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jueves, febrero 15, 2024
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Más recuerdos de la secundaria “Poli”

Continuamos esta ocasión, tras la que festejamos mi generación 1964-1967 de la “Poli” de Agua Caliente.

Esto lo narro en primera persona. Nada de leyendas urbanas, ni que un vecino se lo contó a algún compadre.


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Para dar una idea del estilo de vida noble en Tijuana, cual país de primer mundo como Canadá, Estados Unidos o alguno de Europa; el respeto de los conductores de carros hacia los peatones (que falla hoy por gentes de fuera) era lo normal; cuando entré ese primer año a la secundaria (en esa época decíamos “año” de escuela en vez de ahora que dicen “grado”, copiones porque así lo dicen en EE. UU.), tenía 12 años de edad e iba con mi hermano mayor de 15 años que ya estaba en tercero; nos parábamos en el bulevar, por el Toreo viejo o el Calimax de la Cacho, a pedir “raite” (aventón) a la escuela, y los señores se paraban y nos llevaban, nada de ser desconfiados. Así seguí con otros compañeros. Cuando pasé a segundo y tercero de secundaria, recáspita paciente lector, éramos a ese nivel de animosos. Creo que ese haber vivido lo bueno de la gente y ese optimismo nos ha servido muchísimo en la vida. Hoy día, por el desplome cívico, es tan distinto y esto ya no se puede hacer.

Hablando de mercados, porque todavía no había cadenas de las del interior por acá, el otro grupo eran los mercados Limón (absorbidos después por los Gigante y hoy Soriana) y otros grupitos chicos de dos o tres a lo mucho. En la década de los setentas, que se hizo la canalización, hoy Zona Río, llegarían del D. F. los Gigantes y Comercial Mexicana.

De la planta de profesores de nuestra “Poli” de Agua Caliente, no la Lázaro para nosotros (esa es otra historia aparte), nos instruían con un riguroso y buen plan de estudios que no le pedíamos al resto del país, EE. UU., o Canadá. Las organizadoras de nuestro festejo le solicitaron a la profesora de Química de tercer año, María Luisa Bargalló, hoy de más de 90 años de edad y esposa del finado profesor y director de la “Poli”, Jesús Cortés Limón, que fuera nuestra madrina del cincuentenario.


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La profesora Martinita Díaz, de Geografía, en primer año, era la de más edad (unos 65 años) y se jubiló al terminar el ciclo. Me tocó el licenciado Barbosa, en Historia; el licenciado Illiades, en Civismo. México entonces tenía algo más de 40 millones de habitantes, como país, y recuerdo que ya en segundo año, el profesor de Geografía, Olegario Jiménez, nos dejó de tarea que estimáramos cuántos seríamos para 1970; yo calculé 50 millones y se le hizo exagerado, pero el censo de cinco años después arrojó 49.8 millones, casi mi pronóstico; no lo he olvidado y me da modesta satisfacción ser capaz para las estadísticas (por algo quizá después estudié para Contador Público).

El profesor Villa era el subdirector y su hijo también es nuestro compañero de generación. Había varios talleres equipados para compañeras (concina, costura, confección), y hombres (carpintería, encuadernación, hojalatería, dibujo arquitectónico, electricidad, mecánica, entre otros), en las instalaciones del terreno del antaño magnífico Casino. En matemáticas de segundo año, el profesor Ramos nos hacía la clase a base de entretenidas competencias y resultamos una generación que no le tuvimos recelo a las matemáticas, física o química, precisamente muchos entramos a carreras de contabilidad, ingenierías (civil, mecánica, industrial). Bastantes químicos, médicos y dentistas. En educación física, los tres años, el profesor Zonta. En música los profesores Hernández y Zeeman.

Obvio que en este breve recuerdo de nuestro Centro Escolar de Agua Caliente y la “Poli” de Tijuana, falta mencionar los nombres de la mayoría de nuestros profesores que nos transmitieron conocimientos académicos, muchos tenían sobrenombres, nunca vulgares, al igual que apodos entre nosotros los alumnos. La historia (aparte también) del origen del Centro Escolar se remonta, recórcholis, al magnífico y majestuoso Casino de Agua Caliente, tras la época de la Primera Guerra Mundial y luego la gran depresión del siglo pasado. Amablemente. Continuará.

 

Atentamente,

José Luis Haupt Gómez

Tijuana, B.C.

Autor(a)

Carlos Sánchez
Carlos Sánchez
Carlos Sánchez Carlos Sánchez CarlosSanchez 36 carlos@zetatijuana.com
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