A poco menos de dos meses de la toma de protesta del presidente electo de México, Enrique Peña Nieto, los principales actores políticos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), comenzaron la pugna sobre el reparto de las delegaciones federales en Baja California Sur. Después de 12 años de sequía, hoy la clase política priista está que “se quema las habas” –como dice un refrán popular– y pensando en regresar a sentarse en la silla que durante 70 años fue suya en las delegaciones, la cual perdieron tras la llegada del PAN a Los Pinos, y fue entonces que tuvieron que conformarse solo con lo que pudieran “agarrar” entre estructuras partidistas y gobiernos municipales. Desde el año 2000, fue una regla que los presidentes en turno no consultaran al gobernador, sobre la designación de las delegaciones, y menos a los del PRD. Más bien, la comunicación era con la dirigencia de su partido, el PAN, y de ahí eran recomendados quienes pudieran ser nominados para conservar “sus cuotas de poder”, no importando mucho la capacidad. Así fueron designados muchos delegados federales, como sucedió por ejemplo con Maritza Muñoz Vargas y Alfredo Zamora García, quienes antes del triunfo del gobernador Marcos Covarrubias Villaseñor, estuvieron ocupando la cartera en Procuraduría Federal de Protección al Medio Ambiente (Profepa) y Registro Agrario Nacional (Ran). Obviamente, descobijados, los priistas comenzaron a emigrar a otras fuerzas políticas, aun cuando es sabido que el PRI parió a la mayoría de los políticos en el estado, incluidos los últimos tres gobernadores, lo que prueba que la alternancia es muy relativa en lo ideológico, ya que la clase política, tiene raíces comunes desde el punto de vista partidista, y la cual siempre ha sido pragmática. Para muestra un botón, es el caso del hoy senador del PAN, Carlos Mendoza Davis, hijo del ex gobernador priista, Ángel Cesar Mendoza Arámburo, y quien después de ser “un cuadro activo del PRI”, tuvo que emigrar porque nomás no daba color, y fue hasta el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, cuando su discreta carrera política, cobró relevancia al coordinar la campaña del actual gobernador, Marcos Covarrubias Villaseñor. Hoy por hoy, los cuadros distinguidos del priísmo –químicamente puros, como se dicen— ya comenzaron a filtrar nombres de quienes podrían ocupar las futuras delegaciones a partir del mes de marzo del próximo año. Ciertamente hasta este momento no hay nada seguro para nadie por más buenas intensiones que tengan “en servir a la sociedad” o servirse de ella, aun cuando presuman y se jacten de tener el visto bueno de los senadores Ricardo Barroso Agramont e Isaías González Cuevas y los alcaldes Esthela Ponce Beltrán y Jorge Avilés Pérez, los cuales serán protagonistas del choque de trenes, cuando comience el reparto de las delegaciones federales; claro, siempre y cuando, los recomendados no vayan a ser vetados por el gobernador Marcos Covarrubias Villaseñor. Pronto se despejará la incógnita.