A un gallego lo atropella un autobús, y toda la gente se aglomera alrededor de él. El gallego, delirando, dice: – ¡Inclínenme, inclínenme! Y por más que la gente lo inclinaba, el gallego seguía gritando: – ¡Inclínenme, inclínenme!- . La gente ya no sabía cómo ponerlo, en eso el gallego dice: – ¡Si no hay una clínica, hospitalícenme, pero ya! Autor: Médico gallego.