Una ceremonia fúnebre tradicional del pueblo indígena Kumiai “La Huerta”, a 50 kilómetros al sureste de Ensenada, marcó la despedida de las cuatro personas acribilladas el 10 octubre cuando éstas platicaban de ventana a ventana a bordo de dos camionetas, sobre la calle principal de Ojos Negros. Todos eran originarios de esa comunidad. Registrado en la delegación Real del Castillo, éste es uno de los incidentes más sangrientos de los que se tengan memoria, desde el presentado en la ciudad en 1998, cuando en la delegación El Sauzal, en el predio “El Rodeo”, 17 integrantes de una sola familia fueron ejecutados por una supuesta venganza entre sicarios. El día del homicidio en Ojos Negros, el objetivo, dicen las autoridades, era Sergio Poblano Castro alias “El Bibi”, de 36 años de edad, quien en 2007 fue detenido por portación de arma de fuego de uso exclusivo del Ejército; en septiembre de 2010 por comercio de droga y portación de arma de fuego de uso exclusivo del Ejército; y en 2012 por posesión de droga. En cada ocasión fue liberado. Eran las seis de la tarde del sábado y el sol todavía iluminaba el poblado, cuando los sierreños en dos camionetas detenidas en medio de las calles Juan Castro y Teniente Miguel Guerrero, convivían de carro a carro. “Los habíamos visto por aquí, sabemos que son de aquí, pero no los conocemos”, narraron testigos de la sangrienta escena. La tranquilidad de la comunidad de pronto se vio alterada cuando un automóvil de modelo viejo, tipo Cherokee, color verde, se aproximó a los vehículos estacionados y sin detener su marcha, desde su interior dispararon con armas de fuego, asestando de manera certera a los ocupantes de ambas camionetas. Después atravesaron el pueblo con más detonaciones al aire, hasta salir por la carretera hacia San Felipe. Pasaron incluso a unos veinte metros del retén militar que mantiene el Ejército Mexicano en la entrada a Ojos Negros, pero no hubo detenidos. Los vehículos baleados Junto a “El Bibi” fallecieron tres personas más, todos familiares del comisariado Víctor Arce Burgoin. La víctimas fueron su hijo Víctor Arce Poblano, de 27 años de edad, quien se encontraba en el asiento del piloto en una camioneta azul; su hijo de crianza, Ángel Eduardo Rico Arce, de 12, en el asiento trasero de la misma camioneta; al igual que su yerno, Adán Rojas Delgado, de 17, en el asiento del copiloto. Sergio Poblano era su cuñado, éste ocupaba solo la otra camioneta, color blanco, donde según información de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), encontraron el cuerpo inerte del hombre, empuñando un arma 9 milímetros en su mano derecha. Testigos refieren que un quinto hombre, que al parecer sobrevivió al ataque, bajó de la camioneta azul en la que viajaban los dos menores de edad y abordó una Tundra color guinda, con placas de Estados Unidos, misma que fue reportada como robada y localizada más tarde en Puerta Trampa, en el trayecto que lleva directo hacia la comunidad de La Huerta, en la sierra, donde residían los hombres y el menor baleados. Algunos pobladores relataron que tras la agresión optaron por mantenerse alejados. Nadie se acercó, a pesar de que desde lejos era evidente que el joven Adán Rojas Delgado, estuvo agonizando por casi 40 minutos. “Movía y movía la cabeza, pero solo un paramédico se acercó como un minuto y se fue. Un policía llegó, lo vio y se fue, no se quedó”, relató un hombre que estuvo a escasos cinco metros de la escena del crimen. Dentro de las camionetas quedaron botellas de agua, refrescos y algunos lubricantes de automóvil, además de papeles regados e impregnados de sangre. Orificios y rasgones provocados por las balas se pueden ver aún en las fachadas de algunas viviendas de la zona donde sucedió el ataque, lo mismo en el cristal de un mini mercado, así como en la carrocería de otras unidades que estaban estacionadas. Al momento de los disparos, la gente reaccionó agachándose y refugiándose dentro de las casas para evitar una bala perdida. En cuestión de minutos, familiares de las víctimas llegaron desconsolados al lugar, pero los agentes policiacos no les permitieron acercarse. José Ramón Valencia Hernández “El Cepillo”. En la subdelegación de Real del Castillo, localizada a la vuelta de la cuadra donde sucedió el multi homicidio, recibieron varias llamadas de auxilio que reportaban igual: una balacera a las seis con cinco minutos. Pero los cuerpos quedaron tendidos en la escena hasta entrada la medianoche, cuando finalmente el Servicio Médico Forense se llevó los cadáveres tras realizar el peritaje para la investigación que todavía lleva a cabo el Ministerio Público. Hermetismo desde la Subprocuraduría Decenas de personas fueron testigos e incluso estuvieron dentro del fuego cruzado en una escena que describen como “horrible” y “sangrienta”. El subprocurador de Justicia en la Zona Ensenada, Marco Chavarría López, no ha dado declaraciones, se ha limitado a enviar escuetos comunicados de prensa en los que solamente indica que los homicidios están en investigación y se ha negado a entrevistas. Integrantes del Consejo Estatal de Seguridad de Baja California fueron consultados por ZETA y la repuesta fue: “No traen nada, porque no quieren traer, desde hace dos años hay un enfrentamiento entre dos células del Cártel de Sinaloa qua antes operó unida, y la misma Procuraduría que hoy no muestra avances, ha abierto expedientes por varios crímenes suscitados dentro de este enfrentamiento”. Detallaron que la muerte de Poblano Castro y parte de su familia, es resultado del enfrentamiento de “Los Indios” o “Sierreños” contra la gente de José Ramón Valencia Hernández “El Cepillo” en el poblado de Ojos Negros Sergio Poblano Castro, “El Bibi”, muerto en el cuádruple homicidio en Ojos Negros. “Son hechos aislados” La presidenta del Consejo Ciudadano de Seguridad Pública (CCSP) de Ensenada, Cristina Zamora Beyer, lamentó el hallazgo y lo calificó como hechos aislados. Sobre el hermetismo de las autoridades, consideró que lo mejor es que éstas manejen la información con cautela porque son datos muy delicados. “El avance pone en riesgo el que la investigación llegue a un buen término, son hechos aislados donde desafortunadamente se perdieron vidas, y lo que más dolió es que dos menores se vieran involucrados cuando era otra persona a la que buscaban”, indicó Zamora. Opinó que la delincuencia no actúa con respeto ni atiende ninguna regla: “Ni moral, ni social, aquí el punto es que se trataba de una persona que se involucra en ese tipo de ilícitos. Por eso es tan importante cuidar con quién nos acercamos”. Asistentes al sepelio. A propósito, se refirió al asesinato del funcionario de la Procuraduría General de la República, ocurrido apenas una semana antes y a plena luz del día: “Pues ya había tenido un atentado, se fue de Ensenada y apenas regresó, le sucedió” Reiteró que como dirigente del organismo de seguridad en Ensenada, insta a las autoridades a que cumplan en tiempo y forma para esclarecer los delitos y que la sociedad esté tranquila, pero insistió en que también el ciudadano tiene que cuidar lo que hace. Descartó que sea necesaria la presencia del Ejército Mexicano en las calles del puerto. “A estas alturas son hechos aislados, no es necesaria la presencia del Ejército porque además, siempre está actuando en zonas como Ojos Negros, solo nos queda instar a que la autoridad haga su trabajo y que los ciudadanos nos mantengamos en un marco de la legalidad”. Todos familiares del Comisariado Los actos fúnebres de la familia iniciaron el lunes 12 de octubre en Funeraria Ensenada, y continuaron el martes 13, cuando los cuerpos fueron velados en una casita al pie de la montaña rocosa de La Huerta. A las ocho de la mañana se escucharon rezos, llantos y auténticos cantos de los indios Kumiai, al tiempo en que el tumulto caminó con los féretros en hombros hasta el panteón que se encuentra a unos metros de la casa de los Arce. Tres de los cuerpos fueron enterrados en fosas contiguas y a tan solo unos cuantos pasos del Jardín de Niños “Libertad, Teodora Cuero”, mismo que mantiene una matrícula de diez estudiantes que conviven al lado del camposanto. El otro menor, Adán, fue enterrado en el cementerio de Ojos Negros. Los Arce forman parte de la historia del poblado, eran avecinados de Teodora Cuero, considerada la máxima autoridad de la comunidad indígena Kumiai, impulsora de la conservación de la lengua y quien murió por causas naturales a los 94 años de edad, en agosto de 2014. Los restos de ella reposan en el mismo camposanto. Teodora recibió la visita de ex presidentes de la República, el último fue Vicente Fox Quesada, además, su influencia la llevó a tener reuniones con el Papa Juan Pablo II. Para llegar a La Huerta hay que seguir un camino vecinal de terracería, entrando por la delegación de Real del Castillo, aproximadamente a veinte kilómetros hacia la Sierra de Juárez, se atraviesa un sendero desolado, sin iluminación y confuso, por la cantidad de atajos. La zona se promueve como un destino ecoturístico. Dos años de asesinatos y desapariciones forzadas De acuerdo con información en poder del Consejo Estatal de Seguridad, José Ramón Valencia Hernández (33 años) alias “El Cepillo” y Sergio Poblano Castro (36 años) “El Indio”, “El Bibi” y “El Poblano” -asesinado el 10 de octubre de 2015-, están identificados desde 2013, como operadores delictivos de Ismael “El Mayo” Zambada. En 2010, previo a la captura de Fernando Sánchez Arellano, en sus detenciones, Poblano Castro fue ligado por las autoridades al Cártel Arellano Félix. Según el reporte de inteligencia del Consejo de Seguridad, las células de Poblano y Valencia mueven droga por aire, mar y tierra, además de sembrar para el sinaloense. Informaron que en algún tiempo, los dos grupos trasegaron enervantes juntos, pero desde 2013, los grupos encabezados por ambos han llevado una disputa interna que ha cobrado varias vidas de los dos lados. Se trata de un pleito mortal entre la gente de “El Cepillo y “Los Indios” de La Huerta, que ha tenido como principal escenario el poblado de Ojos Negros en Ensenada. Todo empezó con un enfrentamiento a balazos frente a la casa de “El Cepillo” Valencia, a principios de 2013. En aquel momento, Sergio Poblano y su gente se habían presentado hacer un reclamo, no hubo muertos y la balacera no pasó a mayores. Sin embargo, el 27 de marzo de 2013, las autoridades recibieron el reporte por la desaparición de Santiago Almaraz Sandoval “El Jimmy”, cuñado de Valencia y ubicado como uno de sus principales socios delictivos por las fuerzas de seguridad. En aquel momento, los mencionados como posibles responsables de su privación ilegal de la libertad fueron precisamente Sergio Poblano, y sus cómplices identificados, Héctor Hugo Romero Castañeda “El Chupalodos” y Rogelio Arias Piña, medio hermano de Jesús Bustillos, hasta ese momento ubicado como principal socio delictivo de “El Bibi”, además de compadre. El 12 de septiembre de 2013, el nivel de violencia y exhibicionismo criminal subió. En el poblado de Piedras Gordas, en la zona de Ojos Negros y en respuesta a un reporte, la Policía localizó una camioneta Cherokee quemada, y en el interior, los cuerpos de dos hombres calcinados. Eran el socio de Poblano, Jesús Andrés Bustillo Soria, y su hijo, llamado Guadalupe. Bustillos habría registrado dos capturas previas a su muerte, una en abril de 2012 por posesión de 236 kilos de marihuana, y el 3 de octubre del mismo año cuando fue sorprendido en el aseguramiento de dos plantíos de marihuana. En ambos casos fue capturado con cómplices, y las dos veces, todos quedaron libres. Con base en los primeros indicios, el presunto homicida de Bustillos había sido uno de los “trabajadores” criminales, identificado como Luis Alfonso Castro Moreno “El Garrapatas”, quien al momento de quitarle la vida, evidentemente se habría pasado al equipo de “El Cepillo” Valencia, y el supuesto motivo del homicidio habría sido el presunto robo de 500 kilos de cristal. Alfonso Castro es señalado como perpetrador, no duró mucho, apareció asesinado la mañana del 26 de septiembre de 2013, su cadáver recibió varios balazos, estaba en la entrada de una habitación que rentaba en una cuartería en el poblado la Puerta Trampa en Ojos Negros. El sepelio. Como presuntos responsables de este homicidio, la Policía Ministerial solicitó y obtuvo orden de aprehensión en contra de Héctor Hugo Romero Castañeda “El Chupalodos” y Raúl Alejandro Vélez Figueroa “El Bebo”, matones y trasegadores del fallecido Jesús Bustillos que siguieron delinquiendo para Sergio Poblano Pero la familia de Alejandro Vélez “El Bebo” lo reportó como persona desaparecida el 27 de diciembre de 2013 y las autoridades no volvieron a saber de él. Personas cercanas a la víctima señalaron como posibles victimarios a Benjamín Félix Franco “El Benja”, presunto delincuentes cercano a “El Cepillo” Valencia. En medio de esa sucesión de asesinatos y desapariciones, entre finales de septiembre y principios de octubre, las fuerzas de seguridad operativas del Estado intentaron capturar a José Ramón Valencia Hernández “El Cepillo”, pero se dieron cuenta que huyó de Baja California junto a su esposa y principales operadores. El 14 de abril de 2014, en el Centro de Comando, Control, Comunicación y Cómputo reciben una llamada anónima, la cual informa que en una taquería ubicada en la calle Lázaro Cárdenas y Felipe Chacón en Ojos Negros, estaba un criminal buscado al que apodaban “El Chupalodos”. Que estaba armado. Cuando Héctor Hugo Romero Castañeda vio llegar las patrullas, se subió a una Cherokee robada que tenía en posesión y huyó, los uniformados le dieron alcance hasta que llegó a Puerta Trampa porque se detuvo y descendió del auto, apuntando a los oficiales; sin embargo, decidió tirar su pistola cuando vio que los agentes lo encañonaron con rifles. Así fue asegurado por la muerte de “El Garrapatas”, además de tener menciones en por lo menos otro cuatro incidentes criminales. Previo al asesinato de Sergio Poblano y tres miembros de su familia, hubo otro hecho criminal: el 3 de octubre, las autoridades reportaron haber localizado el cadáver de un hombre en un plantío. Horas después informaron que se trataba de José Manuel Ríos Uriarte, de 60 años. Informes previos indicaron que elementos militares habían estado en el plantío ubicado en las inmediaciones del rancho Los Manzanos, en el Kilómetro 70 de la carretera al Valle de la Trinidad, en Ojos Negros. En el operativo hubo disparos y dos hombres huyeron. Horas después, gente del rancho reportaron el cadáver de Ríos Uriarte, como testigo de los hechos, el reportante fue Antonio Bustillos, padre del asesinado Jesús Bustillos, y José Dimas Ríos Uriarte, hermano del hombre recién asesinado y propietario o encargado (autoridades aún no definen) del rancho donde se localizó marihuana.