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martes, febrero 20, 2024
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Después de 2018

La disyuntiva para la elección de 2018 será: continuismo del cambio gradual, lo que implica que solo unos cuantos intereses marcan el rumbo y objetivos del cambio, acarreando la posibilidad de que la transformación sea en reversa, como en muchos aspectos ha sucedido; en segundo lugar, un cambio que termine de tajo con el régimen de impunidad, corrupción, inseguridad y bulimia económica. Una parte mayoritaria de la sociedad ha buscado ese cambio por medio del voto, de manera muy clara y decidida desde 1988, año en el que el partido de Estado tuvo que robarse las elecciones para mantenerse en el poder. El problema es que el ejército de ese cambio nació dividido en dos frentes, con diferencias respecto al modelo económico y de seguridad a aplicar.

Es un hecho que el modelo económico y de seguridad del PAN coincide con el del PRI, esta circunstancia los llevó en el pasado a unirse en contra del PRD y que juntos concertaran impedir el crecimiento del sol azteca, cometiendo o validando fraudes electorales y desafueros. Rota esa barrera moral y ética, el PAN al acceder al poder nacional, se mimetizó al corrupto y autoritario priismo, dándole vida a la cleptocracia mexicana que concentra la riqueza en unos cuantos a cambio de que se les permita robar a manos llenas. El PRD, por su parte, tuvo su propia metamorfosis tras su camino al poder local, incorporándose a la lógica del cambio gradual que seduce al ciudadano con propuestas demagógicas y falsedades emocionales o de plano, con despensas para que vote por algo que no conoce, enterrando todo debate serio respecto del estado que guarda la nación.


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Hoy, los ejércitos se han reconfigurado, antiguos adversarios se han unido por los mismos intereses que deben proteger para poder sobrevivir o competir y el rostro de algunos partidos ha cambiado de hacerlos irreconocibles. El PRI parece haberse quedado solo, pero en manos de nuevos gerentes, unos más agresivos e inescrupulosos que cualquiera que jamás hayamos conocido; Morena se ha formado para seguir planteando, ahora en solitario, el cambio inmediato del régimen, pero para ello ha tenido que ser pragmático y ofrecer posiciones legislativas a quienes se oponen a la agenda liberal que el PRD, el partido de la Rosa y sus derivados, enarboló y que parecía compartir, ha tenido también que perder los ascos para aceptar el respaldo de quienes perdieron con las reformas neoliberales de última generación. Léase la demonizada Elba Esther Gordillo o la CNTE.

Quien más ha perdido con esta nueva reconfiguración es el PRD, que ante el abandono o canibalización de sus personajes más sobresalientes, no encontró a la figura interna con estatura suficiente que le permitiera seguir en la disputa real por el poder y terminó sin candidato presidencial, aliado a uno de sus históricos victimarios.

El 18 será el parto de un nuevo sistema de partidos en el que, dependiendo del resultado, se pueden dar varios escenarios:


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1.- Si gana AMLO con más de cinco puntos, independientemente de quien obtenga en segundo lugar, el PRI desaparecerá como el partido que emergió de la Revolución Mexicana y solo tendrá dos caminos, el de la auto extinción, aunque la franquicia le quede a algunos románticos, o el que sus nuevos gerentes le cambien de nombre y con la franquicia en sus manos, relancen a un nuevo partido abiertamente neoliberal, a juzgar por los pasos que han dado; parece que es algo que ya tienen calculado. También, en este escenario, el PAN iniciaría una etapa de convulsión interna como la que pasó el PRD después del 12, pues es obvio que Calderón, si Margarita saca arriba del 5%, iría por la formación de un nuevo partido que intentaría vaciar al PAN derrotado tal como lo hizo AMLO con el PRD.

2.- Si gana el PRI y Morena queda en segundo, el PAN la va a pasar muy mal o Anaya, más bien, pues seguramente Calderón acabará con él, ya que el bipartidismo entre Morena y el PRI habrá iniciado para quedarse una larga temporada.

3.- Si gana el PAN, Calderón será historia y Morena también si queda tercero, pero si obtiene el segundo, la etapa del bipartidismo PAN-Morena habrá comenzado.

 

Jesús Alejandro Ruiz Uribe es Doctor en Derecho Constitucional, ex diputado local, rector del Centro Universitario de Tijuana en el estado de Sonora y coordinador estatal de Ciudadanos Construyendo el Cambio, A.C. Correo: chuchoruizuribe@gmail.com

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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