Margarita estaba caminando por la calle cuando se cruzó con el padre Francisco. – ¡Muy buenos días! ¿No es usted Margarita, la señora a quien casé hace dos años? – Efectivamente, padre, soy yo. – ¿Y no han tenido niños aún? – No, padre, aún no hemos tenido esa gracia de Dios. – Bueno, yo estoy yendo para Roma la semana entrante, así prenderé una vela para usted y su esposo – ¡Ay, padre, muchas gracias! Así se despidieron y cada quien tomó su camino. Años más tarde se encontraron nuevamente. – Margarita, ¿cómo se encuentra usted ahora? – Bien, padre. – Dígame, ¿han tenido niños ya? – Sí, padre, 3 pares de mellizos y 4 criaturas más. En total tenemos 10 hijos. – ¡Bendito sea el Señor! ¡Qué maravilla! ¿Y a dónde está su amante esposo? – ¡Camino a Roma a ver si puede apagar esa maldita vela que usted prendió!!! Autor: Anónimo del DIF.