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martes, febrero 20, 2024
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Las trampas del FONDEN

Doña Irene comienza a levantar poco a poco pedazos de madera y barrotes de su vivienda, destruidos la madrugada del 15 de septiembre por el huracán “Odile” en la colonia Olachea de La Paz. La joven mujer, madre de tres niños, observa detenidamente la casa desde afuera de su terreno, y haciendo una retrospección de su hogar, habla imaginariamente de cómo estaba construida su morada, cuando las rachas de viento de alrededor de 210 kilómetros por hora, arrancaron de tajo lo poco que tenía de patrimonio. Con su dedo índice, apunta sin temor a equivocarse: “Aquí estaba la cocina, allá la habitación, y de este lado, la sala y el comedor. En la parte del fondo, el baño, y justamente a un lado, un pequeño patio donde jugaban mis hijos”, expone a ZETA. Durante un recorrido por la populosa colonia, la primera que hace señas a reporteros y fotógrafos, es esta mujer de tez morena, quien da amplias explicaciones del drama familiar que vive a 25 días del paso del ciclón. “Vea mi casa, tuve que refugiarme en la vivienda de un familiar, porque como pueden ver, mi casa era de madera y lámina, y no termino por creer cómo quedó mi hogar”, comenta. La mujer observa detenidamente las ruinas, y moviendo la cabeza hacia los lados, solo atina a decir. “Hasta las láminas de mi techo se llevó. ¿Dónde están?, porque aquí hay pura madera y no se ven por ningún lado”, refiere. Los pequeños hijos corren hacia ella y la abrazan, mientras ella los apapacha y les agarra la cabeza. Los infantes de 2, 3 y 5 años, no entienden lo que sucede, solo corren y juegan en medio de la casa hecha pedazos. La joven de 28 años pasa a lo que quedó de su casa y empieza a remover los escombros. “No puede ser”, exclama y suelta el llanto. La mujer dice tener sentimientos encontrados porque nunca había pasado por algo así. “Soy pobre como todos mis vecinos, y con mucho sacrificio levanté esta casita, trabajando aquí y allá, y ahorita no tengo dinero ni para comer”, dice, para después preguntar: “Ahora, ¿cómo le voy hacer? No puedo vivir así, ¿dónde vamos a dormir mis hijos y yo?”. Irene sale de las ruinas y camina por la calle, saluda a los vecinos, quienes están en plena faena de reconstrucción de sus viviendas. De repente se detiene y exclama: “¡Mira, allá está mi colchón!”. A 200 metros de su casa, un colchón de color azul se puede ver casi cayendo al vacío en la parte alta del cerro, un perro negro rebosa gustoso en esa pieza de su cama, y al ver a la dueña acercarse, gruñe como defendiendo su nueva morada. Los vecinos comienzan a acercarse a los reporteros y se quejan amargamente de que no han recibido ayuda de ningún lado. “Nada nos han traído”, dice una de las vecinas, quien agrega: “Ayer andaban repartiendo láminas y madera porque iba llegar la tormenta ‘Simón’, pero en la parte baja del cerro, porque hasta acá nadie subió”. Los vecinos invitan a reporteros a un recorrido por la colonia para que “Ustedes, como medio, vean en qué condiciones estamos viviendo, algunas casas están devastadas completamente, otras con daños parciales, pero al final con afectaciones, y hasta ahorita en este punto nadie se ha parado, todos estamos reconstruyendo nuestros viviendas con toda la padecería de madera que pudimos recuperar, y con la ayuda de amigos y familiares”. Los habitantes aseguran estar molestos porque la alcaldesa de La Paz, Esthela Ponce Beltrán, “no se ha parado aquí, y todos los días sale en los periódicos y los medios que anda aquí y allá, pero hasta aquí no se ha parado ni para darnos agua embotellada o alguna despensa, porque eso es lo único que está llegando a las colonias populares de La Paz”. Incluso se quejan del abandono del Presidente de México, Enrique Peña Nieto: “Ha venido cuatro veces, y solo a Los Cabos, porque en La Paz no se ha parado, salvo en Todos Santos, solo va se toma la foto y los medios transmiten la noticia de que vino y quieren hacer creer que todo está resuelto, cuando es una vil mentira. La realidad está aquí en las colonias. ¿Por qué no viene para acá? ¿Por qué no van a otras colonias donde están los daños?”, condena la señora Gloria, y reta: “Que venga y se meta el Presidente Enrique Peña Nieto a una de las casas de nosotros y que viva el drama que estamos viviendo todos los que estamos damnificados, a ver si aguanta un solo día dentro de nuestros hogares”. Las cifras El caso de la señora Irene es solo uno de los 10 mil 777 registrados hasta el momento -según el primer balance de daños preliminares- de personas que tuvieron daños parciales o totales en sus viviendas en Los Cabos y La Paz. Aunque en las noticias y en el discurso del Presidente Enrique Peña Nieto terminó la emergencia por el paso del huracán “Odile”, la cruda realidad es que la contingencia apenas comienza, porque el dinero del Fondo Nacional de Desastres Naturales (FONDEN) terminará por llegar entre tres y 12 meses, y el drama de las familias va a acrecentarse hasta encontrar su punto más crítico en plena campaña electoral de 2015. Y es que, según las reglas de operación del FONDEN, primero viene la declaración del desastre, después la evaluación preliminar y final de los daños, luego la aportación del llamado paripaso y, entonces sí, agotada toda burocracia y tramitología federal, comenzarían a bajar los recursos, lo que no será en lo inmediato, completamente contrario a lo que el Gobierno Federal pretende hacer creer a los damnificados, con la intención de que la esperanza muera hasta el último momento. Un caso por demás palpable del letargo de este controvertido proceso burocrático -criticado por la mayoría de los gobierno municipales y estatales en México- es el del Estado de Guerrero, donde a un año del golpe de los huracanes “Manuel” e “Ingrid”, los damnificados todavía están a la espera de la reconstrucción de sus viviendas y de sus comunidades. Las torrenciales lluvias se llevaron poblaciones enteras en la parte alta de la montaña y arrasaron con colonias en Acapulco. Sin embargo, las familias no terminan por recuperar sus viviendas, menos aún sus pertenencias, ante el burocratismo y las trampas del FONDEN. Por si esto fuera poco, las familias que habitaban en zonas de alto riesgo volvieron a meterse a sus predios porque “no hubo terrenos disponibles” -Denunciaron los afectados-, y por ende, quedó truncada la cacaraqueada reubicación por parte de los gobiernos de Ángel Aguirre Rivero y del presidente Enrique Peña Nieto. El propio secretario general de Gobierno de Baja California Sur, Andrés Córdova Urrutia, reconoció que la recuperación del estado será pausada y una verdadera tarea titánica, porque “no hay dinero que pueda alcanzar para reparar tantos daños y hacer frente a todos los problemas secundarios que se han ido desencadenando tras el paso de ‘Odile’”. Durante una entrevista con ZETA, el funcionario confió en el poder de gestión del gobernador Marcos Alberto Covarrubias Villaseñor, quien trabaja en acuerdos en las cámaras de Diputados y de Senadores, incluso con el Presidente de la República. Según el balance preliminar, las afectaciones causadas por “Odile” ascienden a 7 mil 870 millones de pesos, de los cuales el Gobierno Federal tendrá que aportar 4 mil 333 millones de pesos, y el Gobierno del Estado, 3 mil 536 millones de pesos. Podrán cargar el 50 por ciento de ese monto al FONDEN, a fin de reducir el proceso de cualificación y el tiempo en el acceso de los recursos. Sin embargo, en virtud de que el gobierno estatal prácticamente depende de la Federación, el presidente de la Cámara de Diputados, Silvano Aureoles, recibió la propuesta formal de exonerar al estado de la aportación de paripaso, tal y como sucedió con el Estado de Guerrero, cuando los huracanes “Manuel” e “Ingrid” azotaron aquella entidad en 2013, en virtud de que no había presupuesto ni recursos para hacer frente a los compromisos sociales. En base a  datos recabados por este Semanario, el único dinero que ha sido liberado hasta el momento por la contingencia del huracán “Odile”, son alrededor de 560 millones de pesos que salieron a través del fondo de Apoyos Parciales Inmediatos (APINS),  los cuales se han gastado en rehabilitación de escuelas, limpieza de calles y avenidas, recolección de escombros y reparación de servicios básicos, y de carácter urgente para lograr la normalización de actividades escolares, comerciales y sociales en las zonas mayormente afectadas. La última gira Durante su cuarta gira de trabajo por Baja California Sur, en un récord de 25 días, el Presidente Enrique Peña Nieto dio por terminada la emergencia por el paso de “Odile”, derivado de que la entidad se encuentra nuevamente en pie. Durante la reunión “Plan de Evaluación Económica”, el mandatario presumió la rápida recuperación del sector turístico de Los Cabos, después de observar un video de ese destino turístico sobre el antes y el después. “Yo creo que la presentación ha sido más que ilustrativa, grafica, sistemática y muy objetiva de lo que ha implicado el trabajo articulado y coordinado de las diferentes instancias del Gobierno Federal para apoyar de manera acelerada, eficaz y oportuna a la reconstrucción de Baja California Sur”, dijo. Peña Nieto hizo el reconocimiento a los casi 20 mil servidores públicos que estuvieron trabajando casi un mes en la contingencia y reconstrucción del estado, entre fuerzas federales, militares y empleados de la Comisión Federal de Electricidad, Comisión Nacional del Agua y del Sistema Nacional de Protección Civil, sobre todo de la Secretaría de Turismo, y sacar adelante a Los Cabos antes del inicio de la temporada alta de turismo. Acompañado del gobernador Marcos Alberto Covarrubias Villaseñor, Peña informó que hasta el momento las aseguradoras han pagado más de mil 500 millones de pesos por concepto de  daños de infraestructura turística, después de que 300 ajustadores de 24 compañías levantaran peritajes y comenzaran a liquidar las primeras pólizas de los seguros. Aunque el tema de los créditos ha sido cuestionado por empresarios sudcalifornianos, quienes se quejan de haber puesto como requisito el historial del Buró de Crédito -según la presidenta de CANIRAC La Paz, Lorena Hinojosa,- el Presidente se jactó de promover apoyos directos e inmediatos a fondos perdidos a pequeños negocios y encauzar incentivos financieros a empresas medianas con tasas preferenciales, y así recuperar su infraestructura dañada. Finalmente, Peña Nieto instruyó a la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU) trabajar en coordinación con el Gobierno del Estado “y no solo se apoye la reedificación, sino la reubicación de zonas de alto riesgo, irregulares o vulnerables para que las familias tengan un mejor espacio en otro lugar”. Según el balance de los daños, entre mil 800 y 2 mil viviendas, de un total de 10 mil 777, se encuentran en zonas de alto riesgo. Lo que sí no dijo Enrique Peña Nieto, es que el sector agropecuario no podrá acceder a dinero del FONDEN, pues de acuerdo a las reglas de operación, ese rubro no está contemplado (tuvo daños por el orden de los 592 millones 400 mil pesos en 13 mil 800 hectáreas de diferentes cultivos en Los Cabos, La Paz, Comondú y Vizcaíno). Las principales afectaciones fue en invernaderos, subestaciones eléctricas, casa sombras, bodegas, almacenes y pozos de agua. Otro de los beneficios del FONDEN al cual no se podrá acceder, es en seguridad. Y es que, según el secretario general de Gobierno, el huracán “Odile” sentó precedente de dañar infraestructura en materia de seguridad pública, como agencias del Ministerio Público del Fuero Común, Juzgados penales y algunas instalaciones de los centros de reinserción social, cuyos daños ascienden a 63 millones de pesos. 


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Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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