Cierto colombiano navegaba con la bandera de cineasta. Pero en realidad era narcotraficante. En una de ésas lo detuvieron. Ni modo, en la Ciudad de México. Entonces declaró al Ministerio Público Federal y seguramente ni asombro causó porque ya era casi costumbre: “Había llegado a un acuerdo con policías mexicanos para introducir cocaína a través de Tijuana”. Pero sí sorprendió cuando dijo: Su enlace era el Jefe de la Oficina Interpol-México, Miguel Aldana Ibarra. ¿Que cómo llegó hasta este señor? Bueno, el colombiano fue conectado con Aldana por otro cineasta: David Reynoso Martínez, “…hijo de un histórico de la cinematografía mexicana”. Esto lo reveló don Carlos Resa Nestares. Excelente académico. Respetado por sus colegas mexicanos. Residente y catedrático en España. Calificado como uno de los más pulcros observadores del narcotráfico mundial. Puntilloso. El caso del colombiano aparece en sus “Notas de Investigación”, con el título “La Nueva Policía Mexicana”. Señala tal hecho de 1984 como claro de la perversa relación Procuraduría General de la República-narcotraficantes. Retomo un párrafo de su excelente trabajo: “¿Cuál era el sistema operativo acordado entre el colombiano, Aldana y compañía? El jefe policial puso al extranjero en contacto con el entonces Comandante de la Policía Judicial Federal en Tijuana. El cineasta y Reynoso viajaron a la ciudad fronteriza para cerrar los términos del acuerdo. El Comandante en Tijuana fue extremadamente fructífero. No sólo se avino a un acuerdo acerca del precio a pagar por la protección en el trayecto de la droga por México: 2,000 dólares por kilo de cocaína, tras rebajar la petición oficial de 4,000 dólares por kilo. Además, el jerifalte de Tijuana les presentó a los recién llegados a dos compradores de cocaína locales, con los que cerró un acuerdo de venta a 19,000 dólares el kilo. De los 2,000 dólares a pagar a la policía, la mitad iba para Aldana y la otra mitad para los agentes de la PJF en Tijuana”. Resa Nestares “brinca” de 1984 a 2003. Resalta cómo agentes federales en Tijuana detuvieron a transportistas de marihuana. “En un acto accidental, sin ningún tipo de información previa, les decomisan 4.8 toneladas de marihuana. Se llevan carga y porteadores a una sede de la PGR en Tijuana. Les solicitan 6 millones de dólares por liberarlos con la mercancía. Al final llegan a un acuerdo en 2 millones”. Y entrelazando los episodios del 84 y 2003 apuntó: “En ninguno de los dos casos llegó a buen fin el acto de corrupción. En el primero, porque el cineasta colombiano fue incapaz de conseguir cocaína en cantidades suficientes. En el segundo porque llegaron cien elementos del Ejército, según el comunicado conjunto de la PGR y la Secretaría de la Defensa Nacional (SDN), para ‘verificar posibles irregularidades en el armamento y condiciones de seguridad de dichas instalaciones’ y se llevaron detenidos a todo el personal.” Resa Nestares escribió claramente: Los policías federales “…no sólo venden un servicio. El de la protección al tránsito de cocaína que además abarca todo el territorio, sino que mejoran el funcionamiento general de la industria mexicana de las drogas”. La considera “una estrategia excelente”. Así, crean más clientela desde la PGR. Aumenta la demanda de droga creando competencia. Y reciben mayores pagos del narcotráfico. Pero aclara “…nada de eso puede decirse de la diminuta organización policías dirigida por un falso comandante en Tijuana. Este grupo novato no ofrece ningún tipo de servicio a los empresarios de la droga. Ni de protección o intermediación de otro tipo, sino que los extorsiona directamente. Es normal que estos policías hayan sido acusados en la prensa y no en los juzgados de varios secuestros en la ciudad”. Para mí, lo escrito por Resa Nestares ha cambiado. Se supera la cantidad de droga acarreada y abarataron el cobro a policías. Es que antes no cualquiera lo hacía con autorización del jefe inmediato o superior. Ahora cada quien actúa por su cuenta. Lo mismo en secuestros. Hace dos años todavía exigían grandes cantidades como rescate. Se dirigían a empresarios o sus familiares. Hoy van a la clase media para abajo. Logran pago más rápido aunque menor. Cobijándose cómodamente en el miedo de la parentela: “Los vamos a matar si dicen algo a la policía”. En algunos casos llegan a descararse: “Nosotros somos la policía”. Pero no han sido detenidos. Como en los empresarios de la droga, uno que otro. Por eso no sé cómo y en quién vaya a confiar Daniel Cabeza de Vaca como nuevo Procurador General de la República. Está claro. Con sus honrosas excepciones es una oficina donde abundan corruptos, traidores, asesinos, amantes del soborno, narcotráfico y secuestro. Este señor suplió al General Rafael Macedo de la Concha. Cuando en 2000 fue designado el militar por el señor Presidente de la República muchos pensamos: “Ahora sí va a caminar ‘derechito la Procuraduría’”. Pero no fue así. Los mañosos se impusieron. Tres personajes de primera escala en el gobierno mexicano me confiaron su desilusión. “No dudamos de la rectitud del General, pero desgraciadamente le falta capacidad para ‘limpiar’ tanto estercolero”. Lo recuerdo y me consta: Entró al despacho con todo el ánimo de guerrear a la mafia. Pero al paso del tiempo se transformó. No salgo ahora con la cantaleta de “se los dije”. Consta a muchos compañeros periodistas. Cuanta ocasión tuve resalté la corrupción en las filas federales. Jamás fui desmentido. Insistí: Para enfrentar al narcotráfico primero deben encarcelar a los malos policías y luego perseguir mafiosos. Y sin que se trate hacer leña del árbol caído, con tino lo dijo don Adolfo Aguilar Zínser en Canal 40 horas después de ser retirado Macedo del gabinete. Convirtió la Procuraduría en asiento de la policía política. Por eso sus tropezones. La Procuraduría General de la República nunca ha sido institucional en la práctica. Pero sí en la complicidad con mafiosos o secuestros. Normalmente cada nuevo fiscal nombra jefes normalmente sin experiencia. No tocan la infantería. Allí está enraizada la podredumbre. En este sexenio sucedió lo nunca visto: Son muchos los agentes federales encarcelados. Pero no por tarugos. Cayeron en el descaro. Ya ni la disimulaban. Y el señor Cabeza de Vaca fue nombrado más en razón de amistad. No tanto por experto. Con cero antecedentes de servicio público en alguna Procuraduría. O cuando menos cierta comandancia pueblerina. De los narcotraficantes sabe por haberlos visto en periódicos y telediarios. Obligadamente debió escuchar algo cuando fue Notario Público en Guanajuato. O estando en la Secretaría de Gobernación. De allí en fuera nada. Seguramente el Presidente lo escogió porque le zafó de su controversia legal con los diputados. Pero eso no es garantía. Por lo menos a mí me queda claro: El Presidente lo envió a esa oficina para destrabar el proceso contra el Jefe de Gobierno del Distrito Federal. Y no tanto para perseguir mafiosos. Obligadamente los perversos narcotraficantes aprovecharán el desconocimiento del nuevo Procurador. Esa etapa mientras conoce o cambia a jefes o sub-jefes. No hay duda: La mafia seguirá operando y fuerte. Esperará pacientemente el reacomodo. Otros a punta de billetes buscarán caminos para llegar a la oficina del señor Cabeza de Vaca. Por eso los próximos meses serán difíciles. Tomado de la colección “Conversaciones Privadas” y publicado el 3 de mayo de 2005, propiedad de Jesús Blancornelas.