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viernes, octubre 11, 2024
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Latente nuevo estallido en San Quintín

Cuando el pasado 4 de junio, algunos de los voceros de la Alianza de Jornaleros de San Quintín dieron a conocer a los reporteros lo que llamaron logros históricos. El rostro desencajado de éstos contrastaba con las buenas noticias. Después de la encerrona de cinco horas con el subsecretario de Gobernación, Enrique Miranda Nava, el gobernador Francisco Vega y toda suerte de funcionarios, al final de la reunión, las autoridades literalmente volvieron a huir y dejaron a los líderes jornaleros para que ellos dieran a conocer la culminación del último punto de los acuerdos: el aumento salarial, que no fue de 200 pesos como exigían. Las partes habrían firmado el compromiso de que después de un análisis de todas las empresas existentes en el Valle, se categorizaría a las mismas de acuerdo a sus características, capacidad económica, tamaño, extensión territorial, tecnología, número de empleados, esquemas de negocios y su competencia. De ahí se fijarán tres niveles y, en base a los mismos, se establecerán los salarios diarios: 180 pesos para empresas agrícolas categoría “A”, 165 pesos para la categoría “B” y 150 pesos para las “C”.  No los 200 pesos que exigían y que incluso la autoridad federal se había comprometido a “completar” en caso de que los patrones agricultores no cedieran. “Llevamos esperando veinte años, quizá no mejora en su totalidad la vida de los trabajadores del campo, pero sí viene a aliviar parte de las necesidades”, justificó Fidel Sánchez, el vocero más politizado de la Alianza. “Nuestra lucha no significa nada más un salario digno”, apuntó para resaltar el logro histórico de, por ejemplo, la constitución de un sindicato nacional de trabajadores del campo y un fideicomiso de 100 millones de pesos para apoyar en infraestructura para los jornaleros de San Quintín. Por su parte, Fermín Salazar justificaría: “Llegamos a ciertos acuerdos, no los que la gente espera, pero no ha sido fácil enfrentar a las diferentes autoridades”. En plena reunión, quien se retiró de la mesa, y que el resto de los voceros no supo explicar, fue Justino Herrera, caracterizado por asumir la actitud más bélica al momento de exigir y enfrentarse a las autoridades. Herrera se retiraría después de la conclusión de la propuesta salarial, que también causó desazón entre los pocos jornaleros que afuera del salón Misión Santa Isabel esperaban la respuesta: “¡180 pesos siguen siendo una burla… una bofetada!”, “¡Kiko Vega, San Quintín te odia!”, fueron algunas de las consignas que gritaron como respuesta. Ahora replegado, Herrera explica lo que lo llevó a negarse a firmar los acuerdos que sus compañeros sí aceptaron, y confirma lo que subsecretario de Gobernación, gobernador y delegado de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) se negaron a precisar en su momento. Será salario mínimo  diario “integrado”, y ahí es donde estuvo la trampa. Detalla Herrera que la palabra “integrado” originalmente no estaba puesta en la minuta de los acuerdos del 13 y 14 de mayo, y la minuta del 4 de junio fue agregada echando abajo el punto 12 de los acuerdos firmados el 19 y 20 de marzo, donde se establecía que se pagarían días festivos, séptimo día, horas extra, antigüedad, vacaciones. “Por eso no firmé, le dije a Fidel pero no me hizo caso, era diferente al documento original que hablaba de un salario mínimo base, sin la palabra ‘integrado’, ese sí era un gran paso”, relata Justino Herrera. “El subsecretario Miranda me jaló y me dijo: ‘Fírmale, ¿eh? Hicimos un trato de hombres y yo no vengo a desvelarme 15 horas como los pendejos de la otra vez’; y yo le respondí que el trato él lo había traicionado. “¿Qué les iba a decir a los medios? ¿Que traicioné? ¿Que eché a la basura todas las prestaciones de los compañeros? ¿Que estoy orgulloso de estos logros? Estoy decepcionado con la firma de mis compañeros”, expresó. El logro se redujo al pago del  Impuesto sobre el Producto del Trabajo, afiliación y pago del Seguro Social y dos semanas de aguinaldo al año. Pero el resto de prestaciones como vacaciones, días festivos, reparto de utilidades y sobre todo el séptimo día, irán en el salario mínimo integrado. Lo ya firmado se perdió y Herrera lo explicó a los jornaleros después que el resto de voceros de la Alianza no lo hizo bien. Frustrado, Herrera expone: “Hasta le hice cuentas a mis compañeros, con el séptimo día incluido, el salario de 150 pesos iba a llegar a los 175; el de 165 pesos subiría a 187, y el de 180 finalmente quedaría en 210 pesos. ¡Eso ya estaba ganado!  Si un jornalero cualquiera viera y firmara el documento, estoy de acuerdo… no saben”. — ¿Los chamaquearon entonces? “Pues los chamaquearon a ellos, a mí no, para que me chamaqueen a mí necesitan encarcelarme o que me desaparezcan”. En las redes sociales, la desconfianza se ha volcado sobre los voceros de la Alianza: “Yo creo que tienen razón cuando hablan de líderes vendidos, aunque no haya ningún símbolo de pesos, ninguna moneda  puesta en nuestras manos, ni en la de ellos, yo no puedo asegurarlo”. Justino Herrera ahora pronostica otro conflicto entre los patrones, porque se van a negar a pagar los 180 pesos y todos van a regatear, “empezando por el Rancho Los Pinos”, para que los etiqueten como categoría “C”. Pero advierte, desde ahora son como 25 empresas, todas las freseras, que sí se pueden inscribir como “A” y, por lo tanto, la capacidad de pagar el tope. Enumera a los ranchos San Vicente Camalú, Los Olmos, San Cruz, Coco García, Chava García, Conrado González, BerryMex, Rancho Seco, Agrícola San Simón, San Marcos, Santa Mónica, Los Pinos y Bella Vista. El vocero disidente anuncia que por lo pronto estará como espectador, a ver cómo se pelean los patrones, y adelanta, será respetuoso del plazo hasta la primera semana de julio, cuando haya nueva reunión para conocer los avances; pero lo que sí no dejará, será la lucha de los jornaleros, la cual encabezará solo, pues afirma que puede movilizar a la totalidad de los 70 mil trabajadores del campo asentados en la zona. “¡Yo sí los levanto a todos! Ya no pelearé al lado de organizaciones, son unas ratas méndigas, unas debiluchas, personas que no tienen el valor civil suficiente para poderse ir hacia el fondo de una vez. ¡Me voy a hacer cargo yo!”, amenaza Justino Herrera. Mientras Fidel Sánchez, el líder de facto de la Alianza, en medio del júbilo por el aparente logro declararía: “Podemos perder la batalla, pero la guerra no, porque hay mucho por delante”. Luego rectificaría: “No hemos perdido la guerra… no la batalla”.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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