Por allá en el 1985, recién egresado de la Escuela Militar de Clases de las Armas, y como comandante del destacamento militar que vigilaba en aquellos tiempos a la Geotermoeléctrica de Cerro Prieto, productora de energía eléctrica que se consume en el Estado de Baja California; los que saben, dicen que también se importa a los Estados Unidos. Pues bien, el suscrito flamante novel sargento recién salido de la EMCA, y con todas las expectativas de echarle todas las ganas en las filas y sobresalir de todos aquellos sargentos lacras, marrullas y sobretodo mediocres, pero que siempre habrá piedritas en el camino que te aminoran tu empuje, en fin, que llegué y recibí el destacamento militar, mis soldados; cuatro cabos y 16 soldados rasos… Una verdadera pocilga el alojamiento de los militares. Un cuartucho de láminas acanaladas de hoja, todas carcomidas por la humedad y salitre que ahí se produce. Pensé y vociferé mil vituperios contra todo aquello que olía a valemadrismo, flojera y dejadez. Y es que para el suscrito era una verdadera majadería y leperada, que los vigilantes de la paraestatal que más le produce al Estado mexicano, pernoctaran como verdaderos pordioseros. El Servicio de armas del Destacamento duraba un mes. A los tres días de haber llegado, elaboré un documento dirigido al Sobrestante de la Geotermoeléctrica. En dicho documento le estaba yo solicitando y con carácter de urgencia la construcción de un alojamiento digno de habitar por los militares que prestaran el servicio de guardias de seguridad a dicha paraestatal. En dicho documento, le hacía yo la sugerencia de desconcentrar dicho alojamiento a un lugar más nuclear para el servicio. Y es que el punto neurálgico donde yo proponía dicha construcción, permitiría que el servicio fuera más efectivo en un dado caso de urgencia. Le proponía yo las medidas del alojamiento pensando en que se engrosarían las fuerzas a futuro, y le daba yo también la sugerencia de toda clase de pormenores, como la construcción de casetas de vigilancia, construcción de un armero, un lavadero de material que el personal requiere, mesas comedor empotradas en la pared, para evitar el deterioro que todo mueble sufre con el tiempo, etc., sin descartar que el sujeto al que yo dirigía el documento se hiciera del chis en los pantalones después de haberse reído por horas de mi atrevimiento; también le envié copias al comandante de mi unidad. Incluso le envié una copia al Jefe del Estado Mayor de la Segunda Zona Militar, para su conocimiento… Envié a un cabo a que hiciera la repartición de las copias y la original para el jefe de la Geotérmica… no habían pasado ni dos días, cuando llegó mi comandante de compañía, echando lumbre por el hocico. Había explotado la bomba. Que el coronel comandante de mi batallón, estaba que se lo cargaba la china Hilaria con el suscrito por haber hecho dicha solicitud. El coronel dio órdenes, que en cuanto el suscrito llegara a Mexicali, lo pasaran arrestado 15 días con perjuicio del servicio. Ordenó también a su secretario, que enviara una carta al Sobrestante de la Geotérmica en donde le hacía una rogativa de devolución, en cuanto a que dicha solicitud de la que le estoy hablando, pues que había sido mal elaborada, que no se tenía ningún concomimiento sobre dicha solicitud, en una palabra la dejaran sin efectos. Rogando también que si no existía ningún problema se devolviera dicho documento a la comandancia del batallón. Mil disculpas se pedían. De la dirección de la Geotérmica le contestaron que ese mismo día que había llegado la solicitud y que tal y como el suscrito había solicitado con carácter de urgencia, que ese mismo día se había elaborado y dirigido a la central de la Comisión Federal de Electricidad en México y que ya habían contestado que en menos de un mes, estarían trazando los planes para la construcción de dicho alojamiento. De todo esto, nadie nos enteramos. Incluso el suscrito cuando llegó a Mexicali, después de haber sido relevado del destacamento, cumplió con el castigo de 15 días de arresto. 15 días que en lugar de llegar a ver a mi familia, me los boté en bartolinas. A los dos meses de que el suscrito había elaborado dicha solicitud, el comandante del batallón, reunió a todo el personal para darles a conocer que gracias a sus gestiones en la Geotérmica de Cerro Prieto se estaba construyendo un local de material con todos los pormenores habidos y por haber, habitables. Jamás habló a cerca de quien había sido el responsable de dicha construcción. Mis compañeros que sí sabían y que regaron todo el chisme, solo se reían en forma silenciosa. Y el suscrito con gran regocijo más que recibir un latigazo en la espalda, supo una vez más, que el que no habla, Dios no le oye. Aunque otros gocen de gloria, de honores, eso es pasajero. Como a los 8 meses me tocó ir de nuevo al destacamento, y sí, estaba construido exactamente en donde el suscrito lo solicitó. Incluso hasta la forma y medidas estaban tal y como el suscrito lo había solicitado. Después de haber visto la obra que yo mismo con toda dignidad solicité, me sentí como dijo “Clavillazo”, a todo darrrr… Probablemente usted que me lea, dirá: ¿por qué no anotó nombres? Se lo diré, el mencionar los nombres de aquellos sujetos que de alguna manera me denostaron con sus mediocridades, es como hacerles algún reconocimiento, y qué mejor reconocimiento que el ostracismo, digo, ¿no? Todo comentario y crítica, será bienvenido. Gracias. Salomón López Chávez, Mexicali, B.C. Correo: nomolas150161@hotmail.com