Margarita es terrenal

Orgullosa de sus raíces, de la tierra que la vio nacer, y agradecida con un país que le abrió los brazos para trascender en la música, Margarita la Diosa de la Cumbia engrandeció a Colombia por su folklor, mostrando en todo momento un rostro feliz al mencionar el sitio donde nació y las tradiciones de la entidad; además de alabar a México por su cultura, su gente y el amor que el pueblo azteca le ofrece a los artistas que llegan del extranjero. Celebrando 30 años de cumbia, la cantante brindó un espectáculo lleno de sabor, sazonado de ritmos latinoamericanos, cumbia, canto, baile, orgullo y pasión. Un show donde la invitada especial fue la majestuosa Luna, que con su brillo iluminó el escenario de una estrella comprometida, honesta, sencilla y llena de vigor; una Margarita terrenal que llevó a su público en una montaña rusa de emociones, poniéndolo de pie desde la primera canción hasta la última, regalando sonrisas, buena vibra y danza acompañada, de 16 bailarines y su grandiosa big band. De poco sirvieron las pistas de baile que se colocaron en diferentes puntos del Rancho San Gabriel, pues ni una sola persona se quedó quieta ante la seducción de los ritmos de Margarita, una colombiana que persuadió con temas como “La Pollera Colorá”, con la que abrió el recital en la cálida noche del primer sábado de septiembre. “Muchísimas gracias por estar esta noche, en donde vamos a bailar, porque éste es un lugar mágico; espero que me hayan hecho caso y en la puerta hayan dejado el equipaje que no nos sirve, porque en este momento vamos a vivir una terapia sabrosa de puro positivismo, de alegría, de canto, de baile, de ritmo, de risa, de lo que Ustedes quieran, y la que esté incómoda con sus tacones, van para afuera, yo no tardo, no tardo… Así que a soltar el equipaje, a pasársela bien y a gozar la vida, porque la vida es ahora, en este momento, no mañana, porque mañana sabrá Dios qué viene… ¡todos las manos arriba!”, grito Margarita con entusiasmo, mientras la gente le respondía con júbilo, sabedora que esa noche el lugar se convertiría en una pista de baile gigante. Así llegó el combo de canciones, una tras otra con la misma sensación de fiesta, guapachosas, cumbiancheras y por supuesto para bailar: “El Equipaje”, “Mi Bombón”, “Que Nadie Sepa mi Sufrir”, “La Vida es un Carnaval”, “Mira, Mira”, “Esta Vida”, “Escándalo”, “Soledad” y “Corazón Partío”. “Quiero decirles a todos Ustedes que por favor siéntanse orgullosos de la tierra que tienen, es maravillosa, sobre todo siéntanse orgullosos de tener lugares como éste (los viñedos), donde pueden venir a pasarse un rato bien agradable en familia y en paz, así que quiero compartir con Ustedes esto hoy. Los seres humanos en la historia no somos absolutamente nada, y la historia la compartimos tanto los mexicanos y colombianos, que parece increíble que con tanta comunicación, muchas personas no sepan que en Colombia también fuimos conquistados por los españoles y que también traemos las raíces de los africanos, y las raíces de los indios también. Esta mezcla de esas tres razas dan como resultado este ritmo maravilloso que tenemos todos los latinoamericanos que compartimos esta historia”, refirió con orgullo la diosa colombiana, para continuar su interacción con el público: “Quiero que vean cómo se fusiona la raza africana, la india y la española. Esto se llama ‘Las Cantaoras’, mujeres que cantaban solitas, sin ningún instrumento, cuando el hombre se iba a labrar la tierra o se iba a pescar, y le cantaban a la tierra para que diera su fruto, igual que el fruto que llevaban en su vientre”. Fue entonces que una danza sublime acompañada de “Aguacero de Mayo”, fusionó en música y colorido lo que Margarita había dicho con palabras. De sus tres décadas de carrera artística, la Diosa de la Cumbia recordó momentos con La Sonora Dinamita, y no podían faltar los éxitos “Mi Cu Cu”, “El Africano”, “Capullo y Sorullo” y “A Mover la Colita”. Luego hizo una pausa para presentar a su hijo:  “Quiero compartir lo más preciado que existe, es que hace 22 años en algún tiempo yo pasé por aquí con La Sonora Dinamita y seguramente llegué embarazada; traía en el vientre un niño que escuchaba ‘Escándalo’ desde que estaba en mi barriga, y cuando nació, no tenía quién me lo cuidara, así que mi hijo es un hijo de la música”, reveló con un nudo en la garganta. “La cosa es que no puedo compartir algo más grande con Ustedes que ver, después de 22 años, a un niño convertido en un profesional; es ingeniero en producción musical, y quiero agradecer a cada uno de Ustedes, los que comparan los discos, los que han mantenido a La Diosa de la Cumbia en el escenario. Les quiero compartir ese fruto de mi vientre; él es Jonathan, que se ganó supuesto en esta orquesta, y como él es preciado para mí como lo es mi público (se dirige a su vástago viéndolo a lo ojos), quiero compartirte mi público, que es algo maravilloso, quiero que lo respetes, quiero que cuando alguien te pida un autógrafo se lo des, quiero que seas humilde ante todo, y con mucha humildad recibe el aplauso del público, porque éste es el hijo de Ustedes, y Ustedes son el público de él”. La gente recibió al joven con aplausos, mientras Margarita desapareció del escenario para dejar a su hijo interpretar “Un Montón de Estrellas” en solitario. Con el ánimo en su máxima potencia, la colombiana regresó para cerrar su espectacular concierto con más éxitos de su prolífica carrera: “Qué Bello”, “Wepa”, “Colegiala”, “Nube Gris” y “La Gota Fría”. Entre aplausos y al coro de “otra, otra, otra”, luego de dos horas de espectáculo, el público pedía más, ante lo cual la Diosa de la Cumbia regresó al escenario para cumplir el deseo de las más de 5 mil personas allí presentes e interpretar de nuevo “Mi Bombón” y “Qué Bello”, despidiéndose con “Oye”. Porque cuando la vida se pone difícil, hay que cantar; y con su fuerza, ritmo y pasión, esa noche de sábado Margarita hizo al público bajacaliforniano olvidar sus penas.