Un político sabe que el poder es para ejercerse, no para abusar de él. Un político sabe que cuando no le favorece la nominación de su partido, debe esperar mejores tiempos, no traicionar la institución que lo formó, no vaya a suceder que el partido que despreció regrese al poder y luego busque un ajuste de cuentas. Un político sabe que debe evitar guerras sucias, no fomentarlas ni auspiciarlas con calumnias, con engaños, abusando de la buena voluntad de los ciudadanos. Un político sabe leer los tiempos, no permanece incólume en su coto de poder, abusando, manipulando y orquestando chismes de vecindad. Un político respeta al ciudadano, sin importar su credo, ideología o condición socioeconómica, no organiza vendettas auspiciadas por pleitos de alcoba. Un político combate la mentira con la verdad, no crea una red de mentiras para evitar que la verdad sea conocida. Un político no le tiene miedo a la opinión de los ciudadanos, sino que la confronta y la debate. Un político sabe tomar decisiones con la cabeza fría, no las toma arrebatadamente con la mente turbia y la vista nublada. Un político respeta la vida de los ciudadanos, no los amenaza de muerte por decir la verdad. “Los ricos también lloran” ¿Por qué lloran los ricos? Porque no pueden servir al mismo tiempo a Dios y al dinero. ¿Por qué lloran los ricos? Porque aparentan ser gente perfecta, pero lo que tienen por grande, Dios lo aborrece. ¿Por qué lloran los ricos? Porque aunque se vistan con ropa finísima y coman regiamente todos los días, Lázaro es el que será compensado en la resurrección de los justos. ¿Por qué lloran los ricos? Porque quieren asesinar al pobre, pero no se quieren ensuciar las manos. José Antonio Cortés Guedea Tijuana, B. C. Teléf. 6 80-68 29
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