Los complejos y recientes problemas del estado no pueden resolverse con improvisadas teorías o sobre falsos supuestos y menos por un personal de dirigentes improvisados. La presencia del estadista, del hombre y mujer de ciencia, del gobernante capacitado y, por qué no decirlo, del filósofo, deberán facilitar las tareas gubernamentales. Las profundas injusticias sociales que aún dominan a todos los regímenes políticos del mundo, incluyendo las más adelantadas democracias, constituyen fallas injustificadas de la sociedad humana, sin excluir ninguno de sus aspectos esenciales. Al cabo de los siglos acabaremos por darle la razón a Platón cuando en la República (Libro V, sec. 473), genialmente afirmó: “A menos que los filósofos gobiernen como reyes en las ciudades, o que quienes se llaman ahora reyes y príncipes se vuelvan auténticos y adecuados filósofos, y el poder público y la filosofía se unan, y a menos que las numerosas naturalezas que se dedican ahora, bien a la política, bien a la filosofía, a la una con la exclusión de la otra, se les prohíba por la fuerza este comportamiento, no terminarán los males de las ciudades, ni, creo yo, de la humanidad”. Mas los filósofos están aun muy lejos de nuestra vida social. Los profundos problemas sociales son todavía insuperables y requieren de la presencia de “hombres prácticos”, de hombres avezados en los pormenores de la política “práctica”, que manejan hombres, ideas y sistemas políticos propios de la vida nacional y se complican con los difíciles problemas de la vida internacional. Mas estos hombres prácticos suplen su falta de conocimiento con un verbalismo estéril que acaba por destruir las instituciones. La profunda transformación social que se avecina requiere de la formación de hombres y mujeres de ciencia y de técnicos, al mismo tiempo que dirigentes militantes de partido. Cada día la vida política será más intensa y contradictoria. El mecanismo del estado puede triturar al hombre, pero también puede salvarlo. (Narrativa tomada del libro Ciencia Política de Andrés Serra Rojas. Marzo 4 de 2012. Vicente Martínez Méndez Tijuana, B.C.