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miércoles, octubre 2, 2024
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Vienen a triunfar

El domingo 18 y el lunes 19 de noviembre, durante la temporada grande 2012-2013 en la Plaza México, estudiosos y aficionados pudieron disfrutar dos excelsas faenas. La de los españoles Daniel Luque y Morante de la Puebla, respectivamente. La de Luque mereció arrastre lento y cada quien cortó dos orejas, saliendo por la puerta grande.  El domingo saltó al ruedo, “Luna Brava”, número 45, 485 kilos, cárdeno oscuro, bragado, meano, lucero, cornidelantero, vuelto y tocado del izquierdo de La Estancia, un toro fijo y noble. Daniel Luque (marino y oro) le cuajó una extraordinaria faena que empezó con lances a pies juntos, luego ajustadísimos mandiles, rematando con la media y un quite por chicuelinas. Su quehacer caló hondo en el ánimo de la concurrencia, hubo dosantinas, pases de pecho y el desdén, naturales y derechazos. Su peón de confianza, Antonio Punta Mena, salió al tercio. En todo momento, el toro mostró calidad, claridad, recorrido, obediencia a los toques y alegría, fue de largo al caballo y perfectamente aprovechado por las muñecas privilegiadas de Luque, quien inspirado, anduvo relajado, en artista y en torero, dándole dimensión y estructura a los muletazos, acoplando los ritmos de la embestida, pudiéndole con temple a “Luna Brava” ante un público totalmente entregado. El astado fue dando de más en la medida que la faena avanzaba en cambios por la espalda, en una tarea de entrega en cuerpo y alma. Certera estocada, arrastre lento, dos orejas y salida a hombros. El lunes hizo su aparición “Chatote”, número 180, 486 kilos, negro, bragado, meano y paliabierto, de San Isidro. En el turno, Morante de la Puebla, (verde bandera y oro) realizó faena sumamente interesante y precisa. En el primer tercio no hubo lucimiento, pero después vendría lo bueno. Le dio su tiempo, convenciéndolo a meterse en su muleta.  Una faena muy pensada, esmeradamente trabajada, hasta que logró cuajarlo aprovechando su obediencia, aunque no era un derroche de bravura. Lo aguantó como los grandes y al pasarse la muleta a la mano izquierda, empezó la sinfonía, enseñándolo a embestir, entre arte y torería. Trasteos de menos a más con valor y técnica, sin enmendar, los naturales fueron de temple y mando. De repente “Chatote” se desdibujaba, y con gran valor, De la Puebla se quedaba en la cara. Era un burel que presentaba problemas y lo fue midiendo, mostrando al otro Morante. Dosificó el poder a “Chatote”, que era manso y se rajaba  Había que estarse cruzando y cambiándole el terreno. Sin embargo, Morante le desmayaba la muleta y se abandonaba a un Toreo que le era ruidosamente festejado. Es sapiente lidiador. Ha ganado en calidad, madurez y experiencia, logrando una Tauromaquia muy sólida. Ante tanta expresión, sus bonos tocaron la cuerda de lo sublime. Una media, retribuida con dos orejas. Y el público salió enamorado. arruzina@gmail.com   

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