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martes, febrero 20, 2024
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Palabras mayores: habemus candidatus

Luis Spota fue un escritor mexicano que publicó, a finales del siglo pasado, varias novelas del poder en México, que en su tiempo causaron furor. En ellas narra de manera novelesca cómo se transmitió el poder presidencial. En “palabras mayores”, condensa la subcultura del dedazo presidencial de manera magistral. Desde entonces se acostumbra a preguntar si el presidente priista en turno ya pronunció las palabras mayores; si ya le dijo a su sucesor que él va a ser el candidato.

Hoy, el Presidente Peña se encuentra en esa disyuntiva, cómo hará pública su decisión, sus “palabras mayores”. Por las actividades que realiza el PRI, básicamente su XXII Asamblea nacional, da la impresión que el Presidente se ha decidido por alguien que no reúne los requisitos actuales de los estatutos de este partido, esencialmente contar con una militancia efectiva de más de 10 años. Si esto fuera cierto, la asamblea de este partido solo tendría como objeto allanarle el camino al posible sucesor.


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Esta aseveración nos llevaría a dejar fuera al que ha sido el favorito en las encuestas: Miguel Ángel Osorio Chong, quien se ha comportado con lealtad, institucionalidad, sin escándalos, eficaz dentro de lo político, con altibajos en materia de seguridad, aunque sería muy difícil señalarlo como responsable del estado caótico de la violencia en México. Ex diputado federal, ex gobernador de Hidalgo, uno de los responsables de la victoria electoral del Presidente Peña.

También quedarían fuera José Narro, hombre intachable, académico de prestigio, con experiencia y sin estar contaminado con los escándalos del peñismo, ex subsecretario de Salud, ex rector de la UNAM por ocho años y recientemente secretario de Salud. Él fue mi compañero en el Comité Nacional para la campaña de Colosio, cuando yo fui secretario de Elecciones y él, presidente de la Fundación Siglo XXI, hoy fundación Colosio.

Lo mismo se le aplicaría a Enrique de La Madrid Cordero, a quien, cuando fui adjunto de Jorge Carpizo en la UNAM, me tocó darle clases de Derecho Constitucional. Enrique fue diputado federal, de 2000 a 2003, junto conmigo. Hijo del ex Presidente Miguel Lamadrid, ha sido buen financiero, estuvo a cargo de la Financiera Rural y actualmente es el secretario de Turismo, es serio, responsable. Los tres reúnen plenamente los requisitos del priismo, para ellos no será, todo parece apuntar hacia la reforma estatutaria que se avecina.
Pero, si no es para ellos, ¿para quién será? Enrique Ochoa, presidente del Cen del PRI, ha dado dos pistas en recientes declaraciones: sostuvo que no eran tiempos para que el PRI se encerrara en su militancia y no permitiera que alguien ajeno a ella fuera candidato. La segunda muy reciente, delineó al candidato del PRI: “el próximo candidato deberá tener una trayectoria positiva, experimentada y probada en el ejercicio de la administración pública”.


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Esta declaración, que tiene el propósito evidente de orientar a la asamblea que viene, desde mi perspectiva deja también fuera a Aurelio Nuño, actual secretario de Educación, pues carece de experiencia, pues solo ha sido secretario por tres años. Aunque dentro del autoritarismo prevaleciente, para el que decide podría ser suficiente experiencia. Vale la pena señalar que, según la declaración de Ochoa, ya no es relevante tener patriotismo, emoción social, compromiso con las grandes mayorías, amor por México. Lo relevante es la trayectoria administrativa. ¡Que terrible! En boca del presidente del partido que se dice heredero de la Revolución Mexicana.

Seguro Reyes Heroles, se está revolcando en su tumba ante tal desafectación, por decir lo menos, a esta declaración. Pero vayamos a lo relevante. Esta definición describe a José Antonio Meade, quien ha sido secretario de Hacienda dos veces, secretario de Relaciones Exteriores y secretario de Desarrollo Social. Es experimentado, con prestigio, sin escándalos, de familia priista, su padre fue legislador federal varias veces. Cercano al director del Banco de México, con quien empieza su carrera. Íntimo de Videgaray, bien visto por sectores del PAN y de la iniciativa privada. Reúne, pues, la descripción de Ochoa. No es priista, por ello, pareciera que la asamblea del PRI le quitará este obstáculo. Si es esto es así, las palabras mayores han sido pronunciadas y habemus candidato.

Habrá que esperar las reacciones. Ochoa fijó dos condiciones para que el PRI gane 2018, las dos difíciles de alcanzar, más la última, que el PRI mantenga la unidad y México apruebe la gestión de Peña Nieto. El pueblo tendrá la última palabra.

 

Amador Rodríguez Lozano, es tijuanense. Ha sido dos veces diputado federal y senador de la República por Baja California; fue también ministro de Justicia en Chiapas. Actualmente es consultor político electoral independiente y vive en Tijuana. Correo:amador_rodriguezlozano@yahoo.com

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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