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domingo, febrero 18, 2024
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Templo cívico. México: su pasado, presente y futuro (Quincuagésima tercera parte)

Con todo este cúmulo de conocimientos políticos adquiridos en los diferentes puestos que ocupó, llegó el 14 de octubre de 1951 para rendir protesta como candidato a la presidencia por el Partido Revolucionario Institucional.

Las elecciones se llevaron a cabo el 6 de julio de 1952, en medio de una estricta vigilancia militar. Los candidatos de oposición fueron el general Miguel Henríquez Guzmán, respaldado por el Partido Constitucionalista Mexicano y la Federación de Partidos del Pueblo Mexicano, creada en 1951. Por el partido Acción Nacional estaba el Lic. Efraín González Luna y el sindicalista Vicente Lombardo Toledano, quien fue postulado por el Partido Popular y apoyado por el Partido Comunista.


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Al concluir la jornada electoral, el PRI anunció el triunfo de las elecciones y los henriquistas protestaron con una manifestación que fue violentamente sofocada por órdenes de Miguel Alemán. Finalmente, los órganos electorales de la Secretaría de Gobernación informaron el triunfo como ganar a Adolfo Ruiz Cortines, con 2 millones 713 mil 419 votos. Para el candidato Henríquez Guzmán se le reconocieron 579 mil  745 y para González Luna del PAN 285 mil 555 votos.

En el discurso pronunciado luego de recibir la banda presidencial, Ruiz Cortines empezó a ocuparse del primer problema. Agitando vigorosamente el índice de la mano derecha pronunció la siguiente frase: “Obraremos con máxima energía contra los servidores públicos venales y prevaricadores… seré inflexible con los que se aparten de la honradez y la decencia”.

Tales palabras, dichas en un ambiente saturado de críticas a la corrupción alemanista, deslindaron a Ruiz Cortines de su antecesor y protector. Para reforzarlas anunció al Congreso un proyecto, el de Ley de Responsabilidades de los Funcionarios Públicos, en el cual se declaraba obligatorio para éstos la presentación de una lista de las propiedades que tuvieran  al ocupar su cargo. Esta ley serviría para procesarlos legalmente en caso en que se les detectaran, con el tiempo, desviaciones importantes.


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Además, Ruiz Cortines como político diferente procuró actuar con acciones de austeridad para ir de su casa a palacio nacional; acostumbrada tomar de Paseo de la Reforma, hacer alto ante la luz roja de los semáforos y viajar en un automóvil sin más compañía que el jefe del estado mayor y el chofer. No se hacía acompañar por pistoleros por lo que muchos emparejan al vehículo presidencial, la gente paraba para saludar al presidente quien respondía levantando la mano derecha ceremoniosamente.

En el caso de los henriquistas inconformes, que representaban un riesgo de una explosión armada, el presidente Ruiz Cortines no usó al ejército para reprimirlos sino acciones políticas y diplomáticas. Cuando los generales más importantes de los inconformes, como Marcelino García Barragán y Antonio Ríos Zertuche recibieron buenos cargos de gobierno, y los de menor calibre obtuvieron algunos beneficios que los apaciguaron. Aun así, sobrevivieron algunos grupos inclinados a la violencia como el dirigido por el general henriquista Celestino Gasca, pero quien no encontró seguidores.

Continuará.

 

Guillermo Zavala

Tijuana, B.C.

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Autor(a)

Carlos Sánchez
Carlos Sánchez
Carlos Sánchez Carlos Sánchez CarlosSanchez 36 carlos@zetatijuana.com
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