En una película estadounidense una maestra empieza su clase diciendo a sus alumnos: “Cuando Charles Darwin dijo el mejor, él no necesariamente se refería al más fuerte o más inteligente. Se refería a organismos mejor adaptados a su medio ambiente. Ahora, los humanos creemos ser los mejores, más evolucionados por ser más inteligentes, pero llevamos en la tierra 2 millones de años, más o menos, la cucaracha lleva aquí casi 350 millones de años. Basados en eso, ¿cuál de nosotras es la especie más exitosa?”. Si nos apoyamos en lo dicho por esa maestra y pensamos en que lo que sucede en la naturaleza de algún modo también sucede en la sociedad, aquí habría que preguntarle al Señor Javier Antuna qué pasó con los más “acelerados” luchadores sociales en Estados Unidos como los que publicaban el tabloide Obrero Revolucionario. Y si el Señor Javier Antuna no logra adaptar su lucha a la situación concreta del movimiento progresista actual (no revolucionario ni socialista aun) también habría que decirle que se vaya preparando para la cuenta regresiva a esa especie social en vías de extinción política, particularmente, llamada izquierda estalinista, la que el promueve, claro, envuelto en toda esa izquierda sectaria en general que también se irá. Pero según lógica del Señor Javier Antuna, el discurso de aquella maestra de ficción resultaría en una verborrea pura porque las tales dos son “gringas”, la película y su personaje. Eso se desprende de su pensamiento, aberrado por ser incapaz de distinguir de entre las diferencias las antagónicas de las no antagónicas. Y es que su “gran” fuerza y su “gran” inteligencia lo ciegan para no darse la oportunidad de comprender a las personas que sufren el mismo drama que sufre él: acercándose más a ellas para que lo entiendan bien y lo comprendan mejor, mediante la adaptación de su lucha a la situación concreta de la sociedad donde vivimos. Pero no lo hace así porque es el típico fiurercillo “humanista” que odia a todos los que no ven la realidad como la ve él. Y eso debido a su creencia basada en la aberrante fórmula ideológica que abandera como un marxismo-leninismo-estalinismo que “los izquierdistas infantiles” han creado a su capricho. Además, no confía verdaderamente, como solía hacerlo Karl Marx, en el desarrollo ulterior de la conciencia en la gente y que por ese desarrollo (del cual no carecen tanto como hoy vemos en la “primavera mexicana”) mañana se levantarán mejor por algo más que un simple “cambio verdadero” dentro del capitalismo. Que empiece a verse en la experiencia de los luchadores socialistas al norte. Es la consigna que doy al Señor Javier Antuna por aquello de “cuando veas las barbas de tu vecino cortar…”, al igual que a toda esa izquierda a la que él representa. Una izquierda sectaria en general que ha sobrevivido gracias a la sombra, ayer, de la izquierda tradicional que fue apagándose curiosamente con su premeditada involución del Partido Comunista Mexicano, y, ahora, a la sombra de la izquierda institucional representada, hoy por hoy, por el Movimiento Progresista, cuya desaparición, de sucederse en el panorama político nacional, marcará el paso de la lucha social rumbo al bipartidismo estilo gringo pero con el PRI y el PAN como partidos equivalentes al Demócrata y republicano de los Estados Unidos. En esta situación surgirá en México un ambiente propicio para la extinción de toda izquierda independiente, particularmente, de la oligarquía mexicana y del imperialismo norteamericano en toda la república, si antes no parten en dos su territorio como ya lo han hecho los malos en otras naciones del mundo capitalista. Jesús Vicente Cázares