Los primeros momentos de un toro en la plaza son clave, aunque no del todo decisivos; es tiempo de tomar contacto con la luminosidad y con un terreno totalmente nuevo, que en nada se parece a la dehesa en la que ha pastado. El toro de lidia tiene un sentido de orientación increíble, nunca olvida el lugar por donde entró. El toro manso barbeará y mirará por encima de las tablas, buscando una escapatoria, algunos incluso saltarán. El bravo galopará, acudirá presto a los toques y rematará en los burladeros, haciendo mella en la madera sin encelarse en exceso, negándose en su empeño y dando pelea en otro lugar. El toro que se sube al estribo está indicando que “el ruedo le ha quedado chico”, que le falta terreno para seguir galopando. Los toros pueden salir abantos y luego se van entregando, hay toros o encastes que tardan en definirse. Hay animales que ocupan de mayor tiempo y acostumbrarse al nuevo espacio, pueden hacer “cosas de manso” hasta que toman conciencia de su situación en el ruedo. Esto a veces ocurre luego del primer puyazo, y en otros, hasta concluir el segundo tercio. En cualquier caso, el toro bravo y completo tendrá una salida alegre, trasmitiendo emoción desde que irrumpe. El capote es el primer engaño con que se encuentra, el primer contacto con un torero. Los lances iniciales servirán de tanteo al diestro y al espectador, que podrá empezar a bosquejar su faena y, a partir de ahí, el astado señalará su posterior comportamiento. Hay que tomar en cuenta que el toro se encuentra con toda su fuerza y vigor. Hasta ese momento, el torero no ha tenido la oportunidad de pulsar el ritmo y velocidad con que ataca el animal. El burel deberá acudir a la capa con franqueza, sin cabeceos, sin pretender deshacerse de la muleta por medio de brusquedad. El buen toro iniciará su arrancada con la mano correspondiente al lado por el que atacará. El gran toro embestirá con la misma claridad por los dos pitones. Casi siempre se desplazan más por un pitón, así el animal da su información en relación a su mejor lado. La pelea del toro con el caballo resulta ser el mejor termómetro para calificar su bravura, aparte de tratarse de uno de los momentos más bellos de la lidia. El toro debe picarse para descongestionarse, la suerte de varas no es un trámite, al sangrar el toro, ahorma su embestida y se templará, se tiene que picar arriba. Tendrá que quedarse fijo en los bajos del peto, empujando con los riñones, nunca con el cuello, descargando toda su fuerza en su intento por mover al caballo. Es una obligación ejecutar la suerte de varas con corrección. arruzina@hotmail.com