Los panistas de Baja California son de lo más abusivo. Olvídese usted de los priistas del pasado, los panistas sin institucionalidad gastan todo y sin mirar. No se sabe a ciencia cierta, de dónde sacan dinero, lo que sí es certero, es que van tras más recursos. Sin discriminar espacio, ni contemplar la legalidad, a los azules les ha dado por inventar sin piedad, entre premios, libros, informes y foros, a los electores quieren engañar, presumiendo su cara en gigante, creen que será más fácil ganar. La Ley contempla y muy claro, que si no es época de informes, no se debe gastar en publicidad, eso para los de cargo constitucional, mientras para los funcionarios, la norma es no destinar pesos y centavos, para su imagen vanagloriar. Pero a los voraces panistas las reglas no les importan, sus abogados las leen solo para sacarle la vuelta, por eso asumen que todos callados se quedarán, y que su teatro del culto a la personalidad en candidatura les redituará. Sin el proceso electoral del 2013 iniciado, la mayoría de los panistas ha arrancado una carrera banal para demostrar su superficialidad. Todos los conductores bajacalifornianos se han de enfrentar a sus imágenes un día sí y otro también. Inmisericordes parecen competir por cuál logra obtener la cartelera más llamativa. Sin liderazgo en el Gobierno Estatal, huérfanos de dirigencia local, y faltos de control nacional, los aspirantes azules acribillan con sus campañas fuera de tiempo y lugar, a los electores que los han de juzgar. La flaquísima caballada albiazul, a falta de ideas y propuestas viables, sin un gramo de responsabilidad social, nos obliga a observar día a día su derroche espectacular. Sabiendo que no deben pedir el voto, ni utilizar logos de partidos, mucho menos ofertar acciones de gobierno, se brincan todas las leyes para satisfacer su ego. El colmo fue Alejandro Monraz; sin cargo, sin puesto sobre el que informar, sin destacada particularidad, y para no quedarse fuera de la competencia de espectaculares, se mandó colgar los propios. Desde la carretera entre Tecate y Tijuana, pasando por bulevares y Río, zona centro y alrededores, la cara del panista derrotado se ve enmarcada en amarillo, color del PRD, fondo blanco y en grandes letras negras su nombre completito. Abajo del mismo la sentencia: “Próximamente”… Los lectores se pueden confundir, al ver las imágenes de los políticos, podrían pensar que próximamente será candidato, cuando lo que advierte es que próximamente publicará un libro. Pero eso viene en letras chiquitas. Un libro de vivencias que jura y perjura él mismo escribió. Otro patético caso es el de Antonio Valladolid, que sin grupo ni espaldarazo, presidente municipal quiere ser. Sin acciones que anunciar, debido a su pobre desempeño en el gobierno federal, promociona de manera espectacular, un “premio” que dice le otorgaron. Con el fondo azul y su sonriente cara, anuncia el notición, que fue objeto de distinción sin saber en cuál condición. Es la primera vez en política, que un funcionario paga carteleras para que todos se enteren de un reconocimiento privado. El ansia de destacar de los panistas, es solo comparable con su ambición por representar a su partido en el proceso electoral del año 2013. Máximo García se cuelga de cualquier pared, con el pretexto de su informe legislativo, para llamar la atención de despistados tijuanenses. Óscar Vega Marín, de pagar la portada de una revista, pasó a promocionarse en espectaculares aduciendo una conferencia de un trabajo sin igual, cuando por todos es sabido, su desmesurado interés por suceder a Lupillo Osuna. Hasta Cuauhtémoc Cardona organiza comidas y pagó anuncios. El propio Gastón Luken, quien en familia tiene el negocio, no ha eliminado su propaganda de cuando fue diputado. Pocos panistas no han caído en la carrera de los espectaculares, Kiko Vega y Héctor Osuna, aun no muestran los dientes en gigantes pancartas. El resto, débil de experiencia, sin trabajo rescatable, y ante la falta de una institución seria, consolidada y una labor benéfica, optaron por ensalzar la imagen personal, sacando la vuelta a la legislación electoral. Abusivos, y ni hablar, los debemos ver a diario, cuando ni precampaña hay.