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viernes, septiembre 20, 2024
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El cuarto oscuro

El rincón más escondido de mi casa es mi refugio: mi recámara, el sitio donde paso una buena parte de mi vida, en la penumbra de una habitación semivacía, con la pequeña ventana existente cubierta por una gruesa cortina, que no permite que la luz penetre e ilumine el espacio húmedo y solitario en que paso las horas de descanso. Ese rincón que me protege y me da seguridad es el lugar donde sueño, lloro y río en silencio, ése es el pequeño espacio que me permite viajar sin moverme, que me permite amar sin pareja, que me permite soñar estando despierto, que me permite vivir casi estando muerto, que me permite volar sin tener alas y que me convierte en el dios de mi propio mundo. Las horas pasan lentas y los pensamientos vuelan hacia el infinito, un pequeño haz de luz que se cuela por una diminuta perforación de la cortina es mi único compañero, ese mínimo destello que atraviesa la oscura habitación desde la ventana hasta chocar con la pared contraria, ilumina tenuemente el entorno hosco que me rodea, una luminosidad que hiere como larga espada la oscuridad del cuarto y le da vida al ambiente sombrío de la morada, partículas de polvo flotan ingrávidas entrando y saliendo del rayo luminoso, miles de fragmentos multicolores, de diferentes formas y tamaños danzan al simple movimiento de mi mano, pequeños universos que giran en mi entorno y se mueven al compás de mi respiración y de nuevo me siento dios, en mi universo de partículas de polvo oscilando dentro de un haz de luz solar. Es aquí, en este rincón, donde me preparo para cuando la muerte llegue, recostado sobre mi cama en absoluto reposo, en completa soledad, oscuridad y silencio, me imagino dentro de un ataúd, no siento el temor o la claustrofobia de los espacios reducidos, no le tengo miedo a la nada, estoy preparándome para la ocasión y qué mejor lugar para ensayar el momento final que el pequeño espacio de mi cuarto oscuro. En este rincón he llorado por los amores perdidos, aquí también he disfrutado de los romances inconclusos y fantasiosos de mi imaginación, éste es el lugar perfecto para soñar con la felicidad y la dicha aunque solo sean utopías sentimentales. Es aquí donde doy vida a mis historias en las que yo soy el protagonista, es aquí donde puedo ser héroe o villano, es aquí donde la vida transcurre como yo lo deseo y todo se mueve a mi voluntad, es el lugar donde mi autoridad no se discute y todos los elementos que me rodean están bajo mi dirección y jurisdicción, y de nuevo me siento dios, de los pocos objetos que me rodean en el extraño mundo de mi pequeño cuarto oscuro. Es en este rincón de mi casa donde puedo contener mis demonios interiores y adormecer los deseos y pasiones que me invaden y agobian, aquí en la oscuridad no hay infierno ni gloria, y la paz y el silencio reinan en la habitación. La soledad, fiel compañera de mi vida, no podía estar ausente en este espacio oscuro, es ella quien me abraza y me acaricia sin pedir nada a cambio, es la soledad que tanto amo y respeto, la que duerme a mi lado y se adhiere a mi existencia como un tatuaje. El silencio en la opacidad de mi guarida es permanente, la ausencia total de sonidos permea el ambiente y lo vuelve pesado. Ese silencio que paulatinamente invade mi vida y que en mi habitación se ha albergado para siempre me brinda la posibilidad de la meditación profunda, ese pensamiento que me traslada al espacio infinito de la vida y de la muerte y me convierte en espectador exterior de mi existencia. Esa oscuridad densa que no permite que mis pupilas se adapten a la ausencia de luz me obliga a dar rienda suelta a la imaginación, la lobreguez del espacio es acorde con mi estado de ánimo, no requiero de luz para estar en paz, las tinieblas me brindan la certeza de estar solo y en mi estado natural, no requiero de compañía ni sonidos, mi pequeño cuarto oscuro me brinda los elementos perfectos para seguir soñando, durmiendo, o muriendo. Aquí, donde el tiempo pierde sentido, y donde el mundo se empequeñece es donde soy feliz, puedo viajar al infinito y tocar con las manos las estrellas, puedo apagar el sol con un soplido y puedo secar el mar con un suspiro, no existe un lugar que no me pertenezca ni un amor que no me corresponda, soy luz y sombra, soy calor y frío, soy fuego y agua, y soy el dueño de mi propio destino. En este cuarto frío y oscuro, de pequeñas dimensiones interiores, cabe todo lo que quiero y necesito para dar rienda suelta a mis sueños e ilusiones, a mis amores ocultos y pasiones, a mis alegrías y decepciones, a mis lealtades y a mis traiciones. Aquí, donde el día y la noche se confunden, donde la temperatura no varía ni el sonido penetra, aquí donde son lo mismo tristeza y alegría. Aquí donde se vive muriendo y se muere viviendo. Aquí donde la agonía es larga y el tiempo, infinito. Aquí donde no existe espacio para nadie más que mi persona, mi soledad, mis tristezas, mis ilusiones y mis recuerdos, es donde encuentro el reposo y la paz que necesito, es donde construyo mi mundo y le doy vida a la esperanza, en este pequeño cuarto oscuro transcurre mi vida sin contratiempos, la bitácora de mi existencia ya está escrita y resguardada en algún lugar de este mundo oscuro que me invade y contamina el alma. Aquí donde he encontrado el Alfa y el Beta de mi existencia es donde deseo pasar el resto de mi vida, en mi pequeño cuarto frío y oscuro.   Juan Alberto Vega Parra Tijuana, B. C. ingjuanvega@hotmail.com

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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