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martes, abril 2, 2024
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El discurso optimista de Ángeles Mastretta

Como señal de un importante acontecimiento, ocho espectaculares luces robóticas color azul emanaban desde en medio de Las Torres del Bulevar Agua Caliente de Tijuana. Una alfombra roja daba la bienvenida a los emperifollados asistentes. Por lo menos 350 invitados esperaban ansiosos. De vestido largo color negro con flores blancas, la figura estelar apareció: Era la sonriente Ángeles Mastretta, que la noche del lunes 15 de octubre, iba dispuesta a discurrir sobre filantropía y literatura, historias personales que han determinado su obra y algunos textos compartidos con anterioridad o pistas sobre “La Emoción de las Cosas” (Seix Barral, 2012), su más reciente publicación. Obviamente, antes de su esperada charla, sus lectores aprovechaban la oportunidad para conseguir la añorada fotografía con la narradora o el ansiado autógrafo en alguna de sus imprescindibles novelas. A eso de las 9:10 de la noche, Mastretta daba inicio su conferencia.  “Estoy un poco molesta de luz, ¿es posible que haya menos?”, expuso al disponerse a leer su discurso. Entonces hizo el primer esfuerzo para dar lectura: “¿Para qué hacer un libro? Los libros son objetos solitarios, solo se cumplen si otros los abren; solo existen si hay quien esté dispuesto a perderse en ellos”, sentenciaba. “Los que hacemos libros nunca estamos seguros de que habrá quien le dé sentido a nuestro quehacer. Vivimos un día aterrados y otro dichosos, como quien camina por el borde de un acantilado. ¿A quién le importa todo esto? ¿A quién le importará?, nos preguntamos, dándonos la oportunidad de sentirnos útiles”, discurría la autora, parafraseando el texto “Soñar una Novela”, a propósito de “Mal de Amores” (Alfaguara, 1997). Cuando Mastretta terminaba un relato, aprovechaba la ocasión para hacer algún comentario, o para agradecer a los organizadores la invitación: “Tijuana, un lugar al que mejor no vamos, eso pasaba hace dos años; ahora éste es un lugar al que venimos con mucha alegría”. Una de las características en la obra de Ángeles Mastretta es la esperanza. También en sus cuentos y columnas en la revista Nexos abundan la esperanza y el optimismo: “Quién sabe si el mundo tiene remedio, pero para remediar nuestra vida tenemos que mantener con nosotros la certeza de que sí lo tiene”, leía convencida. Luego de 15 minutos, la narradora volvió a dirigirse a los organizadores, reclamando una intensa luz morada que la encandilaba: “Vieran qué trabajo me está costando hablar con ustedes con una luz morada en mis ojos”. Durante los 40 minutos de su discurso, en seis ocasiones interrumpió su lectura: “¿Pueden apagar, por favor, la luz morada?”, imploraba Mastretta, pero ningún organizador solucionaba la grosería. “¡Cuánta maldad, ¿eh?, cuánta maldad!”, lamentaba. Su optimismo salió avante: “Hay algo que me gusta de ser escritora: Que se puede uno encontrar en los ojos de otros”. La narradora culminó su intervención: “Terminé un libro. Por desgracia, no es algo que me pase una vez al año”, dijo en referencia al título autobiográfico “La Emoción de las Cosas”; “un libro narcisista”, como lo describiría previamente a ZETA


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Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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