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domingo, febrero 25, 2024
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Político religioso

“Diario político religioso” es la frase de L’Osservatore Romano. El diario del Vaticano, il giornale del Papa.

Si no imposible, sería difícil imaginar cuántos cientos de miles o millones de judíos salvaron su vida gracias a un sacerdote, alguna religiosa, algún laico, empresario, algún monseñor, obispo, enfermera, que los protegieron y escondieron de la barbarie nazi y del comunismo.


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“Negro Escarlata”, “La Lista de Schindler”, “El Coraje del Corazón” (Irena Sendler), el jesuita que desafió a Hitler o la historia de pastores que murieron por su fe (Dietrich Bonhoeffer).

El reto de los políticos y de todos siempre será la congruencia, el difícil coincidir de la verdad: la adecuación de la mente a la vida. La adecuación de la inteligencia a las cosas. Esa ha sido y es la verdad.

Si un candidato expresa firmemente que todos los políticos y gobernantes se atiendan en el Issste o en el Imss, qué bueno, qué oportuno; pero qué decepción cuando ese político se atiende en un hospital privado, pagando más de un millón de pesos. Ahí no hay verdad. “Trata a los demás como quieras que te traten”, expresa Cristo.


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El problema no es mezclar evangelio y política, sino, como expresa José Luis Perales en su canto: “Me han contado que existe un paraíso, a donde va la gente, no importa lo malvado que haya sido, si un día se arrepiente”. Lo que parece cierto es que no van los que se creen mejores, los vanidosos ni dictadores; los que se mienten desde su tribuna, estafadores, elegidos, pregoneros de sus caridades, dueños de la tierra que su poder es demasiado grande y el hueco de su alma tan pequeño.

A José Mojica, ejemplar ex presidente de Uruguay, lo describe el rector de la UABC, Juan Manuel Ocegueda, como alguien que se distingue por “humildad, el sufrimiento, la coherencia de vida”. Con motivo de su visita a Tijuana, a Mojica le buscaron gente de AMLO para reunirse con él, cosa que el uruguayo rechazó, expresando que si había escuchado de él, pero que la izquierda no habla tanto, sino actúa, “y usted ha estado hablando por muchos años, sin resultados”.

Ser político religioso es lo más común, antes de Cristo, en todas las culturas, según la historia de las religiones o la fenomenología o la filosofía de la religión. El reto lo planea Santo Tomás de Aquino desde la filosofía de Cristo. De hecho, Sócrates murió por la verdad, consumiendo la “cicuta” (veneno). El maestro griego había descubierto que la teocracia griega era una burda manipulación del pueblo por miedo a los dioses o deidades. Una política teocrática basada en la mentira; por eso Sócrates desenmascara las mentiras del Imperio, pero se sostiene en la verdad y prefiere morir por ella, que “adorar” a los falsos dioses que manipula a la “democracia” griega.

El termómetro para lo político religioso es la verdad y ésta es que coincida lo que se dice con lo que se hace.

Bien decía Mahatma Gandhi en su libro “Mi Dios”,  quien dice que la religión no tiene nada que ver con la política; no sabe ni siquiera qué es la política.

Creo que la política es servir a la polis, a la gente, al pueblo, a la comunidad humana.

Parece inverosímil que el principal empresario de AMLO, Alfonso Romo, sea el principal beneficiario del inútil edificio “Estela de Luz”, construida en el sexenio de Felipe Calderón.

 

Germán Orozco Mora reside en Mexicali. Correo: saeta87@gmail.com

 

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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