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martes, octubre 1, 2024
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Doña Engracia y su vida en los bungalows

Después de la expropiación del Casino Agua Caliente al finalizar los años 30s, las instalaciones del complejo turístico -que contaba con todos los servicios e instalaciones necesarias para la diversión y entretenimiento- fueron cedidas a la Secretaría de Educación Pública (SEP) para establecer un internado estudiantil, el cual se mantuvo por algunos años. Sin embargo, en la década de los 50s quedó temporalmente sin uso. Tiempo después, un área de los bungalows se destinó para un destacamento del Ejército. Al finalizar los 60s se incendió el Salón de Oro del extinto casino, una de las áreas más valiosas y lujosas, por lo que múltiples artículos fueron sustraídos del inmueble. De las pocas cosas que quedan del complejo turístico, destaca el conjunto de bungalows, algunos ocupados por descendientes de maestros, a quienes fueron cedidas las casas como vivienda transitoria. Otros más, con el paso del tiempo, han sido vendidos en cuantiosas sumas de dinero. Muchos de ellos conservan sus características arquitectónicas originales y frondosa jardinería. Otros ya han perdido su originalidad, transformando su diseño en casas americanas. Pero pocos bungalows son como el de Doña Engracia González Navarro, quien fuera esposa del connotado profesor Ignacio Santillán. Juntos vivieron por varias décadas en el complejo Agua Caliente. La enfermera de profesión, quien cuenta con 80 años y actualmente habita una de las casas, relató a ZETA su historia de vida en el complejo, que alguna vez  fue un centro de apuestas: “Tengo 33 años viviendo aquí, llegué en 1979, pero mi esposo ‘Nacho’ llegó muchos años atrás, él obtuvo esta casa, porque a los maestros que impartían clases (su esposo fue prefecto del internado estudiantil y maestro de la Poli) les dieron vivienda por una orden de la Ciudad México. Al principio no pagaban ni luz, agua menos, además de gozar de aguas azufradas, que hasta ahorita todavía tenemos ese beneficio. Los bungalows se los dio el gobierno porque los cheques llegaban muy lentos, pues no había comunicación a Querétaro, ya que la comunicación era por La Paz, vía terrestre; entonces, mientras les daban casa, servicios y facilidades”. A decir de la entrevistada, su marido, quien falleció hace algunos años, fue una persona de carácter fuerte,  inteligente y “muy abusado”. “Cuando mi esposo llegó a Tijuana era viudo, tenía ocho hijos, por lo que no cabían en la pequeña casa que les habían dado, pero poco a poco fue solicitando un espacio más grande, hasta que se hizo del bungalow que actualmente tenemos”. Doña Engracia goza de una de las propiedades más espaciosas, con una superficie de 830 metros cuadrados. Cuenta con sala, estancia, cocina, tres habitaciones, cada una con baño, amplio jardín con aguas termales. La tierra es tan productiva, que tiene frondosa vegetación y arboles frutales de manzana, higo, olivo, guayaba, limón, naranja, durazno, ciruela y granada. “Tan bondadosa es la tierra, que se me pudre la fruta de tanta que es, mejor la regalo. De aquí salen mis amistades cargadas de bolsitas de fruta”, comentó amena Doña Engracia, para agregar: “Me sorprende lo bien que están hechas estas casas, de un material muy fino que dicen fue traído de Europa, nosotros para poder hacer una remodelación a la casa, teníamos que contratar maquinaria especial, porque no cualquiera podía romper las paredes. Mi bungalow es de los mejores, tiene los pisos de madera originales, su diseño se conserva casi intacto, tiene un amplio sótano y tenía conexiones a los túneles, que según los niños que se metían, llegaban hasta el casino”. Doña Engracia, que comparte vivienda con su único hijo y pequeño nieto -quien más goza de privilegios que alguna vez disfrutó la sociedad  de los años 30s-, conserva algunas piezas originales que adornaron el Salón de Oro, las cuales fueron obsequiadas a su esposo, como un tocador de madera fina con espejo, así como un antiquísimo candelabro color dorado que está casi intacto. Pese a su edad, González Navarro bajaba hasta hace pocos años al sótano donde guarda cosas antiguas que conserva de aquella época de oro, así como una colección de libros de su finado esposo. Y es firme al decir que en el complejo, las historias de la bailarina y otras apariciones la tienen sin cuidado, pues “nunca ha escuchado nada”. “Lo que dicen Ustedes de esas leyendas como la bailarina, los duendes, son puras fantasías, no es cierto nada, aquí no se aparece nada. Al contrario, lo que quisiera encontrarme es la minita de oro. Lo que sí es cierto es que toda el área del casino se comunicaba por túneles y andadores alfombrados. El hotel estaba donde actualmente está la (secundaria) ETI, mi esposo me contaba que cuando estaba de prefecto en el internado, le tocó vivir en el ultimo piso, a donde dicen llegaba Abelardo L. Rodríguez, era todo lujo y unos baños preciosos”, concluyó entusiasta. Actualmente 47 bungalows componen el complejo Agua Caliente. Fue en la época de gobernador panista Ernesto Ruffo que los titulares pudieron escriturar, aunque en tiempos priistas lo intentaron, sin obtener nada a cambio.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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