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jueves, octubre 3, 2024
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La verdad no daña

Tony Garza es un buen tipo. Lo supuse diferente cuando fue nombrado Embajador de Estados Unidos en México. Creía que era petulante y estirado. Hasta pensé “…no sabe mucho de nuestro país”. La verdad, estaba acostumbrado al buen trato de Jeffrey Davidow. Este anterior embajador fue y es simpático. Tanto como su gran estatura. Nunca me regateó preguntas. Fue atento a problemas de periodistas. Buen anfitrión. Agradable con sus chispazos bromistas y charadas. Pero Tony Garza me sorprendió cuando le conocí en Tijuana. Ya como Embajador hizo lo que otros no. Invitó a comer. Dos periodistas y cuatro ejecutivos de prensa, radio y televisión. Entonces cero arrogancia. Desentumecido. Muy platicador. Tratamos como dicen los gringos, “off the record”. Para nosotros “fuera de libreta”.   Ese clásico trato entre funcionario y periodista. Nada de lo hablado puede publicarse. O en algún caso con la advertencia “…escríbalo pero yo no se lo dije”. A veces acepta el funcionario citar “…a un vocero de tal oficina” o “equis miembro de fulana agencia”. Total. La plática con Tony Garza fue amable. Sin secretos y sobre cualquier tema. No es alto como Davidow pero sí abierto y simpático. También bromea. Lo sentí lejos del engreído John Gavin. Y nada misterioso como Negroponte. A este caballero su estampa le ayuda para ser personaje peliculesco. En una de James Bond.   A Tony Garza no lo siento tenebroso. Tampoco maquiavélico. Algunos ocupantes anteriores de tal puesto sí. A veces ni la dibujaban. Soberbia clásica empujada por el espionaje. Entonces el momento obligaba. Fue cuando la Guerra Fría. Los embajadores norteamericano y ruso peleaban por “soplones”. Ahora sorprende saber quiénes sirvieron a qué potencia. Personajes. Desde presidente de la República para abajo. Después las tenebrosidades se fueron apagando. Por hoy no es un secreto: En México operan agentes anti-narcóticos de Estados Unidos. Hace dos años había 45. Nuestro gobierno los autorizó y algunos periodistas les conocen. En Sinaloa hasta una casona ocupan. Pero eso sí, no andan metidos en política.   Ahora Estados Unidos cambió su estrategia. Estudiosos y expertos visitan México. Se presentan oficialmente. Programan reuniones con tiempo. Hablan con panistas, priístas, investigadores académicos, socialistas, funcionarios, ex-gobernadores, diputados y en fin. Con todo aquel considerado “una fuente de información creíble”. Escuchan todas las versiones. Para mí esa tarea alimentó en parte la famosa carta de Tony Garza. Pero aclaro sobre la inmediata consecuencia oficial mexicana. Una cosa es lo diplomático. Si se siguieron o no las reglas. O fue indebido hacerla pública. Que mejor debió entregarse a nuestra Embajada en Estados Unidos. O directamente a la Secretaría de Relaciones Exteriores. Aparte de toda esa tramitología, la carta refleja hechos innegables: Sí hay violencia. El narcotráfico rebasó a las autoridades fronterizas. Está mejor armado. Abundan los crímenes. Solamente en Tijuana 36 en los últimos 30 días. Sinaloa casi 40. Incluidos importantes policías. Y más ejecuciones por todo el país. Pero no es difícil saber el motivo: Sólo un narco provocó la escandalera en los penales. Al parejo se desbordó la corrupción. Los capos sobornaron a gran parte del gobierno mexicano. Así de sencillo. Sin protección y complicidad oficiales los carteles no funcionarían.   Desgraciadamente no se entiende: El narcotráfico es un problema de tres regiones: América del sur produciendo. Nuestro país repleto de mafiosos matones. Estados Unidos consumiendo. Todos con su etiqueta propia. Unos venden sin problema. En México se trafica con avaricia. Y Estados Unidos mueve el final. Organizados. Sin violencia. Con su mentalidad: Negocios son negocios. Pero en las tres regiones hay una parte cortada por la misma tijera: Corrupción. Cada cual a su manera. De la discreción a lo presumido. Aparte: En Estados Unidos no matan periodistas. Los reporteros prefieren escribir sobre mafias mexicanas, sudamericanas o caribeñas. Nunca sobre los capos de su país. Le tienen miedo a las demandas. Acá en el sur sí publicamos detalles y por eso nos va como nos va.   Me entristecieron las respuestas oficiales a Tony Garza. Desatinadas. Más hígado y patrioterismo. Es una risión calificar el documento como “otra certificación”. O revirar con el maltrato a indocumentados. Como nos decían en la escuela: “No hay que confundir peras con manzanas”. Insisto. La violencia no se puede negar. Pero donde sí le falló al señor Embajador fue en un párrafo: “El alto antes de violencia se ha traducido en mayores riesgos para los miles de ciudadanos estadounidenses que visitan o van de paso a la región fronteriza todos los días”. No hay tal. Ni siquiera en Tijuana peligran los mismos residentes mexicanos. Los asesinatos son entre narcos. Y estos mafiosos a su vez matan policía corruptos o cumplidos. Pero los estadounidenses nunca son víctimas.   Además el Embajador Garza no mencionó dos detalles. Harto sabidos por su gobierno. Todas las armas, todas, utilizadas por criminales en la frontera mexicana, fueron compradas en Estados Unidos. Se las venden sin mayor trámite. En calidad y cantidad que quieran. A veces canjeadas por droga. Y lo más grave porque me consta. Sobran nombres. Muchos asesinos viven en territorio norteamericano. Allá se portan bien. Pero vienen a la frontera mexicana. Traen sus armas. Matan sin piedad. Dejan ametralladoras o pistolas. Regresan tranquilamente.   Es tan cierto como lo del 93. Salieron desde San Diego hasta Guadalajara para matar a “El Chapo” Guzmán. No lo encontraron y terminaron tiroteando al cardenal Posadas y Ocampo. Diez residentes en Estados Unidos cruzaron la frontera para matar a mi compañero Luis Valero. Lo siguen haciendo. Aparte el tráfico de armas es enorme desde Estados Unidos a la frontera mexicana. Pero todo esto lo ignora el gobierno foxista. A sus funcionarios no les preocupa la frontera. Jamás platican con estudiosos, observadores, políticos y hasta religiosos. Estados Unidos sí. Tiene más interés. Por eso sus reuniones constantes. A los mexicanos ni se les ocurre. Cuando visitan la frontera tienen miedo tocar el tema. Les interesa más ir de compras a Estados Unidos. Esto, la carta de Tony Garza y no mencionar a los criminales de Estados Unidos, son verdades que incomodan.   Escrito tomado de la colección “Conversaciones Privadas” y publicado el 1 de febrero de 2005; propiedad de Jesús Blancornelas.

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Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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