El señor Javier Antuna siempre ha sido un “francotirador” en la política; jamás ha tenido la disciplina militante que enseña una organización política seria (como la fábrica enseña su disciplina al obrero) y que forma miembros y jefes de partido justos y responsables. Un hombre alejado de toda formalidad combativa, aislado de las masas en lucha y que no ha considerado la superioridad de un partido comunista único, que ni siquiera lo ha concebido “ en el sentido histórico como lo concebía Karl Marx”, es un hombre que siempre tomará partido por la lucha espontánea; y a la ligera, la necesidad de aprovechar toda esa riquísima experiencia que nos ha dejado el movimiento comunista internacional, y en el nacional mexicano; experiencias vividas a través, antes, del Partido Comunista de México y, después, del Partido Comunista Mexicano. El estudio de la historia del comunismo “a lo mexicano” se recomienda a todo comunista que se precie de serlo. En esa historia, el señor Javier Antuna conocerá el terrible daño que le han hecho a la lucha del pueblo mexicano los estalinistas y su jefe José Stalin, de pasada, al que Lenin no miró como sustituto propio por la forma grosera con que trataba a la gente; sobre todo a los correligionarios, cuyas diferencias por no ser antagónicas excluían el asesinato de León Trotsky después, por no pensar éste como pensaba aquél. Cuando la perra es brava, dicen, hasta a los de casa muerde. Y tan bravo fue este mal dictador, que no escapó de sus “mordidas” ni la propia esposa de Lenin, quien tuvo que exigirle que se retractara frente a ella si no quería sufrir las consecuencias. En un país donde no existe un partido comunista fuerte y prestigiado entre la población, no podemos aspirar a tomar el poder político como la vanguardia madre reconocida por las otras; y nomás nos queda elegir la vía que prefirieron, por ejemplo, los comunistas y su partido en Venezuela, que como simples aliados acompañan a la vanguardia chavista en vez de ser acompañados por sus aliados como la vanguardia del pueblo venezolano que no pudieron ser. Esto debido a no poder ganar a la clase obrera y agenciarle sus aliados naturales; y coyunturales como, para el caso mexicano, la burguesía nacionalista. Se equivocan, en particular, los estalinistas y, en general, los sectarios de la izquierda cuando se niegan a perder tiempo para ganar espacio (como aconseja Mao Tse Tung) sacrificando un poco de adoctrinamiento político-ideológico para posicionarse mejor en la geografía. Y no conocen el modo leniniano de “apoyarse en las masas”, que en la coyuntura político-electoral actual no es otro que acompañar a la gente guiada por la vanguardia amloista que con sus consultas al pueblo nos muestra más leninismo que el que pretenden hacernos creer que practican los sectarios con su autoritarismo. El señor Javier Antuna rebaja tanto su lucha ideológica al nivel del berrinche y la altanería que ni sus correligionarios lo aguantan. Dice: “Entre todo este estercolero de coolies de la pluma (…) destacan los ayer enorgullecidos priistas y hoy perredistas-amloistas, Arturo Geraldo y Manuel Suárez Soto. Quienes hoy se ufanan de ser de ‘izquierda’. Y hasta presumen de ser socialistas. El par de reaccionarios gusanos hasta conferencias sobre la libertad de expresión han ofrecido. Desfachatez de este par de epígonos enanos de Goebbels”. Por esto sus correligionarios de México rechazan sus “textos” y lo mandan a refugiarse en la sección Cartaz del Semanario ZETA como colaborador “furtivo”, “colado”. Se queja: “Nadie (…) ha querido dar cabida en sus publicaciones a nuestros textos. Ni La Jornada, ni Proceso”… No quiere nada el pobre, pero sigue quejándose: “Ninguna sedicente publicación comunista, verbigracia, ‘Vanguardia Proletaria’ del Partido Comunista (…) han querido darle refugio a nuestros textos. La gran mayoría denuncias.”… Respóndole, pues, al tono alto y grosero de sus “denuncias”: “No es más hombre el que parece ni el que grita más y espanta –dícele José María Napoleón–, sino el que lleva en su voz la verdad de su palabra. Terminaré este escrito con el último párrafo de mi folleto titulado Cacería de brujas: “Y todo por no querer aplicar el principio operacional más elemental en política: para el marxismo-leninismo no es tiempo de dividir las fuerzas y restar las inservibles para la victoria, sino tiempos de sumar y multiplicar todas las fuerzas afines y no afines contra el enemigo común, por muy a la derecha que estén esas fuerzas. Esto ya lo entendieron algunas que ni siquiera tienen la menor idea de lo que es el marxismo-leninismo. Y entre todas ellas la fuerza principal es el Frente Amplio Progresista (FAP); en torno de la cual, como pequeñas barcazas, navegan otras contra viento y marea para reconstruirse bien y consolidarse mejor en el mar tempestuoso de la lucha contra la ultraderecha. Enemiga común de todas esas fuerzas que combaten unidas, hoy por hoy, como cuando los comunistas, aconsejados por Federico Engels, lucharon junto a la burguesía de su tiempo y espacio contra la monarquía y su absolutismo, para luego irse contra la burguesía misma en cuanto ésta tomara el poder. Una gran variedad de tácticas de lucha y formas organizativas nuevas han surgido en la marcha. Y mientras esto sucede, cuando amigos y enemigos acomodan piedra sobre piedra para reconstruir sus organizaciones respectivas y batirse valerosos en el campo de batalla por el futuro, el señor Javier Antuna se posiciona en lo más alto del edificio de su tozudez y como todo francotirador desquiciado dispara, dispara y dispara a diestra y siniestra contra todo lo que se mueve, precisamente, porque este movimiento es lo que más odian todos aquellos seres que se han tullido en el camino y anquilosado en la lucha debido a su prolongadísima inactividad práctica. ¡Construyamos el Partido Comunista Único de México y sus Juventudes Revolucionarias del Proletariado! Gracias por leerme. Jesús Vicente Cázares Tijuana, B.C.