A la opinión pública, a mis alumnos universitarios, amigos y queridos familiares: Como se dio a conocer recientemente en algunos medios de comunicación, me encuentro involuntariamente involucrado en una situacion jurídica complicada en Estados Unidos por el tráfico de drogas desde México, vía la frontera con San Diego. Lo que me sucedió a principios de marzo, no se puede entender fuera del contexto de la lucha contra el crimen organizado y sus consecuencias para los ciudadanos. Las víctimas de esta situacion no son solo los muertos que se cuentan por miles, ni sus dolientes, somos también personas que tenemos la desgracia de llamar la atención de quienes nos consideran presas fáciles de sus objetivos, lo que ha sido devastador tanto para mí como para los míos. Por estrategia de mi abogado, emprendí una defensa legal en el que, fuera de los sistemas penitenciarios y acorde al sistema judicial del vecino país y sus procesos, me permita retomar mi vida regular al lado de mi familia lo antes posible. Por lo anterior y mientras el caso no de desahogue del todo, no me es permitido contarles más; pero lo que sí les puedo decir, es que previo a este desafortunado incidente, jamás quebranté la ley de ningún país, que no sufro de problemas de adicción de ningún tipo y que mi compromiso para mis clientes y empleados ha sido total y con la conviccion de hacer el bien en todo momento. Mi vida se ha dividido siempre entre mis tres pasiones: mi ciudad, la arquitectura y mis seres queridos, con los que a lo largo de todo este tiempo, he construido una vida llena de retos y satisfacciones, en los que siempre me he sentido como uno de los tantos hijos consentidos de esta ciudad. Soy, según mi propia definicion, un hombre fruto de la cultura del esfuerzo, que se ha ganado cada centavo que ha devengado. He formado una hermosa familia con mi bella e inteligente esposa y mis dos hijas. He colaborado siempre de manera honoraria con diversas organizaciones de la vida cultural, religiosa, profesional y de derechos humanos, incluyendo mi querido Colegio de Arquitectos de Tijuana. Con mi Tijuana, he procreado tres hijos: El Centro Estatal de las Artes del Parque Morelos, El Museo del Cubo del Centro Cultural Tijuana y mi amada Catedral Metropolitana. Tengo, ademas, una gran satisfaccion al haber tenido el privilegio de enseñar la cátedra de arquitectura en una de las universidades más prestigiadas de esta ciudad, y gracias a pláticas y conferencias, compartir mis conocimientos con cientos de jóvenes en todo el Estado. Desafortunadamente, todo esto no ha sido suficiente para proteger a las mujeres de mi vida que han sido las más afectadas en este trance y por ellas, les ruego que las mantengan en sus oraciones. Si lo que me sucedió (y le sigue sucediendo a muchas personas) es el resultado de vivir en esta región fronteriza en donde el tráfico de armas, drogas y personas es la constante, me considero afortunado, pues a pesar de haber perdido tanto, aún preservo el don más preciado, mi vida. Agradezco las muestras de apoyo incondicional y cariño de aquellas personas que me conocen lo suficiente para saber que mis acciones fueron el resultado de una situación de alto riesgo, amenaza e intimidación. Saben que soy un optimista incorregible que cada mañana me digo al espejo, tengo vida, salud, esperanza, una familia por quien luchar y una fe inquebrantable. Por lo anterior y con completa humildad es que pido una disculpa pública a todos aquellos que se sientan defraudados, a mis maestros, colegas, amigos y parientes; especialmente pido perdón a todos los jóvenes que algún día me vieron como un ejemplo. No puedo más que decirles a todos ustedes, que jamás imaginé que estaría inmerso en esta realidad, pues nadie en su sano juicio arriesgaría una carrera de 30 años, ni a una familia como la mía, si no se viera en una encrucijada. Quienes hayan perdido a un ser querido a manos del crimen o que hayan caminado en estos zapatos desgastados por el flagelo del miedo y la impotencia, me obsequiarían sin titubeos su confianza y su amistad. A los demás, les pido el beneficio de la duda antes de que me condenen. El proceso legal está en camino, y espero pronto que concluya satisfactoriamente para mí y mi familia. Atentamente Eugenio Velázquez Bustamante Arquitecto y padre de familia, tijuanense comprometido