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lunes, mayo 6, 2024
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No nos hagamos tarugos… saben que no es por ahí

C. César Rene Blanco Villalón Co-Director Semanario ZETA Presente.- A través de la presente y no sin antes saludar afectuosamente al personal de ese prestigiado semanario, quiero referirme a lo siguiente: Es verdaderamente lamentable, y lo digo a título personal, que este primero de julio haya resultado triunfador de la elección presidencial Enrique Peña Nieto, quien evidentemente es solo una cara nueva, pero representa el mismo sistema que tanto daño le hizo a México durante tantas décadas. Solo pensemos, ¿quiénes conforman y encabezan el nuevo PRI? Eso es a título personal, sin embargo, la tolerancia y el más elemental de los raciocinios nos indican que esa fue la decisión del pueblo mexicano y como tal, debe respetarse. Esa es la democracia. Solo que es menester hacer una pequeña pero trascendente aclaración que ojalá sea atendida por los legisladores, por el IFE y en su momento por el TRIFE. Para este ejercicio podríamos, si usted me lo permite, dividir el escenario político en dos partes: la campaña y la jornada electoral. Una vez concluida la jornada electoral y habiéndose dado a conocer los resultados preliminares de acuerdo a las encuestas de salida y poco tiempo después los resultados del PREP, quien daba como virtual ganador de los comicios a Peña Nieto, empezaron a dejarse escuchar las voces que por su importancia, validan la jornada y sus resultados, como la del Presidente de la República, el presidente del IFE, Leonardo Valdez Zurita y algunos periodistas especialistas en el tema. Quienes perdieron la elección, también hicieron lo propio al haber reconocido casi de inmediato su derrota y retirarse tranquilamente a descansar sin hacer mayores aspavientos, hecha excepción de Andrés Manuel Lopez Obrador, quien hasta estos días sigue anunciando que impugnará la elección. Cuando el candidato de las izquierdas habla de fraude, de inmediato se escuchan las mismas voces diciendo que no hay manera de que se haya cometido éste porque simplemente no hay manera, los votos contados son votos efectivamente emitidos por los ciudadanos y contados en la casilla y posteriormente en el distrito y efectivamente sumado al final. Pero no nos hagamos “tarugos”. Se trata de la otra parte del proceso, la primera, la de campaña. Los días, semanas y meses previos al primero de julio. Esos días en los que se compraron voluntades y dignidades del electorado mexicano. Un periodista de Milenio en televisión dijo, en alusión a las tarjetas de Soriana, que “en ese caso los demás partidos también están mal, porque todos lo hacen”. ¡Hágame usted el refabrón cabor! Y ese es el punto principal de todo este relajo. Desde que la misma ley prevé un presupuesto tan alto para los partidos políticos, o desde que en los hechos se acostumbra que reciban donativos, o que puedan rebasar los topes de campaña y que la sanción por ello no pase de una simple multa que revolcándose de la risa pagan de inmediato sin más consecuencias legales que en un momento dado pudieran modificar los resultados, estamos mal. La democracia no es solo eso, votar, contar y decidir ganador. Va acompañada de más valores por demás importantes, como la libertad, y es aquí donde la autoridad y la Ley juegan un papel fundamental, principalmente la primera que es quien aplica la segunda y que flaco favor hace a los ciudadanos actuando con tibieza en trabajo tan importante. No entiendo por qué los partidos políticos deben obtener una partida presupuestal tan jugosa. Se convierte en un negocio fundar o dirigir cualquiera de ellos. No entiendo por qué se permite a los partidos regalar en campaña “desinteresadamente” artículos varios, despensas, ropa, juguetes, comida, fiesta a los ciudadanos, obviamente a cambio del voto. Y esto va para todos porque todos lo hacen. No debería permitirse, debería ser ilegal y una vez acreditado, simple y sencillamente ocasionar la nulidad de la elección. Así de sencillo y de correcto. Sin temor, sin favoritismos. De nada sirve –y es ahí donde nos hacemos tarugos solos–, gastar tantísimo dinero en la jornada electoral y días posteriores, con material, equipo, sueldos de consejeros y magistrados, si detrás de ello está una campaña sucia, comprada y vendida, deshonesta. Simplemente es contradictorio y absurdo.  ¿Cuál sería el panorama político en México si se redujera drásticamente el presupuesto a los partidos políticos? ¿Si se prohibieran estrictamente las dádivas a la ciudadanía y se exigiera que los partidos los convencieran realmente para que votaran por ellos, por conciencia y no por la torta, la bebida, la fiesta, la despensa y la tarjeta canjeable en el supermercado? Como que es hora de que crezcamos como nación, para que los de afuera realmente nos respeten. Habrá que esperar cuál es la resolución tanto del TRIFE como de la FEPADE al momento de resolver las nulidades promovidas y las denuncias por delitos electorales. Déjenme adivinar. No pasará nada porque sería tanto como aceptar la complacencia del IFE en tales irregularidades y se pondría en entredicho la capacidad del Presidente de la República para garantizar unas elecciones honestas y limpias, además que se pondría sobre la mesa la corrupción del PRI, casa del futuro presidente, al haber obtenido por medios tan cuestionables los votos que lo hicieron ganador. Es mejor que quede así la cosa… como un rumor nunca comprobado… como un secreto a voces. Por favor… no nos hagamos tarugos. Atentamente: Lic. Alfredo Flores Ramírez Correo: buho-afr@hotmail.com


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Autor(a)

Redacción Zeta
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Redacción de www.zetatijuana.com
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