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domingo, febrero 25, 2024
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Las iglesias como esperanza para la salvación de los jóvenes

Tiene razón el Señor Obispo de Mexicali, Monseñor José Isidro Guerrero Macías, cuando afirma que estamos viviendo un periodo de violencia que bien podría catalogarse como una sociedad donde predomina la ausencia de Dios.

Sacerdotes, dedicados a la contemplación unos y otros a la acción, se preocupan seriamente por lo que está aconteciendo en este mundo donde el robo, el asalto, el homicidio, las lesiones y la inducción a las drogas, son parte del panorama cotidiano.


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Tan grave es la situación, que son pocos los sacerdotes que no caen en la decepción y la desesperanza. Una de las causas, es que pocos de los mensajeros del Señor calan en la entraña de los jóvenes, por tocar en sus sermones temas actuales. Hemos olvidado cómo se predicaba a principios de la edad media, se leía, se comentaba, se intercambiaban opiniones sobre temas contenidos en los evangelios, pero además, al final de la asamblea cristiana se intercambiaban opiniones sobre temas de la actualidad. Se buscaba vincular la palabra de Jesús y sus apóstoles con el acontecer cotidiano que servía como guía. No se trata de desplazar el conocimiento y la discusión de las Sagradas Escrituras y de los escritos con temas eclesiásticos, sino lo que se sugiere por el que esto escribe, es incluir en las asambleas religiosas, el análisis de la problemática actual.

Debe haber en la palabra del sacerdote, estímulo y guía para combatir las tentaciones en un mundo desviado hacia la codicia y la violencia.

El discurso repetitivo ajeno al diario acontecer, se convierte en muchas ocasiones en palabras huecas, en lugar de alentar la fe y la caridad convierte a las ceremonias religiosas en repetición de textos ajenos a la época, cuando el creyente busca sediento las respuestas a un mundo cambiante y permisivo, que ve con disimulo el injusto reparto de la riqueza, cuando las iglesias deberían ser el medio para la búsqueda de una sociedad más justa, más humana y, por tanto, más cristiana.


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Es necesario que la iglesia se convierta en prima institución impulsora de la familia, acentuando el cuidado y el respeto a los niños, a las mujeres y a los ancianos. No nos referimos a la aplicación de alguna de las formas en que se manifiesta la filosofía de la liberación, sino de una filosofía con toda la humildad que esto conlleva, principalmente en un accionar a favor de los más necesitados.

P.D. La adolescencia violenta solo puede ser extirpada con el amor, el respeto y el impulso de la fe, para dar mejores expectativas de vida a los jóvenes que actualmente están viviendo en la soledad y en la amargura, y por ello, con escasas posibilidades de salvación. Una iglesia como control social y fuerza moral, es el camino para la salvación de la juventud. Volver a la fe esperanzada, ajena a esta sociedad pragmática basada en la compra y venta, donde todo tiene un precio en dinero.

P.D 2. No hay que temer a las fuerzas que detentan el poder político o económico. La fe, la oración y la caridad, están por encima de las ambiciones personales.

 

Arnoldo Castilla es abogado y catedrático de la UABC.

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Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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