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sábado, octubre 5, 2024
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Confunde “El Oaxaco” a autoridades

Tardarán un mes en confirmar la identidad de los cuerpos La línea de investigación más sólida sobre la muerte de Héctor Antonio Salazar Monzón, “El Oaxaco” o “El H”, y de su lugarteniente José Guadalupe Puentes Calderón “El Garapiñado”, ocurrida el 15 de agosto en Comondú, apunta a que el crimen fue perpetrado por células del Cártel de “La Oficina”. Como hipótesis de los asesinatos, oficialmente se establecieron cuatro teorías: 1. Las víctimas eran conocidas de los autores materiales del crimen, y muy posiblemente, tenían relación en negocios ilícitos. 2. El método utilizado en el homicidio fue estudiado previamente para no dejar rastros. Es decir, los responsables materiales prefirieron degollar al par de hombres, después de torturarlos y sacarles información, en vez de balearlos porque sabían que, de caer el arma homicida en manos de las autoridades, podrían facilitar las investigaciones, como sucedió en el caso de Hugo Alberto Gutiérrez Garciglia “El Tortas”, quien después de haber sido detenido cuando escandalizaba con una pistola en la vía pública y luego de someter la escuadra a estudios de balística, se determinó que había sido utilizada en la ejecución del ex policía ministerial Ismael Barrios Romero y su sobrino, Luis David Castellón Barrios “El Pollo” o “El 8”. 3. El jefe criminal fue traicionado por su propio equipo de seguridad, ya que desde el día del crimen y al cierre de esta edición, no aparecían por ningún lado dos personas más que fungían como sus escoltas, quienes sospechosamente salieron a hacer unas compras, cuando fue levantado y asesinado. 4. El capo era hombre muerto desde el momento que estuvo a punto de ser capturado en un operativo fallido de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), dado a que era buscado y trataba de ser ubicado en el momento del crimen. Al momento, policías a cargo de la investigación lograron identificar a cuatro sujetos como los presuntos responsables materiales del doble homicidio, quienes convivían y celebraban el 27 de junio un supuesto trato de negocios ilícitos en el rancho Cuatro Corrales de San Luis Gonzaga. Los delincuentes –ocho en total, incluidas las dos víctimas- preparaban un ceviche en el lugar, por lo que entre la plática, dos integrantes del equipo de seguridad de “El Oaxaco” o “El H” fueron a traer limones, pero nunca regresaron. Así, el jefe criminal y su lugarteniente en Comondú, José Guadalupe Puentes Calderón “El Garapiñado”, fueron levantados, amordazados, torturados y posteriormente asesinados, según la hipótesis de los investigadores. De acuerdo con un un perito de Servicios Periciales de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), en el rancho “no encontraron huellas de violencia, lo único que faltaba eran los dos cuchillos con los que fileteaban el pescado, cuando preparaban el ceviche”. Los cuerpos de las víctimas fueron encontrados 19 días después de perpetrado el crimen, en avanzado estado de putrefacción y sin huellas dactilares, por lo que fue prácticamente imposible que su identidad pudiera ser corroborada a través de estudios especializados en criminalística o dactiloscopia, los cuales a su vez, tendrían que ser comparados en el Sistema Automatizado de Identificación de Huellas Dactilares, conocido como AFIS. De hecho, el procurador Gamill Arreola Leal y el encargado de despacho de la Subprocuraduría de Investigaciones Especiales (SIE), Leonardo Pérez Rodríguez, reconocieron que la identificación plena de quien se suponía era “El Oaxaco” o “El H”, podría tomar más de un mes y medio, por el avanzado estado de descomposición del cuerpo que sería sometido a un estudio de Ácido Desoxirribonucleico, conocido como ADN. Esto implica el envío de una prueba a Tijuana, desde donde devolverían el resultado, ya que la PGJE carece de ese equipo fundamental en investigaciones forenses, biológicas, médicas y de ingeniería genética. Sin embargo, las víctimas pudieron ser identificadas por sus propios familiares. En el caso de “El Garapiñado”, su madre y una hermana lo reconocieron por la ropa que llevaba puesta y un tatuaje con la leyenda “Madre Mía”. En el caso de “El Oaxaco”, los familiares de “El Garapiñado” y una hermana lograron identificarlo por la ropa y un anillo que fue encontrado en la escena del crimen. No obstante, las dudas sobre la verdadera identidad de quien podría ser “El Oaxaco” o “El H” aún persisten, por las siguientes interrogantes que los policías investigadores del caso y de peritos no terminan de responder: 1. La dentadura de la víctima pertenece a una persona de entre 25 y 30 años; el jefe criminal tenía 40. 2. El delincuente tenía algunos tatuajes en el cuerpo, los restos de la víctima no evidenciaban alguno. 3.  La complexión de espalda y hombros y estatura del cuerpo no coinciden con lo que está registrado en el Centro de Reinserción Social de La Paz, cuando “El Oaxaco” estuvo preso en 2008. La investigación de la SIEDO Independientemente del esclarecimiento o no de la identidad de “El Oaxaco” y de la ubicación de los cuatro presuntos responsables materiales, lo que ha quedado claro a los policías investigadores del caso, es que “había orden de matarlo”. La conclusión se basa en que el jefe criminal estaba tratando de ser ubicado y capturado en el momento del crimen por la SIEDO. De hecho el 22 de junio, es decir, 35 días antes de ser presuntamente levantado y ejecutado, estuvo a punto de ser detenido por agentes de la Unidad Especializada en Delincuencia de la SIEDO y del Ejército Mexicano, pero el delincuente tuvo suerte: no estaba físicamente en ninguna de las siete viviendas que tenían ubicadas, y simultáneamente catearon en La Paz. El agente del Ministerio Público de la Federación, Lilia González Lira, había librado una orden de aprehensión en contra del jefe criminal, derivado de que su nombre junto con el de otros delincuentes, policías, jefes policiacos y funcionarios de la PGJE y de la SESP, fue expuesto por un testigo protegido en la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/237/2012.  Ésta fue la primera vez que un líder del narcomenudeo del estado estaba sujeto a una investigación oficial, siendo buscado y perseguido formalmente por autoridades federales y militares. Por eso, cuando los agentes de la SIEDO llegaron al estado, ya traían la lista de los domicilios y venían por él, pero el operativo fracasó porque no pudo ser capturado, debido a un error táctico o intencional -no se sabe, dicen los investigadores- porque los agentes de la Unidad Especializada en Delincuencia de la SIEDO, primero solicitaron el apoyo de la PGJE, y como tardaron en resolver, acudieron ante el Ejército Mexicano. En este inter, la información se filtró y el delincuente pudo escabullirse. Anduvo a salto de mata desde esa fecha y hasta el día que fue asesinado. Durante el operativo del 22 de junio, la SIEDO y el Ejército Mexicano catearon siete casas e incautaron cinco en la capital del estado. Las fotografías de las viviendas aparecen en esta edición y los domicilios son los siguientes: –  Coromuel número 330, entre Rivapalacios e Insurgentes, Fraccionamiento Juárez. – Guillermo Prieto, entre Michoacán y Jalisco, Colonia Pueblo Nuevo. – Allende número 2123, entre Francisco Javier Mina y Manuel M. Diéguez, Colonia Los Olivos. – Serdán, entre Bravo y Rosales, Colonia Centro. – Allende y México, Fraccionamiento Perla. – Dos viviendas del fraccionamiento Villas del Encanto. Cuando los policías y soldados revisaron los domicilios, las unidades estaban prácticamente solas, salvo la de la calle Coromuel del fraccionamiento Juárez, donde fue capturado Roberto Salazar Monzón, de 22 años, sobrino de “El Oaxaco” o “El H”, y su pareja sentimental, Blanca Esthela Avilés Agúndez, de 19 años. Los detenidos tenían en su poder armas y droga: – Cuatro mil 500 dosis de cristal. – Una bolsa con medio kilo de cristal. – 300 gramos de cocaína. – Un rifle de asalto R-15 con cargadores abastecidos de bala calibre 2.23 y matrícula raspada. – 700 cartuchos para rifle de asalto AK-47, de los llamados “Cuernos de Chivo”. – 700 cartuchos para rifle de asalto R-15. – 92 cartuchos de diferentes calibres. Según un agente de la SIEDO, las siete viviendas cateadas no eran propiedad del criminal, sino “estaban rentadas” por empresarios, comerciantes, abogados y hasta servidores públicos, ”por lo que los dueños tenía 30 días para acreditar la propiedad, porque de lo contrario, pasarían a formar parte del inventario de los bienes asegurados de la PGR”. Las delaciones En manos de los agentes de la Unidad Especializada en Delincuencia de la SIEDO, el sobrino de “El Oaxaco”, Roberto Salazar Monzón y su pareja sentimental, no se resistieron ni al arresto ni al interrogatorio al que fueron sometidos. Sin necesidad de presionarlos, fueron generosos y hablaron sobre la estructura criminal, quiénes participaban, por qué lo hacían y quiénes eran sus protectores en la PGJE y en la Secretaría de Seguridad Pública Estatal. Ofrecieron información lo mismo de decenas de policías y jefes policiacos, que de propiedades de “El Oaxaco”, como un rancho conocido como El Dos, localizado en Los Planes y siete propiedades a nombre de la madre del jefe criminal, de nombre Lorena Aguirre Monzón. El sobrino de “El H” dijo que en la organización delictiva de su tío participaban: – Como lugartenientes, sus hermanos Jesús Ramón y Arturo Salazar Monzón. – Como jefe de seguridad y brazo armado, Martín Salgado Graciano “El Pachuco”. – Como jefe de los distribuidores de droga en la ciudad de La Paz, Héctor Manuel Diarte Aguilar “El Cleto”, su esposa Brizna Cecilia Leal Cortés y su hijo, Héctor Manuel Diarte Ramírez. – Como jefe de los distribuidores en el poblado de Todos Santos, José Romero Orozco Agúndez. – Como jefe de distribuidores de droga en Comondú, José Guadalupe Puentes Calderón “El Garapiñado”. – Como responsable de distribución de droga dentro del Centro de Readaptación Social de La Paz, Francelia Guillermina Ramírez Ramírez, ex pareja sentimental de “El Cleto”. – Como empaquetadores y responsables de entregar la droga a todos los distribuidores, Roberto Salazar Monzón y Blanca Esthela Avilés Agúndez. Asimismo, el sobrino del jefe criminal indicó a la SIEDO que su familiar no quería que anduviera exponiéndose en la calle, por lo que le asignó la tarea de empaquetar y entregar la droga a los puchadores en todos los domicilios que tenía rentados, entre los cuales se movían frecuentemente. Relató que la droga era entregada en botes de dulces de mil dosis a cada repartidor, el modus operandi era “surtir pedidos de droga vía telefónica a través de una clave que sabían los viciosos y era entregada a domicilio”. Salazar Monzón abundó que comúnmente preferían domicilios de bajo perfil de uno o dos pisos, enviaban a una pareja de jóvenes con hijos o sin hijos a rentar las viviendas y pagaban con billetes de baja nominación, es decir, de 20 y 50 pesos. Cuestionado sobre cómo Héctor Antonio Salazar Monzón se había apoderado de la plaza del narcomenudeo de La Paz y Comondú, el detenido expuso que esto se dio cuando detuvieron a Heraclio Soto Aguilar o Eduardo Salas Martínez “El Güero Layo”, y tuvo que disputar el mando criminal con Héctor Manuel Diarte Aguilar, “El Cleto”, ya que “mi tío quería que trabajara para él, pero él no se dejaba, por lo que tuvo que usar la violencia para lograr meterlo en casillas”. Por esta situación, “`El Oaxaco’ ordenó primero ejecutar al distribuidor de Todos Santos, José Roberto Orozco Agúndez, quien fue herido en el intento, afuera del Hotel Miramar de aquella población turística”. Aunque el ataque no amedrentó a “El Cleto”, hasta que “El Oaxaco” ordenó levantar y secuestrar a su hijo Héctor Manuel, fue que aceptó trabajar bajos sus órdenes. Así, “El H” logró apoderarse totalmente de la plaza de La Paz; después negoció Comondú con el jefe de la plaza de aquella población, Ramiro Miranda Claro “El Grillo”, una de las células de Inés Zamudio Beltrán “El Zamudio”. El Cártel de “La Oficina” Dentro de todas las relevaciones que hizo el sobrino del depuesto jefe criminal, lo que más preocupó a los agentes de la Unidad Especializada en Delincuencia de la SIEDO fueron los vínculos de Héctor Antonio Salazar Monzón “El Oaxaco” con el Cártel de “La Oficina”. El detenido afirmó a los policías y soldados que su tío era el principal operador de un sujeto identificado como “El 30”, hermano del líder de esa organización delictiva, conocido como “El 7”, “El Pelacas” o “El Calacas”. Y es que de acuerdo a la versión de un agente de la SIEDO, “El Pelacas” figura en el mapa delictivo como un delincuente considerado como responsable material del secuestro del ex candidato presidencial del PAN, Diego Fernández de Cevallos, según confesó en su momento en la PGJE del Estado de México, el de nombre Óscar Osvaldo García Montoya  “El Compayito”, ex líder de la organización delictiva “La Mano con Ojos”. Los dos hermanos -“El 30” y “El Pelacas”- son vistos por autoridades federales y militares como los responsables de la ola de violencia y matanza desde agosto de 2011 y hasta la fecha en Los Cabos, cuando asumieron el control de la plaza del narcomenudeo en el destino de playa de Cabo San Lucas. Según un agente de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada, “El Pelacas” es descrito como un tipo extremadamente violento y sanguinario, que infunde miedo con escalofriantes asesinatos que generan terror y zozobra entre la población. El investigador comentó que el delincuente es amante de la “obediencia absoluta”, y quien no se somete a sus órdenes y caprichos, es asesinado de forma sanguinaria y violenta, a manera de mensaje a otros de lo que podría sucederles en caso de rebelarse. Los datos que hasta hoy ha recabado la SIEDO, indican que el Cártel de “La Oficina” llegó a Los Cabos para supuestamente cuidar la plaza y mantener la zona libre de “Zetas” y de hechos violentos. Sin embargo, ya apoderados del principal destino turístico del estado -describe el investigador federal-, “están tratando de expandirse a La Paz y Comondú, tejiendo pactos y alianzas con delincuentes que seguramente terminarán sus días como ‘El Oaxaco’, porque su principal objetivo es fortalecerse y buscar una fuente de ingresos rápida y segura”. “El Garapiñado”: era carne de presidio José Guadalupe Puentes Calderón “El Garapiñado” era prácticamente carne de presidio. Durante toda su carrera delictiva, estuvo preso en siete ocasiones. Dos veces por delitos del fuero común, y las otras cinco por delitos contra la salud. Conocido también como “El Lupillo”, el delincuente había escalado en el hampa desde repartidor, bajador y hasta jefe de la plaza del narcomenudeo en Comondú, cuando trabajó como lugarteniente de Héctor Antonio Salazar Monzón “El Oaxaco”. La última vez  que fue detenido fue el 23 de julio pasado –cuatro días antes de su muerte– por agentes de la Procuraduría General de la República (PGR), y posteriormente, liberado. En esa ocasión, estaba en posesión de cristal, mariguana y cocaína y fue ubicado cuando entregaba un surtido de droga sobre las calles Álvaro Obregón y Ruiz Cortines en Ciudad Constitución, Baja California Sur. El delincuente tardó más en ser detenido que en salir, cuando quedó a disposición del Agente del Ministerio Público de la Federación de la PGR. En los años 2006, 2008, 2009 y 2011, también estuvo preso por estar en posesión de drogas. De hecho, en noviembre del 2011 había sido condenado a tres años de prisión y al pago de una multa de 80 días de prisión por órdenes del Juez Tercero de lo Penal en Baja California Sur, por ser responsable de delitos contra la salud, según la causa penal 97/2011. “El Garapiñado” o “El Lupillo”, había sido detenido en posesión de 61 envoltorios de cristal, por lo que se abrió la averiguación previa PGR/BCS/CC/036/2011, y fue sentenciado. Sin embargo, el delincuente extrañamente obtuvo su libertad ocho meses después y andaba como si nada, hasta que fue asesinado junto con “El Oaxaco”. (Investigaciones ZETA)   “El Cleto”: subordinado de “El Oaxaco” Nombre: Héctor Manuel Diarte Aguilar. Apodo: “El Cleto”. Fecha de Nacimiento: 28 de noviembre de 1966. Lugar de Nacimiento: Badiraguato, Sinaloa. Edad: 45 años. Peso: 80 kilos. Estatura: 1.75 metros. Antecedentes penales: fue detenido el 22 de febrero del 2006 por delitos contra la salud en materia de enervantes y psicotrópicos. Fuente: PGR   La organización de “El Oaxaco” Líderes: “El 30” y “El Pelacas”. Jefe: Héctor Antonio Salazar Monzón “El Oaxaco” o “El H”. Lugartenientes: Jesús Ramón y Arturo Salazar Monzón. Brazo Armado: Martín Salgado Graciano “El Pachuco”. Distribuidor en La Paz: Héctor Manuel Diarte Aguilar “El Cleto”, Brizna Cecilia Leal Cortés y Héctor Manuel Diarte Ramírez. Distribuidor en Todos Santos: José Roberto Orozco Agúndez. Distribuidor en Comondú: José Guadalupe Puentes Calderón “El Garapiñado”. Distribuidor en Cereso de La Paz: Francelia Guillermina Ramírez Ramírez. Empaquetadores y surtidores: Roberto Salazar Monzón y Blanca Esthela Avilés Agúndez. Fuente: PGR Pugna en la SESP por fotografías de “El Oaxaco” La publicación de una secuencia fotográfica de una reunión entre el depuesto jefe de la plaza del narcomenudeo de La Paz, Baja California Sur, Héctor Antonio Salazar Monzón “El Oaxaco” o “El H” y Édgar Roberto Siqueiros Rojo y Raymundo Flores Aguilar, ex jefes de la Unidad de Inteligencia y de la Unidad de Reacción Inmediata de la Secretaría Estatal de Seguridad Pública en la comunidad de San Pedro, generó una pugna interna entre elementos de la corporación. Y es que a decir de uno de los aludidos, Raymundo Flores Aguilar, las gráficas que forman parte del expediente PGR/SIEDO/UEIDCS/237/2012 integrado por la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), habrían sido tomadas el 4 de enero pasado por uno de sus compañeros y actual comandante Arturo Olvera García en un operativo de revisión y filtro vehicular en la comunidad de San Pedro, y quien de “mala fe” habría entregado el material gráfico a los agentes de la Unidad Especializada en Delincuencia. Las fotografías publicadas en la edición 2002 de ZETA, y con el titular “Van por el Oaxaco”, forman parte de la investigación oficial que se le seguía al criminal por sus presuntos nexos con policías, jefes policíacos y funcionarios de la Procuraduría General de Justicia del Estado y de la Secretaría Estatal de Seguridad Pública. Sin embargo, uno de los señalados, Raymundo Flores Aguilar, y en un encuentro con este semanario, explicó que la entrega del material fotográfico a la SIEDO fue “con dolo”, porque el citado encuentro entre él, Siqueiros y “El Oaxaco”, nunca existió, sino que las gráficas fueron tomadas, cuando interrogaban al presunto delincuente, después de haber sido bajado del vehículo y era sujeto de revisión. — ¿Sabían que era “El Oaxaco” o no?, cuestiono ZETA. “Yo no sabía que era ‘El Oaxaco’, hasta que el comandante Arturo Olvera García comentó que se trataba de él, cuando ya se había ido y después de un rato”. — ¿Las fotografías son auténticas? “Si son auténticas, pero no retratan lo que ocurrió esa vez”. El ex director de la Unidad de Reacción Inmediata de la Secretaría Estatal de Seguridad Pública, explicó a ZETA que las fotografías fueron tomadas en el operativo de revisión y filtro vehicular en aquella ocasión, el cual fue de 12 a 2 de la tarde y donde habrían participado tres unidades vehiculares que llevaban a 8 elementos de la corporación. Las agentes que participaron en ese operativo –explica— eran “un servidor, Édgar Siqueiros Rojo, Raúl Rojas Rivera, Luis Manuel Arellano Colomo, Arturo Olvera García, Francisco Javier Moreno Montaño, Luis Francisco Pérez Parra y César Bello Martínez, quienes nos instalamos en el lugar para detectar vehículos con reporte de robo, armas, droga y personas con órdenes de aprehensión vigentes”. El ex funcionario de la institución entregó algunas fotografías como prueba de que “efectivamente” se trató de un operativo de revisión, y donde se aprecia el chequeo a la unidad que portaba la persona que posteriormente fue identificada como “El Oaxaco” por la SIEDO, y quien en aquella ocasión, se identificó como biólogo marino y con otro nombre. Hoy por hoy, las fotografías son parte de una línea de investigación de la SIEDO, y donde según datos recabados por este semanario, fueron entregadas después del operativo del 22 de junio pasado, cuando intentaron fallidamente capturarlo en algunos cateos en la ciudad de La Paz, Baja California Sur. “No fue una reunión clandestina”, aseguró Raymundo Flores Aguilar y dijo tener pruebas que exhibirá en caso de ser requerido por la PGR para demostrar plenamente que las fotografías forman parte de una secuencia que tomaron y donde también se ven otros agentes de la Policía Estatal Preventiva, revisando otras unidades. El ex jefe de la Unidad de Reacción Inmediata dijo a ZETA que el caso lo está afectando moral, social y laboralmente, y todo –reconoció— por las pugnas que se libran entre dos grupos al interior de la Secretaría Estatal de Seguridad Pública. Y efectivamente. Un día después de haberse publicado la nota en este semanario, una carta anónima por parte de un grupo de policías que se identificó como “el mayoritario de la Secretaría Estatal de Seguridad Pública” expuso públicamente presuntos vínculos entre agentes y delincuentes. En la carta expusieron que los mandos de la Policía Estatal Preventiva, tenían vínculos con criminales y ofrecieron nombres: Arturo Olvera García, Francisco Javier Díaz, Baltasar Muñoz Jaimes, Salvador Díaz Moreno y Paulino Martínez de la Cruz. La carta reflejó que las pugnas internas estaban aflorando hacia la opinión pública y donde entre unos y otros se sacaron a relucir sus trapitos, hasta que algunos mandos fueron removidos de sus cargos, como es el caso del ex comandante Arturo Olvera García y otros.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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