“Los sin imaginación tienen su último refugio en la consistencia”-. Óscar Wilde, autor inglés. Este junio pasado, se cumplió un año de la construcción del semáforo monumental. Este es uno de los nombres que se le daba al proyecto de semaforización en la avenida Juárez. Según las declaraciones del Ingeniero Gabriel Vásquez, director de administración urbana, éste es un proyecto para embellecer a la ciudad. También decía que esta obra cambiaría para siempre la imagen de Tecate, que se convertiría en un símbolo. La obra costaría 300.000 pesos. Según fuentes en la presidencia se malgastó un millón de pesos. En la radio se le dio mucha promoción y se hablaba sobre un concurso para darle un nombre sobresaliente y con distinción. Esta esquina, para los que nacimos aquí, o hemos vivido gran parte de nuestra vida aquí, en Tecate, ha representado el corazón de la ciudad. Aquí estaba el parque, la iglesia, la presidencia, el cine, el banco; es un espacio muy significativo. La construcción de un monumento en este punto requería que se hiciera algo emblemático, algo que expresara la importancia de esta zona, algo visionario, que al ver la construcción se sintiera un sentimiento sobre Tecate, algo moderno, o quizá una estructura con tema histórico. En esta esquina tan emblemática se creó un armatoste que es una porquería, para simplemente colgar un semáforo. Este monumento semeja mucho las historias de los viajes de Gulliver; no cabe en este lugar. El semáforo tampoco cumple con las reglas de circulación de tránsito. Cuando uno se encuentra en la intersección no se ve el semáforo, tiene uno que agachar la cabeza y bajar la vista para buscarlo entre los tubos que lo rodean. Los vecinos dicen que el peso de la estructura está levantando el pavimento en una de las esquinas. El ingeniero Enrique Esquivel fue el encardo de la obra y el ingeniero César Moreno, el contratista. ¿Quién fue en realidad el iniciador de tal atrocidad? Una estructura estéticamente fea, que no percibe ninguna emoción. Que se gastó dinero del pueblo para impedir el libre tránsito por las raquíticas banquetas ya estropeadas por varios otros elementos de estructura municipal. Supuestamente los ingenieros encargados hablaban de que esta obra evitaría la contaminación visual, y era un proyecto para ampliar las aceras, pero se creó totalmente lo contrario.