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viernes, febrero 16, 2024
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Espejo desalmado

Recurriendo a la crítica social para reflexionar sobre la idiosincrasia, polarización e intolerancia de los mexicanos en tiempos de la 4T, arribará a salas de cine “¡Que viva México!”, con Damián Alcázar, Alfonso Herrera, Joaquín Cosío y Ana de la Reguera avivando en más de tres horas una épica y provocadora sátira

Del creador de “La Ley de Herodes”, “El Infierno” y “La dictadura perfecta”, llega a carteleras de cine el irreverente y provocador mural de personajes estereotipados “¡Que viva México!”, de Luis Estrada.


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Damián Alcázar (Patriarca, Cura y Alcalde), Joaquín Cosío (Abuelo, Comandante y Bobo), Alfonso Herrera y Ana de la Reguera, encarnan a la folclórica familia Reyes, situada en el remoto y ruinoso pueblo de La Prosperidad, en una historia que recrea la posibilidad de chingar y ser chingado.

Espejo del contrastante México contemporáneo, con sus guerras entre liberales y conservadores, la mafia del poder contra el pueblo, chairos versus fifis; un mundo casi monocromático que representa la historia, atavismos y tradiciones, frente al colorido universo del México moderno y aspiracional, es el retrato de la nueva entrega de Estrada, que a su juicio, se suma a la cinematografía “como una ácida fábula social y venenosa sátira política que retrata a todos con la distorsión que ofrece la parodia, la farsa, el realismo mágico y la caricatura, dificultando adivinar quién es peor, si el envidioso, el avaro, el corrupto, el chantajista, el traidor, el ratero, el cómplice o el asesino… o peor aún, el pariente y el vecino”.

De acuerdo con el cineasta, México “es un país representado de forma caricaturesca en tiempos de intolerancia, polarización, desigualdades sociales, injusta distribución de la riqueza, corrupción generalizada e impunidad rampante enquistada a la vida y cotidianeidad; el filme cuestiona valores, anhelos, instituciones, íconos cuturales, música popular, comida y folclor, enmarcado en ese pequeño infierno personal al que todos pertenecemos y que todos, para bien o para mal, tenemos y padecemos: la familia”.


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Incitando el debate sobre la situación social del país y su futuro cercano, “¡Que viva México!” narra la vida de Pancho Reyes (Alfonso Herrera), un próspero clasemediero que abandonó su pueblo, olvidando a su empobrecida familia hasta que recibe la noticia de que su abuelo, un viejo y rico minero, ha muerto, y que él -el favorito del abuelo- es uno de sus posibles herederos.

Motivado por la avaricia, Pancho retorna al pueblo para reencontrarse con su resentida familia, quienes lo consideran un arrogante, ingrato y malagradecido fifí, intensificando la tirria, antipatía, codicia y enemistad, además de una batalla campal por la herencia.

Sobre el rodaje efectuado durante ocho semanas en el desierto de San Luis Potosí y foros de Ciudad de México, Damián Alcázar, pilar en los filmes de Estrada, subrayó a ZETA:

“A Luis Estrada le costó muchas dificultades llegar a esta película porque, paradójicamente, ‘¡Qué viva México!’ es la menos potente en contra de un gobierno, sistema político. Por otro lado, pensaba que esta sería la última que haría y para retirarse, dadas sus dificultades físicas; y dado el resultado, haremos muy pronto otra más. Luis ambiciona hacer un cine espectacular y se refleja en su estricto guion, con diálogos extraordinarios, arco dramático perfecto, sobre todo de los protagonistas, lo que le permite dirigir fácilmente y pedirnos cosas exclusivas. Aprendió a manejar más a los actores, pero siempre lo ha intuido porque nació en un set, viendo a Cazals y a Ripstein”.

Para el histrión, “¡Que viva México!” se inscribe como una reflexión “sobre la sociedad mexicana, se centra en su intolerancia, racismo, avaricia y envidia. abunda en tres estratos de la sociedad: la religión, familia y política, a través de una parodia, una farsa critica de humor negro, como acostumbra Luis desde ‘La Ley de Herodes’. Ya le pegamos a los gobiernos en las otras películas, ahora a la gente para que reflexione y trate de cambiar, como un veámonos en este espejo. Esta vez, en mi opinión, es lo que pudimos criticar del nuevo gobierno, porque no se compara con los bandidos que teníamos”, complementó quien recientemente discutió con la gobernadora bajacaliforniana Marina del Pilar Ávila Olmeda sobre la necesidad de crear espacios para la exhibición fílmica.

Por su parte, Joaquín Cosío externó a ZETA su sentir sobre el nuevo filme de Luis Estrada:

“En lo particular me tiene muy contento porque hago tres personajes (policía, hermano retrasado y revolucionario) junto a Damián Alcázar. Ciertamente hay algo de teatro en esta experiencia, entramos y salimos de escena para ingresar a otro rol. Aunque el cine es muy individual y teatralizar es otro tipo de lenguaje, se logró una aventura deliciosa para todos los actores que encarnamos esta crítica ácida del México que vivimos, que si bien, no toca de frente el sistema político, es una crítica de la familia, de la ambición de ésta, un retrato de la familia como el núcleo de la descomposición”.

El actor nayarita, quien recientemente fue homenajeado en la trigésima edición del San Diego Latino Film Festival, criticó desde esa plataforma: “Creí mucho en las promesas del gobierno actual, y con el tiempo se ha ido decantando la credibilidad; ahora tengo dudas, en algunos casos hasta molestia, como con la militarización en las calles que no concibo de alguien que se dice humanista”.

Con un diseño artístico, lenguaje y visualización ambiciosa, “¡Que viva México!” viaja en el tiempo sin decaer en su ritmo y montaje, para luego de su estreno en salas de proyección, formar parte del catálogo de Netflix.

Autor(a)

Roberto A. Partida Sandoval
Roberto A. Partida Sandoval
Licenciado en comunicación por la UABC. Periodista de entretenimiento. Editor de Espectáculos. 22 años en ZETA. Apasionado por el cine, música, viajes, gastronomía, ciclismo, senderismo y aventura.
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