Entra un tipo a un bar, feliz de que se va a casar e invita a todos una copa. El cantinero le pregunta: — Y esa felicidad, ¿a qué se debe? “¡Es que me caso mañana!”. — ¿Y se puede saber quién es la afortunada? “¡Claro! Mi novia se llama Peggy…”. — ¡¿Cómo?! ¡Pero si Peggy es una cualquiera, se va con todos! ¿Cómo se va a casar con una mujer así? Desconsolado, el joven se va a otro bar al otro extremo de la ciudad y vuelve a invitar a todos. El cantinero le pregunta: — Amigo, ¿tanta felicidad a qué se debe? “Es que me caso mañana…”. — ¡Caramba, lo felicito! ¿Y cómo se llama la novia? Temeroso, el tipo responde: “Peggy…”. El cantinero dice: — ¡Esta Peggy tan facilota y se va a casar! Recapacite, amigo; esa mujer se ha acostado con todos los de este bar. ¡¿Quién se ha acostado con Peggy?!, pregunta en voz alta. Todos alzan la mano. El tipo sale furioso y se va al centro a beber a otro bar, pero lleno de decepción. Ahí otro cantinero le pregunta: — ¿Qué le pasa amigo, que lo veo triste? “Es que mañana me caso y todos hablan mal de mi novia”. — Amigo: Siempre van a hablar mal de una mujer, siempre dirán que es una zorra. Usted no haga caso a esos comentarios, ni que se fuera a casar con Peggy. ¡Esa sí que no deja títere sin cabeza! Autor: Peggy