A Sócrates Bastida lo ungió dirigente estatal del Partido Acción Nacional en Baja California, José Francisco Blake Mora. La especial cualidad que le vio entonces el fallecido panista a Bastida fue la incondicionalidad y maleabilidad. En febrero de 2011 cuando a Sócrates se le sacó de la Secretaría de Protección al Medio Ambiente del Gobierno del Estado de Baja California, y fue enviado a contender por la dirigencia estatal, José Francisco Blake era Secretario de Gobernación y su traza política lo encaminaba a la candidatura por este estado en el 2013. Encargado del despacho interno en Baja California Cuauhtémoc Cardona Benavides, hizo de tripas corazón para hacer perder a su comadre, amiga y compañera de grupo político, la panista Ruth Hernández, quien por la libre se oponía a la imposición de Bastida orquestada por Blake y José Guadalupe Osuna Millán. Cardona “Benacá” –como también se le conoce–, igualmente utilizó los tradicionales artilugios presupuestarios para orientar la elección interna hacia Sócrates Bastida, que, vaya, apenas movió labio y ya se había comido el bocado de pan que le pusieron sobre la mesa. La llegada de Sócrates al PAN Estatal era parte de una estrategia integral que armaba Blake para llevar a buen término su aspiración al Gobierno de Baja California. No hacía falta pues, que Bastida intentara hacer algo por transformar al Partido, tampoco que innovara, su papel era mantener las formas y seguir el proyecto Blake. Por eso se le sacó de la nómina gubernamental y se le inscribió en la nómina azul. La mala fortuna acabó con la vida del Secretario de Gobernación. El helicóptero en el cual viajaba a una visita oficial se estrelló la mañana del 11 de noviembre de 2011 en una zona montañosa del Estado de México. Con él murieron los planes de un grupo del PAN BC y el entramado que para ello armaron se volvió inservible. Obsoleto. Ahí quedó la dirigencia del PAN en las manos sin iniciativa de Sócrates Bastida. También la estructura proselitista que Óscar Vega en rapiña política ahora encabeza. Es claro pues, y no es desconocido ni en la oficina del Gobernador, ni en Los Pinos, ni en el CEN panista, que Sócrates Bastida ya no debe estar al frente del PAN. No solo porque el propósito para el cual fue electo ya no existe, sino además porque no tiene ni la personalidad, ni el empuje, ni la chispa, ni las ideas, ni los conocimientos, para ganar en 2013 lo que tienen desde 1989. La gubernatura de Baja California. Ya en tutela de Bastida, pero con candidatos oficiales que le fueron impuestos desde la Secretaría de Gobierno de Cuauhtémoc Cardona “Benacá”, Sócrates perdió las elecciones de 2012. El triunfo de Ernesto Ruffo, como bien lo anotó el mismo Senador, no se lo debió al PAN, sino a su popularidad. Y el de Juan Manuel Gastélum, fue más los rescoldos azules en el quinto distrito que otra cosa. Con ocho aspirantes haciendo campaña todos los días (especialmente Gastón Luken, Cuauhtémoc Cardona, Óscar Vega y Jaime Díaz), Bastida no ha tenido la talante para bajarles los ánimos y meterlos al orden en tiempos que no alcanzan ni la categoría de preelectorales. Todos andan por su lado, todos lo ignoran y es necesario que de manera frecuente y desde el centro del País, Gustavo Madero o Juan Manuel Oliva vengan a pretender ordenar en Baja California lo que Sócrates es incapaz de controlar: la efervescencia de ocho que puede llevar al partido a la división y de ahí a la inevitable derrota en las elecciones del 2013. En estas condiciones, al Partido Acción Nacional en Baja California le urge una renovación de dirigencia. A menos, claro, que el compromiso con el actual dirigente sea que él levante la mano del afortunado seleccionado con el dedazo nacional –sea por encuesta o por aclamación–, en cuyo caso, el PAN irá irremediablemente al fracaso. Otra vez.