Tras el cierre de edición de la edición 2178 de ZETA, el martes 22 de diciembre por la tarde, Carmen Rodríguez, madre de Adal, acudió al ministerio público asignado a Justicia para Adolescentes, donde esperaba la víctima, Juan Carlos Rangel Rodríguez. La mujer, sin presencia de su hijo, le ofreció disculpas al hombre por los actos del menor de edad y ofreció un acuerdo económico por 6 mil pesos para cerrar el caso. Rangel Rodríguez aceptó el trato. Sin embargo, ya que el adolescente se encuentra fuera de Tijuana por cuestiones de seguridad después de recibir múltiples amenazas por sus actos, el trámite se va a concretar ante la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) hasta que Adal, personalmente, pida perdón al hombre que maltrató, humilló y exhibió. Será entonces cuando el expediente quedará cerrado. En este tipo de trámites, tras un acuerdo económico y otorgar el perdón, la autoridad no está facultada para imponer ningún tipo de tratamiento reeducativo para el adolescente. A continuación, el reportaje que circula esta semana en la edición impresa de ZETA: Adal, de 17 años, andaba con sus amigos -cómplices en un grado de participación-, cuando decidieron como “juego” insultar y lesionar a un adicto, para hacer un video y subirlo a Facebook. No estaba borracho, aseguró el adolescente. El video, que dura alrededor de cuatro minutos, fue puesto en las redes el domingo 20 de diciembre. El lunes 21, su contenido fue visualizado por el subprocurador en Tijuana, Jorge Álvarez, quien inició un acta circunstanciada que por la tarde se convirtió en denuncia por lesiones, después que la autoridad localizó y declaró a la víctima. Sin embargo, de acuerdo a las primeras indagatorias, los hechos sucedieron hace alrededor de 15 días, un jueves, en una zona de estacionamientos en el fraccionamiento Murúa. Fue “un juego”, declaró en menor acerca de los insultos y lesiones que infligió Las imágenes muestran cómo Adal coloca una especie de tubo a la nuca de Juan Carlos Rangel Rodríguez -quien después se supo, padece problemas de adicción y estaba intoxicado-, debido a su estado de indefensión, él parece creer que el objeto en su cabeza es una pistola, por lo que la víctima cooperó todo el tiempo, mientras lo maltrataban y quemaban. El menor también lo insultó en tono agresivo, le hizo referencias a felaciones homosexuales y lo obligó a infamarse, a tocarse y desvestirse antes de concluir apagando un cigarro en el pecho de Rangel. LA VÍCTIMA Y EL PROCESO La víctima fue localizada el lunes 21, la familia quería denunciar pero tenía miedo, creían que podían detenerlo, porque debido a su problema de adicción estaba drogado en la calle. Presente ante el Ministerio Público, el afectado manifestó que debido a su estado de intoxicación, sí recuerda lo sucedido pero más como generalidades, muy poco; sí se ubica en la circunstancia, recuerda que alguien llegó, lo agredió, lo quemó, pero no más detalles por las condiciones en que se encontraba. El adolescente quema el pecho del indigente Sin embargo, la denuncia por lesiones se pudo levantar porque existen otras evidencias como el video y las heridas, que por no tardar más de 15 días en sanar, no son consideradas graves, lo mismo que el delito que se le imputa al menor, razón por la cual tiene la oportunidad de llevar el proceso en libertad. En esas condiciones el joven se presentó el mismo lunes 21 de diciembre -sin orden previa- en la Procuraduría, acompañado de su madre, donde sin declararlo, después de haberse probado que es menor de edad, su expediente fue remitido al Ministerio Público Especializado en Adolescentes, desde donde será requerido para dar seguimiento al caso. EL MENOR FRENTE A LA PRENSA Tras su presentación, el acusado y su madre recibieron de funcionarios de la Procuraduría la opción de evadir a la prensa al salir, pero decidieron atender a los reporteros porque querían ofrecer una disculpa pública Ante las preguntas de los reporteros, Adal expuso: “Yo soy el de la bronca”. Adal después de su declaración en la PGJE Agregó: “Yo vine por mi voluntad, más que nada porque sé que tuve una mala decisión en actuar así con esa persona, aparte que ni conozco, no sé quién es”. Señaló que estaba arrepentido y concluyó diciendo que se disculpaba y debía disculparse con la persona a la que lastimó: “Cometí el error de hacer eso, más que ofenderlo, casi, casi lo lastimé”. LA MADRE HABLÓ CON ZETA Carmen Rodríguez, madre de Adal, habló con ZETA y manifestó: “No sabemos qué vaya a proceder, estamos dispuestos a lo que venga, nos tenemos que apegar a la Ley. “Es un acto muy desagradable, pero es un aprendizaje que nos deja mucho para mejorar como persona, como ser humano, aunque ya lo éramos, la verdad que sí lo somos, no somos delincuentes, no lo somos. Nos están atacando muy feo, pero yo los entiendo y los comprendo. Esto va a servir para bien. “Estamos siendo señalados, agredidos verbalmente, estamos siendo atacados muy feo. Lo que mi hijo hizo fue un daño muy grande, y por qué siguen haciendo más daño. Las redes sociales están causando más daño todavía, a lo que están haciendo. “Hasta ahorita no la hemos visto -a la persona agredida-, pero estamos ya contactando con él, para ver qué es lo que se puede hacer, no sé qué es lo que podamos hacer. Soy una persona humanitaria, no soy mala ni delincuente, mi hijo no es delincuente, yo estoy consciente de lo que él hizo, y como madre de un menor de edad, soy responsable de lo que mi hijo hizo y lo voy a enfrentar. “No estoy acobardándome, no me estoy escondiendo, estoy aquí y voy a dar la cara, y mi hijo también la va a dar”. MEDIDAS LEGALES PARA ATENDER AL MENOR AGRESOR Respecto al seguimiento legal de Adal, ZETA consultó a funcionarios del Poder Judicial, quienes explicaron que tratándose de lesiones generadas por un menor, el Ministerio Público tiene la opción de conciliar, en cuyo caso otorgado el perdón y concretada la reparación del daño, se extinguiría la acción penal. Y tratándose de menores, es común que se opte por el principio de mínima intervención y se evite judicializar. Adal salió de Tijuana tras sentirse en riesgo por las amenazas recibidas Pero el Ministerio Público también tiene la responsabilidad de velar por el bienestar del menor acusado, en este caso, analizar la trascendencia de su comportamiento y, de ser necesario, someterlo a algún tipo de tratamiento, para lo cual el caso debería ser remitió a un juez que primero determinaría si existen elementos suficientes para juzgar y, una vez concluido, dictaminar sentencia, dictar algún tipo de tratamiento, consejería, servicio comunitario, trabajo y/o supervisión de actividad escolar, cuyo seguimiento sería supervisado cada tres meses por las autoridades.