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martes, febrero 20, 2024
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Niños migrantes: expulsados y aislados

Confinados en celdas casi penitenciarias, intercalan minutos de sueño mientras sus cuerpos se acomodan unos debajo de otros. En espera de ser interrogados -una vez más- sobre su nombre, edad, país de origen y familiares. Extienden sus manos para que cada una de sus huellas dactilares quede bajo registro. La información recolectada es utilizada por agentes de la Patrulla Frontera para verificar si cuentan o no con antecedentes penales. Una vez concluido el procedimiento, son registrados bajo el estatus de “menor sin acompañante”. Del 1 de octubre de 2013 al 15 de junio de 2014, el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos (DHS, por sus siglas en inglés) capturó a 51 mil 279 niños indocumentados y sin acompañantes, en la frontera con México. A cuatro meses de concluir el año fiscal 2014, la cifra supera los 47 mil 397 menores recibidos en el año fiscal  2013. En ocho meses y medio, han llegado desde El Salvador, 11 mil 436 niños, 12 mil 670 de Guatemala, 15 mil 27 de Honduras y 12 mil 146 de México. Si el flujo continúa como hasta ahora, el gobierno estadounidense proyecta el arribo de 72 mil 394 infantes al último día de septiembre de 2014. A partir de 2009, Estados Unidos comenzó a registrar la aprehensión de niños sin acompañantes, 19 mil 669 ese año. Número que, en apenas cinco años, es tres veces y medio mayor. Desde mayo de 2014, la agencia de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), declaró al país en “situación de crisis”, y un nivel de contingencia y alerta de Nivel IV, “el más alto para el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos”, informó El Colegio de la Frontera Norte (COLEF) en Tijuana. Luego, vino la reacción de grupos conservadores y antiinmigrantes, quienes exigían la expulsión inmediata de los niños, adolescentes y madres de familias. Y es que de acuerdo al Acta de Seguridad Nacional de 2012, solamente los indocumentados originarios de México y Canadá, pueden ser deportados de manera expedita. Sin embargo, asociaciones en defensa de los migrantes solicitan para estas familias un trato humanitario, en calidad de refugiadas. “No están aquí para juegos políticos, ¿a qué les temen a niños de nueve años? A lo que le tienen miedo es a la idea de que la gente es ilegal”, declaró el abogado Víctor Torres, durante conferencia de prensa convocada por la asociación Border Angels. ¿De qué huye un niño? Boca abajo, en medio de las tumbas del cementerio de Choloma, Honduras, y a cuadras de su casa, Diana Gabriela fue encontrada con dos proyectiles de bala en la cabeza y dos disparos más en los brazos. La estudiante de 18 años se encontraría con sus compañeros de bachillerato, pero en el trayecto -supone la Policía- fue raptada por un grupo de hombres y llevada hasta el cementerio, donde fue ultimada la mañana del 8 de junio de 2014. Montado en una bicicleta, su padre llegó hasta el camposanto para reconocer el cuerpo de la joven. Ahí los muertos se entierran por decenas al día. La comunidad de Choloma, de apenas 22 mil habitantes, ha visto partir a más de mil menores de edad que han logrado llegar a la frontera con Estados Unidos, de enero a mayo de 2014. “Estos niños vienen escapando de la violencia y la pobreza. En países como Honduras hay un promedio de 14 homicidios por día, y en El Salvador, diez asesinatos en comunidades rurales, pueblos realmente pequeños”, relata Blanca Vázquez, coordinadora de la asociación civil SHARE en El Salvador. Encargada de diseñar programas de ayuda para las comunidades salvadoreñas, la activista comprende que la violencia desbordada y la creciente pobreza, son cuestiones que ningún nivel de gobierno ha atendido. “No ofrecen servicios de educación ni empleo a sus ciudadanos que enfrentan situaciones de violencia y pobreza sin el conocimiento ni los recursos para adquirir una educación”. Se suma la problemática de las pandillas, quienes amenazan, lastiman y reclutan, a la fuerza, a miles de niños y adolescentes. “Un pandillero me dijo que le gustaba, entonces uno de sus compañeros le dijo a mi tío que debería sacarme del país porque el tipo a quien le gustaba, me iba a hacer daño. En El Salvador, toman a las niñas, las violan y las arrojan en bolsas de plástico”, cuenta Maritza, de apenas 15 años.  Su testimonio y otros 403 fueron reunidos en un estudio realizado en 2013 por la Agencia de la Organización de las Naciones Unidas para los Refugiados, sobre menores sin acompañantes que cruzaron la frontera entre México y Estados Unidos. Un 58 por ciento de los entrevistados, se dijo víctima de la violencia del crimen organizado, amenazados de muerte por cárteles y pandillas. El 22%, había sobrevivido el abuso y la violencia intrafamiliar.  El reporte explica, por ejemplo, que los 104 niños entrevistados y de origen salvadoreño, mencionaron entre sus situaciones cotidianas, evadir extorsiones, atestiguar homicidios, recibir amenazas, el hambre. Las niñas agregaron su miedo a ser violadas. A su vez, las deportaciones en Estados Unidos, implican más violencia en comunidades centroamericanas. Activistas relatan el alto número de funerales de niños que fueron deportados, y a su regreso, asesinados por pandillas centroamericanas. “Los niños no tienen recursos para educación o para no incorporarse a la violencia de pandillas. No hay opciones. Oyen en sus pueblos, entre sus amistades, que en Estados Unidos hay oportunidades y no lo piensan dos veces, solamente deciden venir por una mejor vida”, describe Blanca Vázquez. Para la activista latina, los aspectos de la vida que empujaron a un niño a salir de su país de origen, son tan extremas como su decisión de atravesar países solos, sin protección y sin certeza de que encontrarán a sus familias en la Unión Americana. “EU no sabe las atrocidades por las que pasan las personas para cruzar” De las aprehensiones de menores sin acompañantes, este año, el 94% se concentra en la frontera de Texas. Rebasados en su capacidad para procesar a los menores, los centros de detención temporales de la Patrulla Fronteriza han sido insuficientes para retener a los menores centroamericanos. Si bien, el Departamento de Seguridad Nacional es la institución responsable de procesar a los niños sin acompañantes, el Departamento de Salud y Servicios Humanos está a cargo de su cuidado. En promedio, 72 horas después de que un menor es aprehendido por la Patrulla Fronteriza, el Departamento de Seguridad Nacional debe cumplir con el proceso de registro y transferir al niño a la Oficina de Reubicación de Refugiados, donde esperarán su audiencia en la Corte migratoria. Muchas veces, la Oficina intenta reunir al menor con algún familiar o adulto responsable, mientras se completa el proceso migratorio. Sin embargo, debido a que se triplicó el flujo de menores que recibió Estados Unidos, este año, el Departamento de Seguridad Nacional no pudo cumplir con los tiempos estándar y los niños permanecieron durante semanas en los centros de detención de la Patrulla Fronteriza. Entre los movimientos previstos por la Patrulla Fronteriza ante su incapacidad de atención, los menores fueron trasladados a instalaciones improvisadas en Texas y Arizona. Luego, el 1 de julio de 2014, un grupo de 140 migrantes llegó al aeropuerto de San Diego, California. Desde las pistas aeroportuarias, subieron a autobuses que los llevarían al centro de detención de Murrieta, localizado una hora al norte de San Diego. En Murrieta serían procesados -nuevamente- y puestos a disposición de ICE, para determinar la viabilidad de su solicitud de asilo. Durante el proceso, la Oficina de Refugiados “tiene la responsabilidad de cuidar temporalmente a los menores no acompañados, protegerlos y ayudarlos a encontrar a su familia”, destaca el COLEF. Sin embargo, un grupo de protestantes, afines a grupos antinmigrantes como “Minutemen”, se postraron frente a los camiones e impidieron la llegada al centro de detención. Pese a la presencia de corporaciones policiales, los manifestantes agredieron a un grupo ahí reunido para mostrar su apoyo a las familias centroamericanas. Consignas racistas, confrontaciones cara a cara y hasta escupitajos en la cara del cantante mexicano Lupillo Rivera, les fueron permitidas a los manifestantes. El alcalde de Murrieta, California, Alan Long, había declarado un día antes de la llegada que a su ciudad no le correspondía lidiar con un problema federal, como es el arribo de migrantes. Finalmente, los camiones dieron vuelta y regresaron a San Diego. Las familias pasaron la noche en un albergue localizado en San Ysidro, California. Al día siguiente, otro grupo fue transferido al condado de El Centro, California. “Es una vergüenza que todavía exista tanto racismo. Fue algo sorprendente e insólito, nunca se había visto una reacción tan extrema y agresiva, fue insólito”, opina la activista Blanca Vázquez. Pero también, consideró que manifestaciones como la de Murrieta, es un ejemplo claro de que “este movimiento de derechos para migrantes existe porque hay una sociedad en Estados Unidos que no sabe las atrocidades por las que pasan las personas para cruzar y llegar a este país, ni lo que es vivir como persona indocumentada, con miedo e incertidumbre”. La ilusión del refugio Por 2 mil 500 dólares, un menor camina dos días y medio en el desierto compartido por México y Estados Unidos. En el camino, se encuentra con cadáveres que han permanecido en la arena hasta por cinco años. Uriel Gutiérrez, coordinador de los albergues YMCA para menores, distingue diferencias entre los menores mexicanos y centroamericanos. Aunque representan menos del 5% de quienes ahí se hospedan, dos características sobresalen: “llegan más cansados por el viaje y con el ánimo más caído”. De enero a mayo de 2014, han llegado 490 menores a este albergue localizado en Tijuana, solamente uno proveniente de Honduras. En 2012, la Agencia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) registró a Estados Unidos como el país con el más alto número de aplicaciones de asilo en el mundo. El 85% de éstas, realizadas por personas originarias de El Salvador, Honduras y Guatemala. Un informe emitido en junio de 2014 por el Centro de Política Bipartidista de Estados Unidos, revela que en el año fiscal, 2 mil 735 menores obtuvieron un permiso de residencia para ese país.   El reporte también refleja cómo la llegada de niños centroamericanos se incrementó en diez años. Mientras que en 2004, el 83% de los menores capturados por la Patrulla Fronteriza eran mexicanos, en 2014 este número se redujo a 24%. En consecuencia, refiere que entre los años fiscales 2008 y 2012, hasta el 80% de las personas que adquirieron asilo temporal en Estados Unidos, acudieron a su primera audiencia en la Corte para continuar con su proceso migratorio. Por su parte, el Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, solicitó al Congreso las atribuciones para realizar la deportación expedita de centroamericanos. Por medio de la Casa Blanca, informó que aplicará una estrategia de reforzamiento de seguridad fronteriza, para lo cual requerirá de dos billones de dólares. La razón es, precisamente, contener el incremento dramático para menores sin acompañantes y sus familias. Grupos pro migrantes sostienen: “Es una situación que no va a terminar con la deportación de esta comunidad inmigrante o su admisión. Nuestra demanda es simple: el respeto a los derechos humanos de los migrantes”.


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Redacción Zeta
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Redacción de www.zetatijuana.com
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