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viernes, octubre 11, 2024
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Enrique Servín: “Regresó el peor PRI”

El escritor chihuahuense ganó el Premio Internacional de Mito, Cuento y Leyenda “Andrés Henestrosa” 2014 con su libro de historias rarámuris “Anirúame”. “Estamos asistiendo a la feudalización acelerada de México, y en la sierra (tarahumara) es común que para pasar de un pueblo a otro se te acerque una gavilla y te exija peaje, ni más ni menos que como en la Edad Media”, narró el poeta a ZETA

 

El políglota Enrique Servín resultó ganador del Premio Internacional de Mito, Cuento y Leyenda “Andrés Henestrosa” 2014, con su libro de historias rarámuris “Anirúame”, certamen literario convocado por la Secretaría de las Culturas y Artes de Oaxaca (SECULTA) y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA).

Integrado por los escritores Orlando Ortiz, Ernesto Lumbreras y Armando Oviedo, el jurado seleccionó la obra enviada desde México y otros países latinoamericanos que, luego de abrir la plica de identidad, resultó ser el reconocido poeta norteño, informó en conferencia de prensa Óscar Camarillo Maldonado, jefe de la Unidad Jurídica de SECULTA, el miércoles 18 de marzo.

Posteriormente, el reconocido autor chihuahuense dijo a ZETA sentirse “muy contento, por supuesto, y muy agradecido con el jurado”.

 

Conocedor de la cultura rarámuri

 

Asiduo participante en el Encuentro de Escritores “Lunas de Octubre” fundado por Edmundo Lizardi en La Paz, Baja California Sur, Enrique Alberto Servín Herrera (Chihuahua, 1958) es un poeta muy sensible hacia la pérdida paulatina de idiomas indígenas en México.

El erudito domina en diferentes grados por lo menos 22 idiomas, entre ellos alemán, árabe, catalán, danés, georgiano, griego clásico, guaraní, inglés, italiano y español. Por si fuera poco, también francés, indonesio, latín, maltés, maya, náhuatl, persa, portugués, sueco y, obviamente, tarahumara.

La cultura rarámuri es su especialidad: de 1992 a 1999 fue titular de la asignatura de Lengua Indígena (taller de náhuatl clásico y cursos de tarahumara I, II y III) en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, Unidad Chihuahua; de 2002 a 2003 editó el periódico Ukí en idioma tarahumara, publicado por el Instituto Chihuahuense de Cultura (ICHICULT).

Asimismo, de 1999 a 2003 coordinó el Taller de Elaboración de Textos en Tarahumara Escrito; de 2006 a 2008 fue jefe del área de eventos de literatura y culturas étnicas del Festival Internacional Chihuahua del ICHICULT y, actualmente, funge como titular del Programa de Atención a las Lenguas y las Literaturas Indígenas (PIALLI).

Entre sus publicaciones destacan “Ralámuli Ra’ichábo!” (¡Hablemos el Tarahumar!), método audiovisual para el aprendizaje del idioma tarahumar, editado por CONACULTA y el ICHICULT en 2002; además de “El Agua y la Sombra” (2003) poemario publicado en la Colección Editorial Flor de Arena de la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH).

El poeta chihuahuense ha traducido del árabe al español a Badr Shakir as-Sayyab, Ibn Arabi, Abd-al-Wahhab-al-Bayyati; del catalán a Salvador Espriu; del inglés a Denise Levertov; del polaco a Czeslaw Milosz, Tadeusz Rozewicz, Anna Swirszczynska, Zbigniew Herbert, y del ruso a Anna Ajmátova.

 

“Se ha generalizado una cultura del narco”

 

Al ganar el Premio Internacional de Mito, Cuento y Leyenda “Andrés Henestrosa”, Enrique Servín precisó en entrevista con ZETA el contenido de su libro “Anirúame” que, por cierto, próximamente publicarán las instituciones convocantes del certamen literario:

“Debo aclarar que los contenidos del ‘Anirúame’ son tradicionales, son mitos tarahumaras que, en muy buena parte, sobreviven en la tradición oral, y por otra parte, están documentados en diversas fuentes escritas, algunas bastante antiguas, como sería el caso de los mitos que tomé de Carl Lumholtz”.

Advirtió: “Mi trabajo consistió principalmente en grabar, documentar, transcribir, investigar y recopilar todo el corpus. También en alterar levemente la redacción y en darles un orden serial, cronológico, ya que los mitos no son contados como parte de una secuencia, sino como unidades paralelas, flexibles, en continuo movimiento; los mitos ocurren en un no-tiempo, y en un no-espacio, de donde deriva su maravillosa plasticidad. “De manera que si uno quiere elaborar un libro con todo eso, es necesario someterlos a un orden, cambiar su naturaleza, hacerlos pasar del mundo de lo oral al de lo textual. Con esto lo que quiero subrayar es que la belleza del conjunto no me pertenece a mí, sino antes que nada a las comunidades tarahumaras. Y esto es importante porque se trata de un patrimonio en peligro de desaparecer, y el libro puede ayudar a fortalecerlo”.

¿Qué significa “Anirúame” y por qué elegiste ese título para el libro?

“‘Anirúame’ en tarahumar significa literalmente ‘lo que fue dicho’, y es una manera de nombrar a la tradición oral, de manera que lo escogí porque hace énfasis en que se trata, básicamente, de tradición oral convertida en texto, transformada en texto. Lo oral y lo escrito funcionan de manera muy diferente, por más elementos en común que puedan compartir, de manera que un elemento de la tradición oral que es convertido en literatura pierde algo, pero también gana algo, se convierte en otra cosa.

“Es posible conservar los núcleos temáticos, el esquema general de una trama, el ‘espíritu’ de la pieza, pero no es posible conservar su dimensión histriónica, su relación directa con una audiencia. A cambio, el nuevo texto adquiere una redacción, una forma definida, una fijeza que le permite embonar con otros textos relacionados; de manera que lo que al principio parece un enjambre de versiones más o menos diferentes, se va convirtiendo en un texto, en un libro. Pero ese libro no deja de ser un derivado de la tradición oral. De ahí el nombre de ‘Anirúame’, ‘lo que fue dicho’”.

Platícanos un poco cómo está compuesto el libro “Anirúame”. ¿Cuántos mitos, cuentos o leyendas integran el título?

“Los tarahumaras piensan que el mundo ha sido creado y destruido un número indeterminado de veces. Sin embargo, en los mitos recopilados yo no pude encontrar sino tres elementos destructores: agua, fuego y tectonismo, o terremotos catastróficos. Por lo tanto, decidí dividir el libro en cuatro partes, una por cada creación del mundo, divididas por las respectivas destrucciones por agua, fuego y tectonismo. El número cuatro, por lo demás, es muy importante en la numerología de las culturas yuto-nahuas, a las que pertenece la cultura tarahumara.

“Como quería, de todas maneras, incluir en el texto la idea de que las destrucciones han sido numerosas, ya que el hecho añade un dramatismo y una poesía particulares, decidí darle al texto un final cíclico, aunque apenas esbozado. Los mitos incluidos son alrededor de cien, e incluyen mitos teológicos, cosmogónicos, etiológicos y narraciones mito-históricas, que son las menos”.

¿Cómo llegaron a ti o cómo llegaste a las historias orales de los tarahumaras? “Debo confesar que el proyecto tuvo un inicio más bien azaroso. Una actriz y productora de teatro llegó a mi oficina una mañana, hace ya casi tres años, y me solicitó mitos tarahumaras para montar una pieza teatral con ellos. Le contesté que conocía algunos y se los enumeré, pero aquellas narraciones (el origen del mundo, la muerte del gigante y alguna otra más) ella ya las había escuchado.

“Me dijo que quería piezas menos conocidas. Le prometí que en un par de semanas le tendría algunas otras y a partir de ese día me dediqué, en mis ratos libres, a preguntarles a los hablantes de tarahumar si conocían historias de los antepasados (‘anayáwali ra’icháala’); para mi sorpresa, las historias comenzaron a fluir. De allí en adelante, no desaproveché ninguna oportunidad para entrevistar a todo tipo de personas, pero sobre todo a ancianos provenientes de comunidades lejanas y mal comunicadas, que es donde la tradición oral se ha mantenido más vigente.

“Aproveché el impulso para grabar a los ancianos y producir, desde el programa institucional que coordino, audiolibros destinados a la población indígena que no maneja la lecto-escritura. Algunos núcleos narrativos se repetían mucho, pero de vez en cuando aparecían historias nuevas, muy inusuales, de una gran plasticidad. Fue un proceso apasionante, porque además, poco a poco iban apareciendo todo un paisaje narrativo y toda una red de relaciones culturales con el México Central, el área maya y las culturas de los anazasi, en Oasis-América.

“El trabajo comenzó a volverse más lento hacia el verano del año pasado, y hacia septiembre sentí que ya podía dar por terminada una primera versión, aunque esto no significa que el libro no pueda ser ensanchado en el futuro. De hecho, es mucho lo que todavía queda por investigar, se trata de un trabajo urgente, ya que la tradición oral tarahumara se encuentra sumamente presionada por el México neoliberal”.

¿Cómo es la cosmogonía de la cultura rarámuri, su patrimonio lingüístico y literario? En todo caso, ¿las historias tarahumaras reflejan la forma de ver el mundo antes de la Conquista española?

“Es una buena pregunta, ya que el ‘Anirúame’ no puede ser considerado un trabajo estrictamente etnográfico, y no puede serlo porque deliberadamente decidí dejar fuera todas las narraciones que mostraban un claro origen europeo, o no-indígena. Lo hice por razones políticas pero, antes que nada, estéticas. En efecto, la tradición oral tarahumara actualmente incluye, junto a los antiguos mitos yuto-nahuas, numerosas historias de origen bíblico y hasta fábulas de Esopo, que los tarahumaras cuentan creyendo que se trata de historias tarahumaras. Para un etnógrafo esto es muy importante y debe dar cabida a absolutamente todo lo que encuentra.

“Y no es que el trabajo etnográfico no tenga importancia. Al contrario, es urgente emprender este tipo de investigaciones y rescates, pero simplemente yo no soy la persona adecuada para hacerlo. Lo que yo quería elaborar era un material de lectura que acercara a los jóvenes indígenas a lo que alguna vez fue su visión del mundo, su tradición narrativa. En otras palabras, a mí me interesaba más una arqueología del discurso, un trabajo de reconstrucción que necesariamente habría de conformar una obra literaria, un texto”.

¿Por qué te pareció importante rescatar estas historias contenidas en “Anirúame”?

“Porque los mitos no son cualquier tipo de historias. Los mitos son heridas antiguas que alguna vez encontraron una forma narrativa eficaz. De ahí su enorme poder y perdurabilidad. De ahí las increíbles coincidencias que se dan en las mitologías de cualquier parte del mundo. Es posible que algunos de los mitos que actualmente cuentan los tarahumaras (o cualquier otro pueblo tradicional en el mundo), por ejemplo los relativos a los diluvios o a ciertas constelaciones, hayan cambiado muy poco desde el período neolítico.

“Pero el capitalismo global está resultando más poderoso que todo eso. Hay un gran desequilibrio en el mundo contemporáneo. La escuela impartida por los estados-nación, las concesiones que despojan a los pueblos indígenas de sus recursos y territorios, los fenómenos migratorios, el devastador narcotráfico, todo esto está acabando con las culturas tradicionales de los pueblos originarios, de manera que la salvaguarda del patrimonio mitológico adquiere el carácter de urgencia”.

Sobre todo a partir de la guerra contra el narcotráfico iniciada en el sexenio de Felipe Calderón y que continúa en la administración de Enrique Peña Nieto, ¿cuál es la situación actual de la cultura tarahumara en el Estado de Chihuahua?

“Devastadora, como ya lo mencioné. La Sierra Tarahumara se ha vuelto tierra de nadie, o mejor dicho, tierra de narcos. Estamos asistiendo a la feudalización acelerada de México, y en la sierra es común que para pasar de un pueblo a otro se te acerque una gavilla y te exija peaje, ni más ni menos que como en la Edad Media. Todo esto está dejando secuelas desgarradoras en la juventud indígena. Los índices de consumo de drogas han aumentado. Se ha generalizado una cultura del narco, de la violencia, del dinero fácil. Hay escuelas a las que los alumnos asisten armados. Y la cultura tradicional, por supuesto, se transforma con una gran rapidez, se desvanece, desaparece para siempre”.

¿Cuál es tu reflexión sobre la situación actual del país a poco más de dos años y cuatro meses de gobierno de Enrique Peña Nieto?

“Desde el punto de vista que se le mire, sumamente negativa. La economía se derrumbó. Regresó el peor PRI, se restablecieron las peores tradiciones de la política mexicana, retrocedimos décadas enteras. Lo poco que habíamos ganado se nos esfumó entre las manos de manera dramática. Los hechos de Ayotzinapa son, en este sentido, emblemáticos.

“Y no es que Calderón haya sido mejor en ningún sentido, ya que en el fondo la famosa alternancia forma parte de un mismo proyecto económico y político. Pero además, desde la perspectiva cultural, la situación es ahora particularmente alarmante. Peña Nieto parece haberse cebado con los presupuestos culturales. Y es mucho lo que ahora está en riesgo por la acelerada desatención a nuestro patrimonio cultural, tanto tangible como intangible. México entero parece haberse degradado, y nada de esto parece acercarse a una solución, de ningún tipo”.

Finalmente, algo que desees agregar…

“Creo que si en alguna parte México guarda aún reservas espirituales para su futuro, esa parte es su cultura. Y no me refiero tan solo a su cultura artística, sancionada, canónica, sino también a sus culturas populares y a esos estratos profundos que son las culturas indígenas. México se demuestra a sí mismo, al voltear a ver sus momentos de grandeza, que es capaz de sobrevivir y florecer. Y es realmente mucho lo que podemos renovarnos y fortalecernos acudiendo a esos antiguos manantiales de lenguajes y símbolos

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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