El mexicalense Jaime Ruiz Otis exhibe en la Sala 3 de El Cubo del CECUT la individual titulada “Intuir el azar” que incluye alrededor de 50 obras creadas a partir de desechos industriales como microcircuitos, cajas, antenas parabólicas, chips, códigos de barras, tóner de fax, foil y polipropileno, entre otros materiales de basureros. “Empecé haciendo pruebas, experimentando con todos los materiales de diferentes maneras, la alquimia de los materiales”, expresó el artista a ZETA
Uno de los artistas plásticos más importantes de Baja California de la generación de los 70 es Jaime Ruiz Otis, quien por estos días comparte la individual “Intuir el azar” en la Sala 3 de El Cubo del Centro Cultural Tijuana (CECUT).
Fue el viernes 17 de noviembre de 2017 cuando Jaime Ruiz Otis (Mexicali, 1976) inauguró una retrospectiva de su trabajo creado en los últimos 19 años, bajo la curaduría de Daril Fortis.
En ese momento, Ruiz Otis valoró el hecho de que diversos coleccionistas se mostraran accesibles a colaborar para armar la exhibición:
“Quiero agradecer a todos los coleccionistas: Alonso y Paty de la colección Elías Fontes; Oliver Cleary, Amy Isackson, Alejandro Pedrín, Luis Navarro, Jorge Gracia, Fundación Codet; y bueno, me gustaría agradecer al Centro Cultural Tijuana por abrir las puestas aquí, el espacio, al equipo de trabajo, a los museógrafos, a diseñadores, a toda la gente que estuvo involucrada. A Armando García Orso, a Pedro Ochoa, y pues muchísimas gracias a Daril por el excelente trabajo que hizo”, expresó el autor en la terraza de El Cubo, donde el público podía apreciar la instalación titulada “Jardín” (8×4 metros), en la que había algunos desechos de televisiones asomando en una cama de plástico triturado de monitores, dando la impresión de ser grava color negro, instalación que fungía como preámbulo de un viaje por los desechos industriales convertidos en arte.
El recorrido sensorial
Al recorrer la muestra sensorial, el visitante puede observar cómo el artista bajacaliforniano ha concedido en las últimas dos décadas una vocación artística a los desechos encontrados en maquiladoras y basureros.
Entre las alrededor de 50 piezas figuran, por ejemplo, “Imagen luminosa” (técnica: micas de acrílico de luz muerta sobre madera, 150×80 centímetros, 2007); “Estela del paisaje negro” (fin de rollo de tela encontrado, 140x 250 centímetros, sin fecha); “Espejo de oro” (foil de oro industrial y acrílico sobre parabólica de fibra de vidrio, 128×140 centímetros, 2016) y “GO” (mangueras médicas para respirador y acero, 40 centímetros de diámetro, 2017), esta última, de forma circular y con sonido electrónico, pendía desde lo alto de la galería.
El guion museográfico está divido en cinco nodos, entre ellos “Cosmos”, “Flujo”, “Geometría”, “Tránsito” y “Huella”.
En “Cosmos”, de acuerdo con las fichas curatoriales a cargo de Daril Fortis en la Sala 3 de El Cubo, “las piezas reunidas en este primer nodo nos recuerdan la organización del universo. Leyes de atracción, combustión, velocidad, responden a posibilidades definidas por el azar, premisa que el artista ha adoptado de manera intuitiva como método creativo”.
Luego, en la segunda parte titulada “Flujo”, “partiendo de la representación figurativa del paisaje acuático, el artista emprende un proceso de abstracción del flujo que manifiesta la relación conceptual entre onda y ritmo de movilización del agua”.
En el tercer rubro, “la geometría es un tema recurrente en el trabajo de Jaime, mismo que le permite moverse entre la figuración y abstracción. Las piezas que dialogan en este nodo dan cuenta de un acercamiento crítico a nociones modernas de civilización y progreso”.
Asimismo, en “Tránsito” se lee: “Desde una noción de tránsito que implica andares no lineales, las piezas que integran este nodo apuntan a cierto recorrido vital que nos conduce al umbral de un panorama poco definido, que es posible asociar con la memoria, la muerte o el extravío”.
Finalmente, en “Huella”, Daril Fortis advierte: “Poniendo en tensión la relación vestigio-desecho, las obras que componen este último nodo se presentan como ruinas del futuro que plantean las preguntas: ¿Cómo narramos las historias de los objetos? ¿Cómo los objetos narran nuestras historias?”.
En todo caso, al recorrer la exposición sensorial, el visitante quedará asombrado de las impresionantes obras creadas a partir de objetos de esta época de desechos industriales como microcircuitos, cajas, antenas parabólicas, chips, códigos de barras, tóner de fax, foil y polipropileno, entre otros materiales de basureros que con la creatividad e ingeniosidad de Jaime Ruiz Otis, se transforman en propuestas estéticas y discursivas.
“Me siento bien agradecido, la verdad, porque ya ver todo el trabajo reunido de 19 años, de los primeros hasta todas las etapas, pues me da muchísimo gusto, es algo bello, ver ya todo reunido aquí, concentrado; claro, hay más, pero la selección que hizo el curador Daril Fortis, pues se me hace que está muy atinada”, manifestó Jaime Ruiz Otis, quien también rememoró sus orígenes artísticos.
Todo empezó en Tecate
Nacido en Mexicali en 1976, Jaime Ruiz Otis recordó en entrevista con ZETA cuando acudía al taller del maestro Álvaro Blancarte siendo aún estudiante de preparatoria de aproximadamente 17 años:
“Yo empecé pintando en Tecate con el maestro Álvaro Blancarte, él es culpable de que yo esté aquí, era 1993, era un adolescente un poco perdido, como que no tenía noción a qué me iba a dedicar”.
De hecho rememoró que sus familiares le aconsejaban seriamente que se alejara de las influencias de Blancarte para que estudiara una ingeniería:
“En el taller de Blancarte estuve del 93 al 2000; como siete años. Excepto mi madre que me apoyó, mi familia me decía ‘tienes que estudiar una carrera que deje: arquitecto, ingeniero, abogado’; pero no, ése no es mi carácter, mi carácter es el arte; por eso te digo que me siento agradecido, bendecido, porque no cualquiera encuentra lo que le gusta hacer, y la verdad yo no lo veo como un trabajo, disfruto muchísimo hacer esto, ¡es increíble!”.
El artista mexicalense también confesó que primero trabajaba en una agencia aduanal “y en la tarde, me iba al taller de Blancarte”.
“El taller era libre, Blancarte no te decía: ‘haz esto, haz lo otro’, al menos que tú le dijeras: ‘oiga, maestro, póngame un ejercicio porque quiero hacer otra cosa’; él era muy libre en el taller”.
— ¿Qué es lo más importante que aprendiste en el taller del maestro Blancarte entre 1993 y 2000?
“Era un taller libre, solamente guiaba el maestro, es un buen guía, un buen catalizador; él ve bien quién trae ciertas inquietudes de la pintura; pero pues me dejó la libertad de creer en tu trabajo y hacerlo; eso sí, hacerlo arduamente sin trabajar en otra cosa, es algo que dice él”.
De cacería en un basurero
Después de que desertó de la agencia aduanal, Jaime Ruiz Otis empezó a laborar en una maquiladora en Tecate, donde su visión de artista despuntó sin posibilidad de retorno:
“Yo empecé pintando, pero siempre trabajando con cosas que me encontraba; esto no es algo que se me ocurrió de repente, sino que yo empecé con los desechos industriales porque estaba trabajando en una maquiladora en Tecate, yo era encargado de los residuos tóxicos y ahí yo pues iba a pepenar a la hora de la comida y me empecé a encontrar una maravilla de materiales; tenía como unos 23 años, como unos cinco años pintando, así nació todo esto, ahí nacieron mis obras, en Tecate”.
— ¿Siempre has recolectado desechos industriales en las maquiladoras?
“En diferentes basureros, en diferentes recicladoras; fíjate que en las maquiladoras es muy complicado que te den la basura, entonces trato de evitarlas; voy a las que puedo entrar al basurero sin problemas, para no andar perdiendo tiempo, porque luego me dicen: ‘tienes que ir a hablar con alguien’; vas y pierdes una hora y te dicen: ‘no te puedes llevar nada’; entonces, trato de evitarlo”.
— ¿Cuál es tu papel como artista al ir a un basurero?
“Aunque hay artistas que trabajan con basura yo creo que aunque vayamos a un basurero va a ser diferente lo que cada quien va a hacer; disfruto mucho ese proceso de buscar cosas y encontrarlas, trabajar con ellas, es un granito de arena de reutilizar y no ver la basura como basura, más bien como algo que se puede reutilizar; yo trabajo mucho con la intuición, muchos de mis procesos creativos son intuitivos, al azar, eso es lo que pasa cuando voy de cacería en la búsqueda de cosas que me detonan ideas; otras veces no”.
— A propósito de la intuición que mencionas, ¿cómo es el proceso de creación de una obra porque no levantas todo de un basurero, o sí?
“Al principio sí era compulsivo, me llevaba todo para tener muchísimas cosas, pero yo creo que se va puliendo eso, luego digo: ‘se me va a juntar todo el material’; entonces, los procesos creativos son muy diversos, pueden ser de una manera, de otra, no tengo un proceso o método que así siempre es, sino que cambian las cosas”.
— ¿Cómo sabes que un desecho sirve para una obra artística?
“Fíjate que ahí va un poco la intuición; a veces guardo materiales mucho tiempo hasta que decido que va a servir para algo; o a veces encuentro otra cosa que se complementa con otro material”.
— ¿De qué manera te influyó el arte povera?
“Cuando ya empecé a estar más involucrado en el taller de Blancarte y trabajando más seguido pues empecé a investigar de arte povera, de tendencias artísticas; claro, el arte povera me influyó de alguna manera, pero también buscando yo mi propio camino; por ejemplo, cuando estaba pintando me influyó también el expresionismo abstracto estadounidense como Rothko y otros artistas de esa corriente, y otras cosas como video, performance, involucrado en todas las posibilidades, porque yo no soy un pintor realista, sin embargo aprecio el trabajo de muchos artistas que hacen realismo”.
— Finalmente, ¿cómo encontraste tu propio camino como artista incorporando desechos industriales a la pintura?
“Haciendo pruebas de las técnicas; o sea, ponle tú que las hagan otras personas, pero yo descubrí cómo transferir foil o tóner a una superficie, entonces las considero unas técnicas como propias; así empecé, haciendo pruebas, experimentando con todos los materiales de diferentes maneras, la alquimia de los materiales”.
Lo demás es historia para fortuna del arte bajacaliforniano que puede apreciarse en dos décadas de trayectoria sintetizada en “Intuir el azar”.
La voz del curador
Bajo la curaduría de Daril Fortis, la muestra de Jaime Ruiz Otis se une a las celebraciones por el 35 Aniversario del Centro Cultural Tijuana, ocasión en que el curador aprecia la obra del artista mexicalense en el ensayo “Intuir el azar. Derivas y ficciones contextuales”:
“En el núcleo de la propuesta artística de Jaime Ruiz Otis encontramos el azar, la intuición y la ambigüedad como particularidades que impulsan el funcionamiento de su proceso creativo, mismo que está atravesado por una serie de estrategias afines a dichos impulsos, como la deriva, el hallazgo y la ficción. En su forma de hacer arte convergen distintos niveles de sofisticación del pensamiento creativo, que incluyen la representación, abstracción y resignificación de objetos encontrados. Esta diversidad de decisiones metodológicas y su encuentro con el desecho industrial constituyen la poética de su obra, misma que potencia su política gracias a la inmanencia discursiva de sus materiales.
“Es posible insertar la obra de Ruiz Otis en una serie de movimientos registrados por la historia del arte. En el Constructivismo y su ‘ética de los materiales’, que puso atención en las capacidades del material para definir su uso; en el Dada y su estrategia del readymade, que propuso la resemantización del objeto cotidiano; en el Situacionismo y sus derivas, caminatas sin objetivo específico que respondían a las circunstancias del momento; en el Minimalismo y su uso de materiales industriales; en el Arte Povera y Nuevo Realismo con su empleo de desechos y objetos cotidianos, así como sus métodos de ensamblaje y collage; en el Arte Pop y su intención de disolver la diferencia entre vida y arte. Las influencias son visibles, sin embargo, describir su propuesta artística como continuidad o tropicalización de los estilos nos mantendría en la concepción evolucionista del arte, misma que no coincide con el proceso del artista”.
Concluyó Daril Fortis: “Ruiz Otis es un ‘nómada cultural’ (Achille Bonito Olivas, 1988), pues atraviesa la memoria por medio de desplazamientos colaterales, va zigzagueando por la línea de la historia mientras repara en el contexto regional. Parece ir a la historia desmemoriado, una decisión consciente para la lectura distinta del pasado y la construcción de conexiones entre tiempos distantes”.
La exhibición “Intuir el azar” estará abierta al público en general hasta el 25 marzo de 2018 en la Sala 3 de El Cubo, en horario de 10:00 am a 7:00 pm de martes a domingo, con diversos costos de entrada; los domingos el acceso a El Cubo es libre.