“Hegel dice en alguna parte que todos lo grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa”. (Carlos Marx, el dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, 1852) A los millares de seguidores del bufón Subcomandante Marcos, que públicamente se manifestaron el pasado día 21 de diciembre, nomás les faltaron los ramilletes de flores y lanzar besos con las dos manos a los mirones. Por lo que se ve, el Subcomandante Marcos sale a la palestra para arrebatarle el estrellato a los amorosos, pacifistas –apaciguadores del descontento popular, mejor dicho y besucones Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Javier Sicilia. De la gloriosa insurrección de 1994 ni cenizas quedan. Solo “amor”, “poesía”, “pacifismo”, “besos”, “simbolismos” y “abrazos”. No faltarán imbéciles que nuevamente corran a ponerse de rodillas a las órdenes del bufón Marcos. Como por ejemplo el Partido Comunista Marxista Leninista de México PC (ML) M, el Partido Comunista de México (PCM) y los trotskistas que regentean el membrete La Otra Campaña. El bufón Marcos dice en su primer comunicado: “¿Escucharon? Es el sonido de su mundo derrumbándose. Es el del nuestro resurgiendo”. Pero, nosotros preguntamos: ¿está realmente el mundo capitalista derrumbándose? ¿Están las fuerzas populares y revolucionarias a la ofensiva? Claro que no. La crisis capitalista ha lanzado a millones de obreros y campesinos pobres a la calle a que mueran de hambre con todo y sus familias. En las ciudades se amontonan las masas paupérrimas que hurgan en los tambos de basura. Los salarios de las masas proletarias del país son de los más bajos del mundo. Salarios de hambre, peores que en Haití o China. Pero el hecho de que millones de proletarios se estén ahogando en la miseria no significa que el mundo de la burguesía se esté desmoronando como quiere hacer creer el bufón Marcos. Existe una crisis capitalista de sobreproducción, existe hambruna en la nación y, también, resistencia pasiva de las masas. Existe enojo, crispación social. Y en algunos casos, pequeños y fugaces estallidos sociales. Nada más. Apreciemos esto. Una de las razones fundamentales de instalar el estado de sitio militar en el país, so capa de combatir el crimen organizado, es debido al terror de la burguesía de que la ira popular y las explosiones espontáneas se multipliquen y se engrandezcan. Las cuales podrían llegar a transformarse en una rebelión popular espontánea, generalizada. No es el combate al crimen organizado lo que ha hecho que la tropa patrulle las ciudades, sino la posibilidad de que se produzcan estallidos sociales irrefrenables. La burguesía “se pone el huarache antes de espinarse”. Para todo obrero consciente está claro como la luz del mediodía que los más grandes y peores criminales y narcotraficantes están en las altas esferas del poder burgués. Si tan solo se le diera una pequeña arqueada a los grandes bancos se descubriría cuántos reconocidos burgueses tienen metidas las manos en la industria del crimen. Sabe la reacción, a la perfección, que tal “caldo de cultivo” (es decir el descontento popular) podría ser aprovechado por los revolucionarios y comunistas (actualmente numéricamente pequeños), quienes al fragor de la lucha atizarían la ira de las masas miserables. Acrecentarían y fortificarían el movimiento revolucionario en el país. Temen, los sátrapas en el poder, como los vampiros a la luz del día, que los débiles y escasos revolucionarios y comunistas (por el momento, pero que se multiplicarían y se llenarían de vigor ante un levantamiento generalizado) del país coordinen a las masas y las dirijan hacia el edificio capitalista enemigo y entonces sí comiencen su demolición. El gran V. I. Lenin decía: “El capitalismo no va a caer si no se le hace caer”. En su segundo comunicado el bufón de marras afirma con aplomo: “Nosotros no los necesitamos a ellos (se supone que a los burgueses, el gobierno) para sobrevivir”. Y enumera sus logros de los últimos 18 años desde su surgimiento: “Hemos mejorado significativamente nuestras condiciones de vida, nuestro nivel de vida es superior al de la comunidades indígenas afines a los gobiernos en turno, que reciben las limosnas y las derrochan en alcohol y artículos inútiles…nuestras viviendas se mejoran…la tierra que antes era para engordar el ganado de finqueros y terratenientes, ahora es para el maíz, el frijol y las verduras que iluminan nuestras mesas”. Y prosigue con su verborrea presuntuosa: “Nuestro trabajo recibe la satisfacción doble de proveernos de lo necesario para vivir honradamente y de contribuir en el crecimiento colectivo de nuestras comunidades…nuestras niñas y niños van a una escuela que les enseña su propia historia, la de su patria y la del mundo…las mujeres indígenas zapatistas no son vendidas como mercancías…los indígenas priistas van a nuestros hospitales, clínicas y laboratorios porque en los del gobierno no hay medicinas, ni aparatos, ni doctores ni personal calificado.” Al escuchar al bufón Marcos parece como si estuviéramos oyendo a los mandamases del PRD y a los amloístas. Su desvergonzada jactancia los hermana. Para la izquierda burguesa la Ciudad de México (que ellos gobiernan desde 1997) es el paraíso terrenal. Allí en el Distrito Federal no existe desempleo ni miseria. Ni estado de sitio. Ni “ninis” ni drogadicción. Libertad y democracia a raudales. Los ancianos, los niños y las mujeres son tratados con respeto y cariño. ¿Habrá alguien en su entero juicio que crea estas supercherías? ¿A quién tratan de engañar con tales fábulas? El gobierno perredista-amloísta de la Ciudad de México es un infierno. Un territorio de opresión. Nada diferente al resto del país. En la Ciudad de México el proletariado y las masas miserables son explotados y sojuzgados por un régimen de terror con careta de izquierda. ¿Acaso no, la sanguinaria sarracina propinad a los manifestantes anti PRI-Peña Nieto, el primero de diciembre pasado, no dejó ver, hasta a los más ciegos, la criminalidad del gobierno perredista-amloísta de la capital del país? Dice un refrán popular: “Dime de qué presumes y te diré de qué careces”. El bufón Marcos, hay que recordar, siempre ha expresado en sus anteriores comunicados que su lucha era: “para todos todo, nada para nosotros”. Pero vemos, según lo que nos presume, que todo ha sido para ellos. “Los más pequeños, los indígenas (los indígenas que lo siguen a él), los hijos de la tierra”, etcétera, etcétera. El humanista y amoroso Marcos ha de estar ciego o sus compinches, los charlatanes del Frente Popular Revolucionario (Partido Comunista Marxista Leninista del México) y el Partido Comunista de México (PCM) no lo han enterado de que aquí “en la otra selva”, en las grandes ciudades del país, la clase obrera ni siquiera un pequeño por ciento de lo que ellos presumen lo tienen. Aquí la clase proletaria (muchos de ellos indígenas), buscan en la basura un trozo de pan. Aquí familias obreras enteras no tienen trabajo. Y el maíz (las tortillas), el frijol y las verduras “brillan por su ausencia” en la mesa del trabajador. Nosotros, los marxistas-leninistas-estalinistas, siempre hemos catalogado al Subcomandante Marcos como un auténtico charlatán, igualito que AMLO, igualito que Javier Sicilia. Glorioso fue el levantamiento del otrora ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en 1994. Hoy el pretendido EZLN es una grotesca caricatura. La “marcha de mudos” del pasado 21 de diciembre ha de haber puesto a temblar, pero de risa, a los sátrapas en el poder. Estruendosas carcajadas que han de haber soltado los burgueses al ver a las manadas de borregos del bufón Marcos. Ya veremos si se ríen cuando el proletariado consciente y organizado, las multitudinarias masas misérrimas se levanten con reciedumbre, con firmeza. Y se alcen con ánimo a la conquista del poder. Entonces vernos cómo el propio bufón Marcos, AMLO, el PRD y todos los partidos burgueses harán causa común con el maldito gobierno. Defenderán el régimen capitalista con garras y colmillos. Como siempre lo han hecho. Que siga el bufón Marcos con su despreciable parodia. Que continúen los farsantes del Frente Popular Revolucionario (FPR), los trotskistas y el Partido Comunista de México (PCM) soliviantando al susodicho charlatán. Todos ellos tarde o temprano irán a parar al basurero de la historia, del cual nunca saldrán. Javier Antuna Tijuana, B. C. lahojadeltrabajador@yahoo.com
La marcha zapatista: menospreciable parodia
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