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viernes, febrero 16, 2024
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La disputa

El discurso con el que se abrió paso la instauración del neoliberalismo ha sido reeditado para intentar impedir el triunfo del lopezobradorismo en la elección presidencial, pero dice lo mismo que en los ochentas: los populismos generan enemigos ficticios; se presentan como salvadores de la patria para imponer un autoritarismo y destruir la democracia; para mantener el respaldo popular, reparten lo que no tienen y echan a andar la máquina de hacer dinero, generando un proceso inflacionario, etc. etc. etc. Pero ese discurso parte de dos premisas falsas: cualquier opción que se oponga al neoliberalismo es populismo, antidemocrático y desastroso económicamente; por otro lado, el neoliberalismo es el mejor sistema económico.

El neoliberalismo es un modelo económico fracasado desde hace mucho, basado en la concentración de la riqueza y la ausencia de movilidad social (¿recuerdan al feudalismo?). En ningún lugar ha funcionado. Es un sistema económico mundial que ha generado desesperanza y frustración; la consolidación de una clase económica extremadamente rica que no representa más de una décima parte del uno por ciento más rico; el desmantelamiento del Estado de bienestar; la demonización de los sindicatos con la consecuente precarización de la clase trabajadora; el incremento desmedido del sector financiero y bursátil en el peso de la economía; la militarización de la seguridad interna de los países, como método de represión social, aprovechando el incremento exorbitante de los índices delincuenciales, que no ceden, pues en realidad son válvula de escape de la furia social.


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Todo este andamiaje de control social ha tenido un efecto corrosivo sobre nuestra novel democracia, ya que la concentración exagerada de la riqueza ha generado de manera natural la concentración del poder. Hoy, las decisiones se toman para beneficiar al uno por ciento más rico, soslayando la opinión y los intereses de la población. Eso es posible gracias al encarecimiento premeditado de las campañas electorales; la espotización y banalización del debate; la dispersión electoral mediante la creación de muchos mini partidos; el amafiamiento de los medios de comunicación más poderosos, que en realidad son vocerías de los intereses de la plutocracia.

Desde 1994, los presidentes han sido elegidos mediante el marketing político, promoviendo candidatos como marcas de refrescos, distrayendo del debate de la información al ciudadano. Así, vimos a Zedillo bolear zapatos; a Fox usar sus botas y su lema hoy, hoy, hoy; a Calderón prometiendo ser el presidente del empleo; y a Peña haciendo una campaña de rockstar, todo esto antes que debatir con seriedad los modelos económicos que están en disputa.

Lo que en realidad nos jugaremos en 2018, será la continuidad de un régimen que trabaja para el uno por ciento de los mexicanos, o el triunfo de la democracia, entendiendo que ésta es un gobierno que represente los intereses del conjunto de los mexicanos y los intereses legítimos del Estado nacional. Será la disputa entre una propuesta solidaria que redistribuya el ingreso nacional, mediante la reconstrucción del Estado de bienestar y una propuesta individualista que funciona bajo el lema de todo para mí y nada para ti, que en boca de los hombres de negocios suena lógico, pero ejercido por los ciudadanos ha generado una serie de enfrentamientos sociales muy peligrosos.


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Jesús Alejandro Ruiz Uribe es Doctor en Derecho Constitucional, ex diputado local, rector del Centro Universitario de Tijuana en el estado de Sonora y coordinador estatal de Ciudadanos Construyendo el Cambio, A.C. Correo: chuchoruizuribe@gmail.com

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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