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viernes, octubre 11, 2024
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De chile, de dulce y de manteca

Sirva la presente en primer orden para saludar afectuosamente al personal de ese prestigiado semanario, pasando a hacer las siguientes referencias: El actual escenario político en México evidentemente es una soberana ensalada de ideologías, en la que se vaticina el cambio de color, o de humor, dependiendo del rumbo que tomen los vientos en las elecciones por venir. Originalmente y a nivel mundial, han existido básicamente dos corrientes políticas: la liberal y la conservadora. Los liberales, apostados en las conquistas de los derechos fundamentales del hombre e inspirados en los resultados de las diferentes revoluciones intelectuales y armadas que han surgido en la historia con muy buenos resultados, como la ilustración, la revolución francesa, la independencia de lo que hoy es Estados Unidos y la propia independencia de nuestro país, siguiendo la misma directriz, se pronuncian por cambios estructurales que modifiquen la situación actual, en aras de una más igualitaria, más democrática, más justa. Por su parte los conservadores, como su nombre lo dice, con la intención de conservar los privilegios de las clases y grupos de elite, pugnan precisamente por lo contrario, porque no haya cambios, aspavientos, revueltas, inconformidades, sino más bien porque el aparato social y político se mantenga así, asemejando a los pudientes y necesitados con el agua y el aceite, donde el más viscoso no puede ni debe permearse con el otro, dejando claro que son sustancias, perdón, clases diferentes y que los necesitados están ahí para soportar las inclemencias de la economía, la pobreza, las nulas oportunidades, para que el regordete del privilegiado pueda amasar más fortuna sin preocuparse por el índice nacional de precios al consumidor, o de la carrera de precios y salarios, o de la espiral inflacionaria. No. Para eso están los jodidos. No obstante lo anterior, más vale acomodarse pa´ donde haya más aire y así evitar el calor. Así suena el rumor de los panistas y perredistas que están considerando la posibilidad de conformar una alianza para poder ganarle al PRI, sin importar qué tanto pueda resultar golpeada la ideología del partido con eso, pues lo verdaderamente importante es ganar. Creo que la esencia del sistema de partidos ya se perdió. Ni el institucional ni el democrático son revolucionarios, porque del espíritu de la Revolución Mexicana no les queda nada (si es que alguna vez la tuvieron), ni el azul resulta puramente conservador. Ahora son revolucionarios o liberales y conservadores moderados, nada de radicalismo. Esa actuación me recuerda al tristemente célebre Antonio López de Santa Anna, quien se paseó por todas las corrientes políticas de acuerdo a su conveniencia, con los resultados que ya todos conocemos, habiendo sido necesaria en el corto plazo la llegada de un Juárez y tiempo después en una situación análoga de un Madero, quienes dieron todo lo que estuvo de su parte para instaurar una república democrática. A propósito: Que un tribunal valide una elección no es democracia, cuando todos sabemos que los votos fueron comprados (así es, todos lo sabemos), así como tampoco es signo de democracia el hecho de que los partidos se coaliguen para obtener mejores resultados en la elección. Un posible diagnóstico de acuerdo a la sintomatología sería que los partidos actuales ya están “corrompidos” (si se vale el término), dañados, obsoletos, se convirtieron en agencias de colocaciones. Deben buscarse o crearse más opciones que verdaderamente representen al pueblo, sin politiquería barata, sin demagogia, en la que se precien de estar las personas más honestas, decididas, preparadas e inteligentes, donde haya apertura y conciencia de clase. ¿O será necesario un movimiento social como en 1810, 1910, y levantar de sus tumbas a los próceres para que nos reorganicen todo este argüende? Porque está visto que ni con cien de los mexicanos actuales se alcanza a hacer uno de los de aquellos tiempos (me incluyo en los primeros mencionados). ¡Ah! Y no salgamos con que los tiempos son diferentes, o con que ahora estamos en el país de las instituciones, porque que yo sepa las instituciones las conforman personas y no obstante su existencia el hambre es la misma, las zonas de pobreza extrema siguen siendo las mismas en las que se hace patente la carencia de servicios básicos y el nulo acceso a las mínimas garantías, como la educación y la vivienda de las que adolecen millones de mexicanos que más que computadora para sus hijos estudiantes (permítanme que me ría) quisieran tener energía eléctrica, un refrigerador y salario suficiente para llenarlo de comida para su familia… y también los abusivos que viven a costa de los más jodidos siguen siendo los mismos, nomas con otra cara y otro nombre…o sea que la situación es similar a la que imperaba antes de los movimientos sociales ya mencionados… Interesante, ¿no? Atentamente: Lic. Alfredo Flores Ramírez Correo: buho-afr@hotmail.com

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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