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domingo, febrero 25, 2024
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La implosión del PAN y sus aliados

La responsabilidad política directa del estado deplorable del país, no la pueden evitar el pacto del PRI, PAN y PRD.

La crisis de incapacidad del PAN y su alianza con el PRD, bufón para encabezar un movimiento popular, está demostrada en el estado que guarda el país en distribución de oportunidades, la criticable calidad de vida, la acelerada pobreza y miseria extrema.


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La deprimente situación del país, con un crecimiento del PIB que ronda el 2%, es producto de esa alianza en favor de los abusos de patrones para dar salarios miserables, privatizaciones de empresas estratégicas y de servicios básicos de salud, educación, energía, etc. Además de una bien aceitada industria de la corrupción.

La traición o rebeldía en el PAN de Roberto Gil, Salvador Vega, Javier Lozano, Ernesto Cordero y Lavalle, son la fractura por la candidatura de Anaya y Calderón y no les temblará la mano para expulsarlos. Pero detrás de estos cinco monitos, resalta el pacto Peña-Calderón y la fractura que se viene sobre el PAN, la cual es tormentosa al grado que puede dividirse la candidatura para Anaya y Margarita y figurar como independiente. Exceso de confianza, enloquecidos por volver, se creen competitivos, pero las condiciones son distintas a las de 2006, cuando Santiago Creel se lanzó con todo para ser candidato presidencial. Hoy las condiciones cambian y sin unidad, el PAN será papel mojado.

El PAN y sus precandidatos se sienten casi dueños de la presidencia, están confundidos, enfermos de ambición y exceso de confianza por haber ganado siete gubernaturas en las elecciones de 2016.


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El “triunfo” del PAN se explica porque la administración de Peña es dirigida por la corrupción e ineptitud; es su bandera de identidad y suma de descalabros mayúsculos y crecientes que lo han hundido en una popularidad hasta el 12% jamás observada y con ello, marca el destino del PRI en 2018, pero también de sus aliados en la estupidez neoliberal en privatizar y arrasar hasta con las semillas.

Desde los fracasos de las reformas estructurales, que lejos de mejorar la situación social y económica, han generado estancamiento, desigualdad, abusos, injusticia social; manifestaciones de descontento, repudio y pobreza.

Una cascada de mayor carga fiscal, alza de precios, menor poder adquisitivo de las clases medias y miseria en los asalariados. Los escándalos de corrupción en un país decente, democrático y con Estado de derecho sería causa más que suficiente de renuncia por parte del gabinete y elecciones anticipadas. Solo un pueblo masoquista puede aguantar un trienio o sexenio, como el de “El Patas”, “Kiko” Vega, los Duarte y Peña.

La sobrevivencia y simulación se explica en un pueblo inconsciente e indiferente, base de un gasto monumental en publicidad, fraudes y de represión o violación de los derechos humanos y el miedo social. Las explosiones de la moral pública hunde la presidencia. El más reciente es la triangulación de los gastos multimillonarios a través de las instituciones de educación superior, universidades y tecnológicos públicos.

La estrategia es vender el país y de paso, corromperlo hasta los huesos. Pemex aportaba con el 40% de sus ingresos al gasto social; ahora el IVA cargado en 16% y los gasolinazos, pretenden llenar ese socavón financiero.

¿El hundimiento del barco priista tocó fondo? No y en el derrumbe podría arrastrar al PAN por ser la misma rancia y moralmente fracasada derecha.

Pero envalentonada la cúpula panista, saben que la lucha interna es crucial y como van despedazándose, podría llevar la sangre al río. Nada estaba escrito el 23 de marzo de 1994, en Lomas Taurinas. Solo vemos incongruencia, lo que agudiza la contradicción entre un grupito de enanos, sin vocación social y ambición del poder.

Los precandidatos carecen de contacto, compromiso social, méritos, perfil, popularidad y proyecto que atienda y se oriente a resolver demandas sociales.

En suma, a los suspirantes panistas les viene muy grande el carro de un partido político y más grande los retos de la nación (veamos el caso de Emilio González, en Jalisco; Guillermo Padrés, en Sonora; “Kiko” Vega; o Yunes, en Veracruz). México demanda un nuevo modelo de gobierno, donde se equilibren salarios, precios y ganancias de los trabajadores y empresarios.

La gran pregunta: ¿Morena está realmente preparada, técnica y moralmente, para sacar al buey de la barranca y resolver este trágico accidente social que polariza la riqueza y la miseria?

 

M.C. Héctor Ramón González Cuéllar es Académico del Instituto Tecnológico de Tijuana. Correo electrónico: profe.hector.itt@gmail.com

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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