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martes, octubre 1, 2024
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Soledad

Soledad: es la palabra que identifica un estado emocional o físico del ser humano, es la ausencia total de compañía y el alejamiento de las relaciones sociales, es el aislamiento voluntario u obligado que en ocasiones se cierne sobre nuestras vidas. Es la reclusión espiritual y material que nos priva de convivir con el resto de la sociedad. Es la separación definitiva de todo aquello que nos permita la comunicación con nuestros semejantes. La soledad es una situación que para muchas personas representa sufrimiento, sobre todo para aquellos que la perciben como marginación, o bien que su condición se deba a la pérdida fatal de sus seres cercanos, o al desprecio mismo de sus congéneres. Hay también quienes padecen de esta condición solitaria gracias a una actitud introvertida aunada a una conducta tímida que no le permite relacionarse con las personas con quien convive. También existen individuos que viven en soledad por voluntad propia, y sin que exista un motivo que los obligue a la separación parcial o total del núcleo humano en el que se desenvuelven y deben de convivir. Este grupo en particular disfruta de la incomunicación  y retiro en que se desenvuelve su vida, alejado y renuente a todo lo que represente socializar. Pero también existen quienes se encuentran inmersos en un mundo solitario por circunstancias ajenas a su voluntad. Aquellos a quienes el destino los colocó en un medio hostil, en el que la única alternativa para poder sobrellevar la existencia es el aislamiento y la soledad. Ése es un pequeño grupo que deambula en solitario y que crea su propio espacio sin depender de los demás para tratar de ser feliz. Existe la soledad pasajera: es aquella en la que el individuo se aísla solo para reubicar su vida, y después se integra de nuevo a su entorno social sin mayor problema. Y existe la soledad permanente la cual obliga al afectado a vivir y encerrarse en un mundo autónomo e independiente del resto de la sociedad y del que difícilmente logra salir. Tal vez suene extraño, pero la soledad no todo el tiempo es sinónimo de tristeza y olvido, esta circunstancia de la vida es la que nos permite ser más analíticos y valorar nuestras acciones con más conciencia, lo que nos obliga a ser prudentes y a tomar decisiones más razonadas en nuestra existencia. Hay soledades que duelen y soledades que se disfrutan, no existe peor soledad que aquella que se lleva acompañado, y aun cuando te encuentres rodeado de gente que te aprecia nadie puede llenar ese espacio en tu mente que te indica que estás solo. Y no existe mejor soledad que aquella que te permite encontrar la paz interior y aprender a conocer el mundo por medio de la meditación. De tiempo atrás he vivido en un ambiente solitario, primero era una situación deprimente, inmerso en mis problemas e intentando evitar el contacto con la familia, buscando estar solo para encontrar un poco de tranquilidad. La angustia era permanente y el dolor se anidaba en mi garganta sin poder exteriorizar mis sentimientos. El abatimiento y auto abandono se apoderó de mi persona, viviendo la peor época de mi vida. Pero como todo ser humano, o nos morimos o nos acostumbramos a los males, yo pude salir adelante, cargando mi soledad y mi tristeza pero con la firme intención de sobreponerme a la adversidad. El tiempo fue pasando y las etapas de solitario se fueron modificando y acentuándose, adaptándose a mis circunstancias actuales, prescindiendo de compañía por largos periodos y formando un mundo aparte, a mi gusto y conveniencia y sin depender de nadie más, solo con mi persona y mi inseparable soledad disfrutando de largas noches bohemias sin más compañía que la música romántica, un trago de tequila y todos mis recuerdos. Hoy me siento satisfecho conmigo mismo, esa soledad por la que lloré, por la que sufrí, a la que temí, a la que odié, a la que desprecié y a la que tanto le huí ya es mi alma gemela. Hoy la soledad es mi fiel esposa, mi apasionada amante, mi protectora madre, mi cómplice hermana, mi incondicional amiga, mi discreta confidente, mi eterna compañera. Hoy ya no le temo a la soledad, ya me acostumbré a su sombra, a su estigma en mi piel, al susurro en mi oído, a su abrazo sin tacto, a su compañía indeleble, su peso ingrávido y a su ausencia de olor y sabor. Pero de estadía permanente en todas mis actividades, todas mis emociones, todas mis alegrías, todas mis tristezas, todas mis decepciones y todas mis pasiones. Espero algún día encontrar la compañía adecuada, que me ayude a borrar el pasado y a sepultar los malos recuerdos y experiencias. Que me enseñe a disfrutar de la ida y a aceptar la comunicación con todos los seres que me rodean, que me dé la pauta para lograr comprender las relaciones humanas y sobre todo que me permita caminar entre la gente y sentirme parte de esa comunidad dinámica que me envuelve y que vibra con la actividad diaria. Pero mientras tanto y en este compás de espera, yo cuento con mi amiga, la única que tengo y que nunca me abandona, mi amiga y compañera la eterna soledad de mi vida. Juan Alberto Vega Parra Tijuana, B. C. ingjuanvega@hotmail.com

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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