Valle de Guadalupe, Baja California. Agendado como el mejor día del verano, el sábado 11 de agosto se llevó a cabo la Fiesta de Colores 2012 de L.A. Cetto, parte de la Vendimia en la que además de la bendición de la primera molienda, una misa de acción de gracias, excelente cata de vinos y el tradicional concurso de pisado de uva, vistieron el viñedo de la familia Cetto de pamelas, calzado cómodo y ropa blanca. Como una reunión exclusiva la fiesta rebosó en glamour, privilegios, ríos de la vid y un envidiable horizonte estampado en los ojos de aquellos que pagaron 2 mil 500 pesos por vivir el espectáculo, y que con copa en mano, deambulaban sujetos a un placentero clima mediterráneo entre las montañas bañadas con brisa paradisíaca y campos de olivo que tuvieron que atravesar a bordo de calafias del transporte público ensenadense para trasladarse de un lado a otro. A la Vendimia se sumó una corrida de toros con Fermín Rivera y Alfredo Ríos “El Conde”, completada en la gran terraza de L.A. Cetto con el recital de los Gipsy Kings, esos reyes gitanos, vagabundos, nómadas del mundo, habitantes de caravanas, provenientes de dos familias: los Reyes y los Baliardo, procedentes de Arles y Montpellier, que con una formación musical francesa de rumba catalana, flamenco y pop, cautivaron a poco más de dos millares de asistentes que acabaron meses atrás con la preventa de tan esperada fiesta de agosto. “Estamos acá por primera vez, muy contentos, y para nosotros es una cosa buena estar acá en los viñedos, trayendo nuestra música, muy diferente a la de hoy. Ya no hay guitarras, ahora es mucha electrónica”, anotaron los intérpretes de “Volare”, quienes actualmente giran por la Unión Americana para visitar 17 ciudades, desde San Diego hasta Chicago, tal como desde hace 25 años. “Cada año es la misma cosa en América, no cambia, sin embargo tenemos un disco nuevo que saldrá en noviembre, con colaboraciones de músicos franceses. Es un disco diferente, tendrá canciones guapas, de amor, rumba, tristes y de amor”, explicaron los también llamados “Embajadores del Flamenco-Rock”, quienes convidaron su gitanería y la evolución de la misma, que han logrado difundir y posicionar en el mundo entero y que recientemente trajeron a Latinoamérica, haciendo escalada a principio de año en Chile, Argentina, Brasil y Panamá. “A Ti, a Ti”, “Si Tú me Quieres”, “Pena, Penita”, “A mi Manera”, “Basta”, “Djobi, Djoba”, “No Volveré”, “El Toro y la Luna”, “Bamboleo”, “Samba, Samba”, “Yo Soy Aquel” y “Un Amor”, fueron algunos de los episodios que incluyó Gipsy Kings en su visita a la región, provocando que algunos abandonaran sus sillas emocionados por los cánticos en español con un fino acento catalán, escurridos verso en verso desde las 19:45 horas, desatando furor y apaciguando a ratos la velada. “Quiero que toquen el ‘Bamboleo’ porque es la única que me sé”, comentó una señora que esquivando mesas y sillas, logró posicionarse frente al escenario donde el sexteto sorteó su talento, entre cuerdas flamencas y percusiones, contexto en el que “Volare” hizo historia por momentos en las gargantas de miles de coristas que, para calentar motores, hicieron uso del fruto de la vid en exceso. Aquella fiesta se convirtió en juerga para los presentes que copa a copa fueron perdiendo el pudor y creando el espectáculo alterno. Más que un concierto de los Gipsy Kings, su presentación fue el postre de la Fiesta de Colores, pues alguno que otro zapateó sin descanso los bailes andaluces, mientras otros corearon los éxitos de los maestros de la rumba flamenca, a quienes recibieron entre aplausos semi-cálidos, pese a que se trataba de los grandes poseedores de guitarras flamencas e intérpretes de enardecidas versiones, como del tema “Por el Amor de una Mujer”, y piezas especiales como “Cantaré”. Fue así que Nicolás, André, Canut, Tonino, Paco y Diego convidaron su tradición al deleitable compás de los racimos de uvas, fusionándose entre la sensualidad de las jovencitas que cadenciosas hicieron suya la terraza entre las montañas para bailar y hacer la fiesta debajo del escenario, empotrado en la cima del Valle de Guadalupe, forjando la llamada fiesta de la cosecha de la uva, de la Vendimia o la Fiesta de Colores, y con el paso desapercibido de la actriz Sofía Vergara en la velada. Canosos y robustos, los Gipsy Kings apadrinaron las 25 medallas de reconocimiento obtenidas en distintas competencias internacionales del vino, con las que L.A. Cetto demuestra la calidad que avala su cosecha, al igual que los 18 millones de discos vendidos internacionalmente por los reyes gitanos, quienes entres sus exigencias incluyeron servicios de pedicure, masajistas y planchaduría, además de los casi 200 mil dólares que usualmente cobran por sus honorarios.