los Ángeles de 2005 a 2008, en 2009 fue despedido. Si bien, la búsqueda llegó a su fin, la LAPD ha sido severamente criticada por el pobre desempeño reflejado durante esta crisis. Acostumbrados a actuar como cazadores, los agentes policiacos se vieron del otro lado y abrieron fuego a dos sospechosos, una mujer latina acompañada de su pequeña y un hombre anglosajón, por manejar autos similares al pick up de Dorner. La mujer recibió tres impactos de bala, mientras que la niña y el hombre salieron físicamente ilesos. La recompensa anunciada por la ciudad de Los Ángeles por un millón de dólares por información que ayudara a la captura del sospechoso desencadenó cientos de llamadas telefónicas en California, así como Tijuana, Rosarito y Ensenada. Cuestiones ya inmersas en el debate estadounidense como el control de armas, la falta de monitoreo de los veteranos y ex agentes policiacos, como las compras de armamento que podrían realizar y la capacidad de una corporación tan esencial como la policía de Los Ángeles para atrapar a un sospechoso, se volvieron latentes durante los cinco días que Christopher Dorner se convirtió en el principal enemigo de sus ex compañeros.