La familia de Eduardo Arellano Félix no fue enviada a San Pedro Garza García, Nuevo León, como la de su hermano Benjamín. Permaneció en Tijuana desde 1998 hasta 2000. Pero no se decidió por una colonia de lujo ni ocupó tres chalets. Al contrario. Escogió una modesta colonia: La Buenavista, localizada a las faldas de un cerro, entre la populosa Zona de Otay y otras más antiguas: Sepanal y Santa Fe. Construyó una residencia de dos pisos y estacionamiento subterráneo. La arquitectura es de estilo californiano. Pintada con colores pastel. Resalta entre las casas de madera. En su mayoría de segunda mano, importadas de Estados Unidos. Acondicionadas y conservadas con mucho cuidado por sus habitantes. Hay también viviendas bonitas, nuevas, pero no son tantas. Muy cerca está la canalización del Río Tijuana con sus avenidas y vías rápidas laterales. Esto permite a los habitantes de la Buenavista trasladarse rápidamente a cualquier punto de la ciudad. Y en menos de diez minutos llegar a la frontera. También su avenida principal, al norte, conecta con el Aeropuerto Internacional “Abelardo Luján Rodríguez”. Actualmente la residencia está abandonada. Supe que se construyó sin tener permiso oficial. Además no está inscrita en el Registro Público de la Propiedad. Eduardo es Médico Cirujano. Tiene 44 años y nació exactamente el 10 de noviembre de 1956. Me han referido que influye demasiado en su hermano Benjamín. Lo ha impulsado para dominar el narcotráfico en una importante zona del occidente mexicano. Igual a sus hermanos, Eduardo tiene una historia singular. Vivía en la Calle Elota sin número del Fraccionamiento Las Bugambilias, Segunda Sección en la Delegación Mesa de Otay. Esta es una mejor zona comparada con la Buenavista. Pero el 23 de noviembre de 1998, quién sabe cómo explotó un calentón. Por infortunio la esposa y sus dos hijos sufrieron quemaduras. Inmediatamente los trasladaron a un hospital de especialidades en San Diego, California. No tuvieron problema con los agentes de Inmigración de Estados Unidos al cruzar la frontera. La policía anti-narcóticos estadounidense DEA estuvo vigilando el hospital en espera de Eduardo pero no apareció. Cuando dieron de alta a la señora y los pequeños, fueron seguidos por los detectives hasta la línea divisoria. Esto fue divulgado por el periódico The San Diego Union el año pasado en un extenso reportaje. Hace tres meses me lo confirmaron oficialmente. En aquel tiempo los policías de Estados Unidos avisaron inmediatamente a la Delegación de la Procuraduría General de la República en Tijuana. Me supongo les dijeron: “Van para allá”. El chiste era seguirlos en territorio mexicano para ubicarlos y esperar la visita de Eduardo. Pero “inexplicablemente” los agentes federales según eso ni cuenta se dieron cuando entraron a nuestro país. Fue lógico que lo ignoraron sabiendo de quién se trataba. No dudaría si alguien me dijera, que al contrario, recibieron protección al cruzar la Línea Internacional y trasladarse a donde vivirían temporal o definitivamente. No sé adónde se alojaron. Ni certeza o informes tengo para asegurar que a la misma casa donde sucedió la explosión. Pero el grupo de inteligencia que persigue a los Arellano desde el año pasado, encontró la nueva residencia. Estuvieron al pendiente en espera de Eduardo. Igual que en San Pedro Garza García con Benjamín, pero nunca aparecieron. Naturalmente, los investigadores no molestaron a la señora y los niños. Pero cuando abandonaron la residencia en la Colonia Buenavista de Tijuana, indudablemente fueron seguidos. Ahora, me imagino, están bajo vigilancia en otro lugar que no me ha sido confiado. Sólo supe que mientras estaban sitiados, los perseguidores dijeron haber visto vehículos de modelos 1998 al 2000, así como una motocicleta. El grupo de investigadores también localizó el lugar donde vivió Enedina Arellano Félix. Utiliza el nombre de María Celia Félix Amézquita. Es Licenciada en Contaduría Pública. Fue representante de la compañía “Grupo Constructor del Noroeste”. Los investigadores sospechan que esta empresa fue manejada ilegalmente. No está inscrita en el Registro Público de la Propiedad. Enedina no escogió San Pedro Garza García, Nuevo León ni Tijuana, Baja California. Vivió en el “Condominio Castilla”, en la calle Sendero de los Álamos en el Fraccionamiento Puerta de Hierro en Zapopan, Jalisco. Estuvo casada con Luis Raúl Toledo Carrejo. A este señor se le identifica como “lavadólares” negociando con compra y venta de casas principalmente en Sinaloa y Tijuana. Tiene órdenes de aprehensión por delitos contra la salud y acopio de armas. Es oficialmente sospechoso de participar en el asesinato del Cardenal Juan Jesús Posadas y Ocampo. Este hombre, pocas veces fue mencionado en el caso del religioso asesinado en el Aeropuerto Internacional “Miguel Hidalgo” de Guadalajara. Enedina está casada ahora con Othón Zazueta Beltrán. Dos personas con estos mismos apellidos viven, una, en el Fraccionamiento Royal Country en Zapopan, colindante con Puerta de Hierro. Otra, en el Fraccionamiento Lagos del Country en Zapopan. También está identificado Demetrio Zamora Gaxiola, como otro importante operador de billetes y casado con una hermana más de los Arellano Félix. Los datos le señalan como constructor en las más hermosas zonas de Mazatlán. “Tenemos ubicados a todos los familiares de los Arellano Félix”, me comentaron ciertos investigadores. Y en su opinión, ahora se encuentran en una situación más difícil comparada con la que vivieron los últimos 15 años. Cada vez detienen a más de sus hombres o mujeres clave. Disminuye el número de policías a su servicio incrustados en las policías federal, estatal y municipal de todo el país. Me dijeron “no es un juego de palabras, pero creemos que su captura no será muy fácil, pero ahora es menos difícil que hace meses”. Pero no me pudieron responder una pregunta: Si los detienen, ¿serán enviados directamente a Estados Unidos o se quedarán en México? Escrito tomado de la colección “Conversaciones Privadas”, propiedad de Jesús Blancornelas.
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