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viernes, abril 5, 2024
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¡A la birria pecadores!

Uno de los momentos más emotivos durante la ceremonia de despedida de Manuel Alberto León Lugo “El Lyon”, se suscitó a unos metros de la puerta principal de acceso a la Catedral en Mexicali. En el andador de la “T” que forman las calles Morelos y Reforma, dentro del proyecto promovido por el ex alcalde Francisco Pérez Tejada, se instaló una serie de maceteros, cada uno se encargó a artistas cachanillas para que lo decoraran. Uno de ellos, el más cercano a las puertas de Catedral, fue adornado con figuras de loseta -mosaiquería es la técnica- con la imagen del “Chicali” elaborada por los artistas Heriberto Castro y Rogelio Pérez Cano. Para la decoración de los maceteros, se puso un único requisito: que se tratara de un tema relacionado con la ciudad y su historia. Terminada la ceremonia religiosa, se colocaron las ofrendas florales que familiares y amigos habían enviado tras el fallecimiento del periodista cachanilla. Del caricaturista de ZETA y otros periódicos locales y nacionales, que tantos personajes deja en su haber. El “Lyon”, el “Carecochi”, “Bipedopenco”, “Gatomare”, entre otros. Palmira, su hija, acomodó la fotografía que había reposado en el ataúd durante la misa y un día antes en la funeraria. Ahí fue cuando la entereza y la fuerza mostrada en días anteriores por sus hijos Servando y Palmira, y de quien fue su esposa, Alma Diva Russo, se vino abajo. Se resquebrajaron y soltaron el llanto. Era el signo de que la despedida era inminente. De ahí una larga fila de autos siguieron a la carroza que enfiló hacia la colonia Cuauhtémoc, para cruzar por la residencia del reconocido caricaturista mexicalense, creador de una serie de populares personajes a los que dio vida en sus monos e historietas durante cerca de 40 años. Después sería trasladado a la funeraria para ser cremado. El “Lyon” deja su legado en varias generaciones de fans que reflexionaron y se carcajearon con las ocurrencias del Chicali y Doña Wisteria, con sus Macuachadaz en ZETA, con El Cronomonix en La Crónica y Frontera, con sus monos iniciales en El Centinela y La Voz de la Frontera. Fallecido poco antes de las dos de la tarde del jueves primero de enero, el cuerpo del historietista fue velado en Funeraria San Elena -Zona Centro de Mexicali-, donde se dieron cita decenas de familiares, amigos, compañeros periodistas y público en general. Hasta el alcalde de Mexicali, Jaime Díaz, se dio un tiempo para externar sus condolencias a los familiares del “Lyon”. Ahí, el Padre Germán Orozco, columnista de ZETA y párroco en una iglesia en San Luis Rio Colorado, Sonora, encabezó un responso donde entrelazó el ritual religioso con  anécdotas y alusiones al trabajo de León Lugo. Hasta recordó el original de una caricatura rescatada por él en los 90s, donde el entonces Presidente Ernesto Zedillo, dibujado con túnica -realmente fue monaguillo en Pueblo Nuevo-, le responde a un cachanilla arrodillado que  porta una pancarta donde piden que bajen la “luz”, a lo que el Presidente- monaguillo responde: “No hay milagritos, hijo…”. Con esa y otras anécdotas -algunas retomadas de las publicadas en ZETA y editadas en el libro “Carecochis”-, el ritual se tornó festivo y risueño, rematado con un gran aplauso para el historietista  promovido por el sacerdote y comunicólogo. Al día siguiente -sábado 3 de enero-, la misa de cuerpo presente fue oficiada en la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe, donde se reunieron cerca de 200 personas para despedir al monero. Oficiada también por el Padre Germán Orozco, la homilía se caracterizó por el énfasis en la gran aportación de Alberto León a la comunidad mexicalense. “Una característica que tenía León era que no le gustaban las entrevistas, era una persona muy sencilla, lo cual es una cualidad muy grande y difícil de conseguir. Expresaba los sentires del pueblo a través de esa genialidad que tenía el ‘Lyon’ con sus monos”, expuso el sacerdote. Incluso el párroco citó a Ryszard Kapuscinski -el periodista polaco, uno de los emblemas mundiales del buen periodismo- al señalar que uno de los compromisos más grandes de un periodista, es ser la voz de los que no tienen voz, en alusión a la línea manejada por León, siempre desde una óptica netamente popular. Después del ritual religioso, el féretro fue llevado hasta el vehículo funerario, pero antes las ofrendas las colocaron en torno al macetero con las figuras del “Chicali”, el ingenioso y singular personaje creado por León Lugo que queda como legado, igual que la vasta producción a lo largo de cerca de 40 años. Su hermano José Luis fue el encargado de agradecer la presencia de tanta gente en el servicio religioso y, con un nudo en la garganta, parafraseó al periodista fallecido y la inminente despedida: “Fin, finito, final…”,  aunque habría que agregar otra frase menos solemne, también de la autoría del “Lyon”: “¡A la birria pecadores…!”. En paz descanse nuestro amigo y compañero, Manuel Alberto León Lugo. El “Lyon” Adela Navarro Bello Vivíamos el año de 1998 y hacía pocos meses habían atentado contra la vida del director de ZETA, J. Jesús Blancornelas. Los editores que estábamos a cargo de la edición semanal, recibíamos variada información con pistas -a veces buenas, a veces falsas- sobre la autoría intelectual del crimen contra el periodista. Una de esas revelaciones llegó a mi correo electrónico. El remitente proporcionaba información -no completa- de la liga de los hermanos Arellano Félix con el atentado, algo que los editores incluso ya habíamos publicado, pero tema en el que por obvias razones, nos interesaba adentrarnos. <p>El lector ponía dos condiciones para proporcionarnos su información. No quería dinero. No quería crédito. Quería una computadora portátil, y que el “Lyon” regresara a escribir las Macuachadaz al ZETA. No fue el único lector de este Semanario en exigir que el caricaturista publicara en estas páginas. A la sección de Cartaz, al correo electrónico de los editores, de Don Jesús, llegaban comunicaciones exigiéndonos, pidiéndonos, que publicáramos los monos del “Lyon”. Manuel Alberto León Lugo el “Lyon”, fue y vino a su antojo, y a petición del público, en muchas ocasiones a ZETA. Su personalidad de artista, de genio, su gran capacidad -para hacer rayas y los monitos, decía-, le hacía bailar entre la música, la bohemia y los cartones. El “Lyon” ilustró varias portadas. La más reconocida, aquella cuando en el Semanario se auguró que en 1989, el PRI perdería las elecciones en Baja California con Margarita Ortega Villa como candidata. León la dibujó para primera plana, montada en un caballo cual Juana de Arco, Blancornelas completó con la cabeza “La van a quemar”. Sus trazos eran de una sencillez y de gran precisión. Nadie como él para dibujar al ex gobernador Xicoténcatl Leyva Mortera y al ex alcalde Federico Valdez, ambos del PRI. Solo les ponía los ojitos en tache y sus lectores sabíamos el estado etílico en el que se encontraban. Identificábamos rápidamente a los actores políticos que el “Lyon” ilustraba en sus tiras. Sabía captarles el rastro físico que los dimensionaba como eran, y mejor aún, les captaba la personalidad y en ello basaba sus chistes y anécdotas. Hoy el “Lyon” se nos ha ido definitivamente. No volverá. Pero también, y a petición del público, haremos entrega semanal de las Macuachadaz que nos legó a sus seguidores y fieles lectores. Serio, ensimismado, introvertido, el “Lyon” fue generoso con sus lectores y sus amigos. Algunos, como Don Jesús Blancornelas, quien esto escribe y otros periodistas, nos convertimos en sus personajes. Recuerdo las mohínas que hacía el “Chicali” ante las peticiones que le hacía el barbado codirector de ZETA, o la Adeliz, cuando empezó a ilustrar por una época vasta, la columna Sortilegioz de esta reportera. La inspiración le llegaba y utilizaba papelitos, servilletas, manteles y cuanto blanco encontrara a la mano para dibujar una tira. Amable, regalaba sus obras. Le conocía cuando Blancornelas me nombró editora de la sección Opinionez y me ponía en contacto con él para el envío de sus cartones. Nos vimos personalmente pocas veces, pero compartimos anécdotas por teléfono, por correo electrónico y últimamente por mensajes. Así supe el infinito amor por sus hijos Palmira y Servando, sus vicisitudes ante una enfermedad que a la larga acabó con su vida. Decía que se dedicó a monero cuando, siendo arquitecto, se dio cuenta que los edificios le quedaban chuecos. No se tomaba en serio, pero su pasión por lo que hacía, por la música y sus zoológico de personajes, no le abandonaron en ningún momento. Tuvo una enfermedad que le impidió seguir dibujando, pero entonces se puso a escribir. Mandó su primer Cochilegioz, y después, seis columnas tituladas Cochimacuaz. Escribió sus anécdotas a manera de chistes, sus vivencias en Mexicali, la convivencia con su familia y con sus amigos bohemios. De cuando quiso ser boxeador y de cuando pretendió dar autógrafos. Del día que formó su grupo musical Los Macuaches Sound Machine, y cómo los contrataron para levantar el ánimo en una oscura cantina. La idea, decía, era juntar muchas Cochimacuaz para hacer un compendio y editar un libro. Era lo que más anhelaba en sus últimos días. Pero la mente lúcida de nuestro querido “Lyon”, no podía guiar a sus manos enfermas. Dejó de escribir, le podía no hacer monos. Sus amigos colaboraron para hacer realidad el libro. Así se editó “Carecochis”. Lo vio, lo hojeó, lo palpó y lo satisfizo. Está dedicado a Palmira y a Servando. Para quienes trabajamos en ZETA, para su servidora en lo personal, el jueves 1 de enero de 2015 fue un día triste. El “Lyon” murió, pero le sobreviven sus monos y el reconocimiento de lectores y amigos. En paz descanse nuestro querido Manuel Alberto León Lugo. Los Macuaches callaron Vicente Corpus Especial para ZETA Se presentó a la redacción del periódico y sin más me dijo: “Me manda Edmundo Bustos y soy el que te va a cubrir en tus vacaciones, también hablé con Don Jesús Blancornelas y los dos están de acuerdo, nomás dime cuando hay que entrarle y se hace la machaca”. Yo aprovechaba el mes de julio y más de la mitad de agosto para irme a la Ciudad de México, en el mero “Centrito Federal”, a continuar con mis estudios en la Normal Superior de México, y por acuerdo con el director del periódico, podía dejar un monero suplente en mí ausencia con tal que fuera bueno para el cartón editorial. Me llevó sus monos y no dudé en decirle: ¡Ya estás peinao pa’ tras! Así conocí a Manuel Alberto León Lugo, y su amistad duró todo este tiempo hasta que se nos adelantó, este año que comienza con la fatal noticia de su partida. Cuando regresé del DF me comentó que ya también Bustos lo había jalado para que hiciera una historieta con ambientación mexicalense, así nació el “Chicali” con todos sus personajes: Doña Wisteria (esposa del “Chicali Nois”) el “Patuli”, el “Compa Cute”, el “Macurto” y “Canuto el Fumigador”. La revista pegó con tubo hasta el grado que se hizo la preferida de mucha raza “chicalera”. Me invitó a colaborar en la revista y pa’ pronto que me incluye entre sus moneros. Le dije que mi experiencia se limitaba al cartón editorial, que no era historietista, pero para el que todo lo facilitaba, me dio algunos tips y ¡sopas!, que debuto en esa rama del humor gráfico desde el número uno. Después el Chicali News circuló a nivel nacional con éxito igual que en Baja California, así es que trascendió el ámbito local y ya competía con otros de nivel nacional. Cuando viajé a Cuba, invitado a la Bienal Internacional del Humor Gráfico de San Antonio de los Baños, el monero Nerilicón (así se firma) de El Financiero me dijo: “Así es que tú eres Corpus del Chicali News. Le aclaré que yo solo era colaborador, que el mero macuco era el “Lyon”, conocido como el “Chicali”. En otra ocasión, en el marco de la FELIART (Feria del Libro y las Artes) de Mazatlán, Sinaloa, el gran Eduardo del Río “Rius” me preguntó: “¿Qué pasó con el Chicali News? ¿Ya no se publica? Yo la compré en Michoacán un par de ocasiones, pero ya no la he visto”. Tampoco lo supe y el “Lyon” nunca me comentó por qué dejó de circular, pero así, de repente, ya no apareció más. Cuando salí de La Voz de la Frontera y ya no tenía chamba de monero, al poco tiempo Manuel Alberto me pasó el tip que se fundaba otro periódico en Mexicali y que el director sería Don Rafael Martínez Retes. Más pronto que inmediatamente me apersoné con Martínez Retes y, desde el número inicial, ya estaba otra vez como cartonista editorial en Novedades de Baja California; obviamente compitiendo todos los días amistosamente con el “Lyon”. Luego entre los moneros se nos ocurrió fundar el Club de Caricaturistas de Mexicali, con el objetivo de organizar exposiciones de nuestro efímero arte y traer moneros reconocidos a nivel nacional e internacional para que expusieran su obra y que dieran pláticas sobre lo mismo en diferentes locales como la UABC, el Museo Universitario, etcétera. Todavía no existía el CEART. Para 1992 organizamos la expo “Encuentro de Dos Mundos”, con motivo de conmemorar, que no celebrar, los 500 años del descubrimiento de América, donde León se distinguió como buen organizador que era. El evento llenó el Teatro Universitario que se puso de bote en bote, un éxito total, con decirles que se quedó gente en el vestíbulo y afuera del local. Participaron con su obra Eduardo del Río “Rius”, Rogelio Naranjo y Arturo Kems de los gallones, y por los locales, Pancho Corpus (presidente del Club), Manuel Alberto León, Pedro Reynaga “Perey”, los hermanos Eduardo y Fernando Magdaleno, Luis Enciso “El Curry” de Tijuana y su servilleta, entre otros muchos. En ocasión de la visita de Bulmaro Castellanos “Magú”, (creo que fue por 1992), que nos invita al “Lyon” y a su valedor a participar en el suplemento Histerietas de La Jornada, y ahí nos tienen “internacionalizándonos”(a nivel nacional) en ese prestigiado diario. Pasando ese éxito obtenido, se le prendió el foco al “Lyon” y, guitarra en mano, nos pasó la idea de fundar ahora un conjunto norteño para el que ya tenía el nombre: Los Macuaches Sound Machine, que interpretaba de todo, norteñas, rancheras, cumbias y hasta lambada. El “Lyon” pronto hizo éxito el corrido del Barzón, al que adaptó situaciones del agro bajacaliforniano. Me acuerdo del verso que decía: “Se me reventó el barzón y sigue la yunta andando… cuando llegué a mi casita me dice mi prenda amada, anda con los agraristas que te apunten en la lista, qué no ves a Fierro Márquez lo a gusto que está sembrando tierras que le dio el gobierno”.  Novedades cambió de dueño a los Healy, propietarios de El Imparcial de Hermosillo, Sonora, y pasamos el “Lyon” y yo a La Crónica de Baja California como moneros editoriales. Ahí nos siguió el mano a mano por varios años más, hasta que salí del periódico; eso creo que fue en 2001. “Lyon” siguió hasta que sus facultades físicas fueron mermando, ya que no pudo continuar en su pasión, que fueron los monos. Manuel Alberto nunca se preocupó por solicitar a sus empleadores las prestaciones de seguridad social básicas que tiene derecho todo trabajador sindicalizado o no. Tampoco los dueños de las empresas editoriales en las que desempeñó con tanto éxito se las ofrecieron. Un grupo de amigos, entre reporteros, caricaturistas y columnistas, organizaron primero una subasta de libros, revistas y originales de su obra, y luego la edición de la recopilación de sus caricaturas en el libro “Carecochis”, que llenó de alegría a “Lyon” al ver hecho realidad un anhelo largamente acariciado, afortunadamente vio realizado un libro de su autoría. ¡Adiós y hasta siempre, queridísimo amigo! Hermano de tinta Manuel Alberto León, el “Chicali”, “Piticuy”, “Yiyo”. Solo te adelantaste.


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Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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