La primera ocasión que Manlio Fabio Beltrones Rivera fungió como diputado federal fue en 1982. Tenía 30 años y había ganado en la calle el distrito IV de Sonora. Así llegó al poder legislativo. 30 años después, en 2012, Manlio Fabio será a partir de septiembre diputado federal. Esta vez arribó por la vía plurinominal y no por la batalla en las urnas con el voto por voto. Podría decirse que en los últimos 30 años no ha habido muchos cambios en la vida del político sonorense. Pero sí los hay. Cuando fue diputado federal en 1982, Beltrones era más grueso de cuerpo, usaba gafas para ver mejor, y su currículo, apenas alcanzaba la media página. Priísta desde los 16 años en pleno 1968, miembro de la gran comisión, líder de la bancada sonorense, jefe del departamento de delegaciones, secretario auxiliar del subsecretario en Gobernación, profesor en la escuela nacional de economía. Hoy día la vida del priísta se ha desarrollado mayormente en el poder legislativo, pero no ha obviado pasos como la gubernatura, una subsecretaría, líder de la CNOP y por supuesto, líder de las dos cámaras federales. No es pues Manlio Fabio un político de la nueva hornada, ni la cara del nuevo PRI, ni el representante de la nueva generación, ni el político fresco. Sí un ideólogo de su partido, un estadista y para su mala fortuna un presidenciable en tiempos de Enrique Peña Nieto. En total, ha sido dos veces senador (1988, 2006), tres veces diputado federal (1982, 2003, 2012), y Gobernador (1991-1997). De manera consecutiva, se encuentra pasando de una cámara a otra a partir de 2003, primero diputado, luego senador y ahora otra vez diputado. En el ínter se ha dedicado a actividades privadas –posee una empresa que asesora a gobiernos a bien terminar periodos fiscales– y políticas con cargos dentro de la estructura del PRI. La leyenda cuenta que él destapó con un video a Ernesto Zedillo Ponce de León como candidato a la presidencia de la República luego del asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta, y además que tenía todo para convertirse él mismo en abanderado del tricolor a la presidencia de no haber sido porque el chaparrito copetón del Estado de México le creció en términos políticos por carisma y nada más. El sacrificado Manlio declinó una competencia interna, dejó el camino libre a Peña y hace unas horas fue nombrado coordinador de los diputados federales del PRI para la legislatura 2012-2015. Aunque sus primeras declaraciones fueron en el sentido de que encabezará una bancada priísta a la orden del Presidente de la República (¡Por Dios, el PRI es el PRI!), no se descarta la probabilidad que una vez que Enrique Peña Nieto se ponga la banda presidencial –si el Tribunal valida su elección y lo designa Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos– le conceda una embajada para que, vaya, no le haga sombra. 30 años después, a los 60 años de edad, Manlio Fabio Beltrones Rivera regresa a ser lo que inició: un diputado federal, con menos peso físico, con más peso político, con una carrera en el legislativo a pesar de la no reelección, con más experiencia, con menos poder en el ejecutivo, un tanto relegado en el partido, pero siempre haciéndose el imprescindible. De la Cámara de Diputados en 1982, a la Cámara de Diputados en 2012. Es Manlio Fabio Beltrones Rivera un político usual. De esos que siempre están ahí, pero no pasan de ahí. El otro, vaya, es Emilio Gamboa Patrón, quien a la inversa de Beltrones, migrará de la cámara de diputados a la cámara de senadores en la cual ya despachó hace 9 años. Nada nuevo pues en el horizonte del PRI. Nada nuevo se avizora en la presidencia de Peña Nieto. El PRI es el PRI, y para muestra ahí están sus políticos comunes. La misma cosa, pues, ni siquiera revolcada.