El poder del Señor no ha disminuido, como para no poder salvar, ni se ha vuelto tan sordo como para no poder oír. Pero las maldades cometidas por ustedes han levantado una barrera entre ustedes y Dios, sus pecados han hecho que Él se cubra la cara y no los quiera oír. Ustedes tienen las manos manchadas de sangre y los dedos manchados de crímenes, sus labios dicen mentiras, su lengua emite maldad. Nadie hace denuncias justas, ni va a juicio con honradez. Confían más bien en la mentira y en palabras falsas, están preñados de maldad y dan a luz el crimen. Incuban huevos de víbora y tejen telarañas. El que come esos huevos, se muere y si uno los aplasta salen serpientes venenosas. Con esas telarañas no se hacen vestidos, nadie puede vestirse con lo que ellos tejen. Sus acciones son todas criminales: sus manos trabajan para hacer violencia. Y sus pies les sirven para correr al mal, para darse priesa a derramar sangre inocente. Sus pensamientos se dirigen al crimen y a su paso solo dejan destrucción y ruina. No conocen el camino de la paz, no hay rectitud en sus acciones. Los que siguen son torcidos, los que andan por ellos no encuentran paz. Isaías 59:1-8 José Luis Ramírez Tecate, B. C.